Francisco: «La vida de los avaros es fea»
El Papa continúa su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes con una exhortación dedicada a la avaricia, «un vicio que a menudo no tiene que ver con el saldo de la cuenta corriente, ya que es una enfermedad del corazón», ha afirmado
«La avaricia es esa forma de apego al dinero que impide al ser humano la generosidad», ha afirmado el Papa Francisco este miércoles durante su audiencia general. En una catequesis dedicada a este tema dentro de su ciclo sobre los vicios y las virtudes, ha señalado que «no es un pecado que solo concierne a las personas con ingentes patrimonios, sino un vicio que a menudo no tiene que ver con el saldo de la cuenta corriente, ya que es una enfermedad del corazón, no de la billetera».
En este sentido, Francisco ha destacado que la avaricia puede estar presente «por estar atados a objetos de poco valor y no querer compartirlos». Se trata entonces de «un apego a las cosas pequeñas que quita la libertad y muestra una relación enfermiza con la realidad en forma de acumulación patológica».
Para curarse de esta «enfermedad», el Pontífice ha propuesto el antídoto de la meditación de la propia muerte, pues «por mucho que una persona acumule bienes en este mundo, podemos estar seguros de que no cabrán en el ataúd. No podremos llevarnos con nosotros los bienes de esta tierra, ya que aquí nos movemos como extranjeros y peregrinos».
Al final de su audiencia, el Papa Francisco recordó que el próximo sábado se recuerda en todo el mundo a las víctimas del Holocausto, y pidió «no olvidar que las lógicas del odio y de la violencia no se pueden justificar nunca». Así, señaló que «la guerra es una negación de la humanidad», por lo que «no nos cansemos de rezar por la paz para que acallen las armas y se socorra a las poblaciones afectadas», dijo, mencionando especialmente a la guerra en Palestina e Israel, «y en la martirizada Ucrania». Concluyó por ello reclamando «a quienes tienen responsabilidades políticas» que trabajen «para custodiar la vida y poner fin a la guerra».
Según Francisco, la razón última de este pecado «es un intento de exorcizar el miedo de la muerte, una búsqueda de seguridades que se desmoronan», y para mostrarlo recordó la parábola evangélica del hombre que acumuló una cosecha abundante. «Jesús nos invita a no acumular tesoros en la tierra, sino en el cielo», ha propuesto Francisco, por lo que «tenemos que ser señores de los bienes que poseemos, no que sean ellos los que nos posean».
«La vida del avaro es fea», ha dicho, hasta el punto de que «algunas personas con riquezas no son libres ni tienen siquiera tiempo para descansar, angustiadas por custodiar su patrimonio». Por el contrario, el Santo Padre ha recordado que «al final tendremos que abandonar nuestro cuerpo y dejarle el alma al Señor. Por tanto, estemos atentos y seamos generosos con todos, especialmente con aquellos que tienen más necesidades que nosotros».