Francisco reconoce la entrega como pastor de Benedicto XVI
«Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz», ha afirmado en la homilía del funeral del Papa emérito
El Papa Francisco ha reconocido la entrega, la sabiduría y la delicadeza del Papa emérito Benedicto XVI durante su funeral en la plaza de San Pedro. En una celebración sobria, pero solemne, el Pontífice ha despedido de esta manera a su predecesor: «Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz».
La homilía, centrada en la entrega —al hilo de las palabras del Evangelio que se proclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu—, ha incluido referencias a homilías de Benedicto XVI —las de la Misa de inicio de Pontificado y la Misa Crismal de 2006— y a su encíclica Deus caritas est.
En primer lugar, Francisco ha destacado la entrega agradecida de servicio al Señor, «que nace por haber acogido un don totalmente gratuito». «Es la condescendencia de Dios y su cercanía, capaz de ponerse en las manos frágiles de sus discípulos para alimentar a su pueblo», ha subrayado.
Luego se ha referido a la entrega orante que «se forja y acrisola silenciosamente entre las encrucijadas y contradicciones que el pastor debe afrontar y la confiada invitación a apacentar el rebaño». Y ha añadido: «Como el maestro, lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el desgaste de la unción por su pueblo, especialmente allí donde está en lucha y sus hermanos ven peligrar su dignidad».
Finalmente, ha citado la entrega sostenida «en la búsqueda apasionada por comunicar la hermosura y la alegría del Evangelio, en el testimonio fecundo de aquellos que, como María, permanecen de muchas maneras al pie de la cruz, y en la terca paciente esperanza en que el señor cumplirá su promesa».
Recordando un pasaje final de la Regla pastoral de san Gregorio Magno, en la que agradecía a un amigo sus oraciones y apoyo, ha afirmado que el pastor no puede soportar todo solo y, por eso, «es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado».
«Es el pueblo fiel de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien fuera su pastor. Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años», ha concluido.