Francisco reitera su llamamiento a una tregua olímpica
«Deseo fervientemente que todos respeten esta tregua con la esperanza de resolver los conflictos y restablecer la concordia», ha escrito el Papa al arzobispo Laurent Ulrich
El Papa ha reiterado su llamamiento a una tregua olímpica durante los Juegos de París. Esta es una ocasión para «superar las diferencias y las oposiciones»; una ocasión «para derribar prejuicios, para promover la estima donde hay desprecio y desconfianza, y la amistad donde hay odio». Así se ha expresado Francisco en un mensaje enviado al arzobispo metropolitano Laurent Ulrich, que esta mañana ha celebrado la Misa de apertura de la tregua olímpica en la iglesia parisina de La Madeleine.
El Santo Padre ha insistido en esta idea, que ya expresó recientemente en el prólogo del libro Juegos de la Paz. L’anima delle Olimpiadi e delle Paralimpiadi, ante «los tiempos difíciles» que se están viviendo en la actualidad, «en los que la paz en el mundo está seriamente amenazada». En este contexto, «deseo fervientemente que todos respeten esta tregua con la esperanza de resolver los conflictos y restablecer la concordia».
En la misiva, el Papa pide «que Dios se apiade de nosotros» y que «ilumine las conciencias de los gobernantes sobre las graves responsabilidades que les incumben». Asimismo, suplica al Señor «que conceda a los pacificadores el éxito en sus esfuerzos y que los bendiga».
Mensaje a los participantes
Francisco también ha querido dedicar algunas palabras a los ciudadanos franceses, que se preparan para acoger a los participantes en el evento deportivo. «Sé que las comunidades cristianas se preparan para abrir de par en par las puertas de sus iglesias, escuelas y hogares. Sobre todo, que abran las puertas de su corazón, dando testimonio de Cristo que habita en ellas y les comunica su alegría, a través de la gratuidad y la generosidad de su acogida a todos».
Por último, el Papa ha subrayado la práctica deportiva como «un lenguaje universal que trasciende fronteras, lenguas, razas, nacionalidades y religiones» y «tiene la capacidad de unir a las personas, de favorecer el diálogo y la aceptación mutua». Por todo ello, los Juegos Olímpicos pueden ser «un lugar excepcional de encuentro entre los pueblos, incluso los más hostiles».