La JMJ como «antídoto» contra el desinterés por los que más sufren
En el prólogo de un libro, ha llamado a la juventud a no «quedarse en el balcón viendo pasar la vida como observadores que no se entrometen»
El Papa ha subrayado el poder de la Jornada Mundial de la Juventud como «antídoto contra el balconear», que es como llama Francisco al hecho de «quedarse en el balcón viendo pasar la vida como observadores que no se entrometen, que no se ensucian las manos, que interponen la pantalla de un smartphone entre ellos y el resto del mundo».
Según el Santo Padre, se trata da un riesgo que siempre ha acechado a los jóvenes, pero que se ha acentuado en los últimos años a raíz de la pandemia de la COVID-19 y de la digitalización de la sociedad. «Los chicos de nuestro tiempo corren el riesgo cotidiano de autoaislarse, de vivir en el ambiente virtual gran parte de su existencia, haciéndose presa de un mercado agresivo que induce a falsas necesidades», ha escrito el Pontífice en el prólogo del libro Un largo camino a Lisboa (Editorial Bertrand), de la periodista portuguesa Aura Miguel, que hace un recorrido por todas las JMJ celebradas hasta la fecha.
Frente a esta actitud, la JMJ «es un acontecimiento de gracia que despierta, amplía el horizonte, potencia las aspiraciones del corazón, ayuda a soñar, a mirar más allá», ha señalado el Papa al mismo tiempo que ha asegurado que para que se den todos estos frutos hacen falta «jóvenes despiertos, deseosos de responder al sueño de Dios, que se interesen por los demás». Chicos y chicas «que descubran la alegría y la belleza de una vida dedicada a Cristo, en el servicio a los demás, a los más pobres, a los que sufren».
Entre estos últimos, Francisco ha señalado a quienes «salen de casa y corren el riesgo de no volver», a los refugiados o a las muchas personas que para huir de la guerra, o simplemente para buscarse la vida, «afrontan la travesía del Mediterráneo y mueren tragados por los abismos». El Papa ha llamado a los jóvenes a involucrarse por ellos y por el destino de millones de personas que no tienen agua, comida o atención médica «mientras los gobernantes parecen competir para ver quién gasta más en armamentos sofisticados».