Francisco puso el foco en las cruces del mundo
Los disturbios en Mozambique, la crisis en el Sahel y los tiempos inciertos a los que se enfrenta Siria estuvieron presentes en el urbi et orbi de Francisco
En Mozambique, las protestas por las irregularidades en las elecciones presidenciales del 9 de octubre siguen siendo duramente reprimidas. El candidato gubernamental, Daniel Chapo, fue proclamado ganador con un 71 % de los votos, pero «los resultados no reflejan la realidad vivida en las urnas». Los partidos de la oposición, la Unión Europea —con sus 179 observadores en todas las provincias del país— y otras instancias han presentado «pruebas incontestables del fraude electoral», asegura Wilker Días, de la ONG local Plataforma Decide. El Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo) está en el poder desde la independencia de Mozambique de Portugal en 1975. Un dominio histórico que «tras décadas de abusos se está tambaleando». «Hemos vivido en un régimen de partido-Estado, en el que el Frelimo ha controlado todos los aspectos de la vida cotidiana durante demasiado tiempo, lastrando la educación, la sanidad, la vivienda o el empleo», indica Días. La ira social ha sido ahogada en sangre. Al cierre de esta edición los muertos sumaban 279, aunque la cifra podría aumentar.
Este país está en el corazón de Francisco. El día de Navidad, el Papa dedicó el mensaje que acompaña a la bendición urbi et orbi a repasar los principales puntos de conflicto y crisis abiertas en el mundo, con un deseo de «silenciar las armas y superar las divisiones» en aquellos países donde la población sufre. Dentro de África, el Pontífice también puso el foco en la dramática situación en Sudán, donde la epidemia de cólera ha agravado la crisis ya crónica. Tras más de un año y medio de guerra, que han dejado cientos de miles de víctimas, en algunas regiones del país se han reportado casos de malnutrición extrema o incluso hambruna. El declive de la República Democrática del Congo, que arrastra décadas de enfrentamientos entre el Ejército y diversos grupos armados, ha provocado más de 6,4 millones de personas desplazadas que también están en el corazón del Papa. Francisco nombró además a los miles de niños congoleses que están muriendo a causa de la epidemia de sarampión.
Aun en el continente africano, el Santo Padre pidió asimismo paz para el triángulo sangrante del Sahel. La pérdida de influencia de Francia, y anteriormente de Estados Unidos, ha recrudecido los ataques de las filiales del Estado Islámico y Al Qaeda en Burkina Faso, Malí y Níger donde, tras varios golpes de Estado, las juntas militares gobiernan con puño de hierro. Según Armed Conflict Location & Event Data (ACLED), la región se ha convertido en el epicentro mundial del terrorismo, con un 43 % de las muertes por esta causa en todo el mundo. «A pesar de los más de diez años de intervención militar, se ha cimentado un fracaso de los mecanismos de seguridad que ha dado alas a diversos grupos armados», asegura la experta en geopolítica en esta región Beatriz Mesa, que acaba de publicar el libro El fracaso de Occidente en África con la editorial Almuzara. En paralelo, «se ha abierto las puertas a otros actores como Rusia, China, Turquía, Irán o Arabia Saudí». Por otro lado, la casi segura salida de estos países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) a finales de enero tampoco contribuye a su gobernabilidad.
Francisco también mostró su preocupación por Ucrania tras casi tres años de guerra, y por Myanmar, donde la Junta Militar sigue cometiendo crímenes terribles. Citó, en América, a Haití, Venezuela —este viernes debería producirse el relevo de poder tras las elecciones fraudulentas de julio—, Colombia y Nicaragua, ante la brutal persecución del régimen de Daniel Ortega a la Iglesia. Tras apelar a una política de desarme mundial, exigió un mayor compromiso con el derecho humanitario y lamentó una vez más la crisis que se vive en Gaza, donde 45.000 personas han fallecido desde que comenzaron los ataques del Ejército israelí hace 15 meses; o el Líbano, que vive un frágil alto el fuego en medio de los escombros que dejó la guerra. Mención especial mereció Siria, «en este momento tan delicado», según sus propias palabras. A un mes de la caída de Bashar al Asad, la comunidad internacional busca garantías de respeto a las minorías. El líder del grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), Abu Mohammed al Golani, se reunió el último día del año con el vicario de la Custodia de Tierra Santa, el padre Ibrahim Faltas. «Parecía abierto a un diálogo directo», explicó este a L’Osservatore Romano tras el encuentro, al que llevó como regalo una medalla con la efigie de los once mártires sirios recién canonizados por el Papa. Las nuevas autoridades han abierto el proceso que conducirá a la adopción de una nueva Constitución, «lo que dice mucho sobre las intenciones del nuevo Gobierno», asegura Wissam Lahham, experto en Derecho Constitucional de la Universidad Saint-Joseph de Beirut. Para todos estos conflictos, Francisco pidió «que el nacimiento del Salvador traiga un tiempo de esperanza».