Francisco invita en Cuaresma a mirar a Cristo crucificado… y a las estructuras económicas
El Papa ha vinculado su mensaje de Cuaresma al próximo encuentro Economía de Francisco: «Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca». Con todo, el grueso del texto es una invitación a la oración, para profundizar en el Misterio de la salvación y dejarnos «salvar una y otra vez»
El inicio de una nueva Cuaresma «debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra». Francisco lanza a los fieles esta invitación en su mensaje de Cuaresma, presentado este lunes. El hecho de que en esta cita anual «el Señor nos ofrezca una vez más un tiempo favorable para nuestra conversión nunca debemos darlo por supuesto», subraya el Papa.
Se trata de una muestra más de «la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros», a pesar de la abundancia del mal, que a veces se hace presente de forma dramática en nuestra vida, en la Iglesia y en el mundo. En este contexto, la Cuaresma es un período para «prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria»; un Misterio que, si es acogido, «no deja de crecer en nosotros».
No nos damos la vida
El mensaje del Papa no recoge de forma clásica las tres llamadas cuaresmales: a la oración, el ayuno, y la penitencia. Pero no dejan de estar presentes, especialmente la oración. Afirma, por ejemplo, que «la alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús».
Esto nos lleva a rechazar «la mentira de que somos nosotros quienes damos origen a nuestra vida», que nos lleva a «hundirnos en el abismo del sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra». En realidad, nuestro origen está en el «amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia».
En un mensaje con frecuentes citas a la exhortación apostólica Christus vivit, dirigida a los jóvenes, y por tanto con un tono bastante directo y coloquial, el Santo Padre invita a todos: «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella».
Diálogo, no curiosidad vacía
De esta contemplación nace, al más puro estilo ignaciano, un diálogo «de corazón a corazón, de amigo a amigo», con la conciencia de «ser amado sin merecerlo», hasta que vaya tocando «la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad». Más que un deber, la oración cuaresmal «nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene».
Este necesario intercambio de Dios con el hombre –matiza el Pontífice– no está «dictado por la curiosidad vacía y superficial» de «decir u oír la última novedad». Así es la «mundanidad de todos los tiempos». Por eso Francisco previene frente a una de sus manifestaciones actuales, «un uso engañoso de los medios de comunicación». En el texto no hay alusión al ayuno, pero estas palabras, escritas como de pasada, parecen apuntar a un interesante complemento al ayuno y la abstinencia que manda la Iglesia en este tiempo litúrgico.
Más allá de la limosna
Esta reflexión sobre cómo vivir la relación con los bienes materiales la continúa Francisco en el último apartado de su mensaje. «Acumular –explica– conlleva el riesgo de que [el hombre] se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo».
En cambio, «compartir con caridad hace al hombre más humano». En esta llamada a la limosna con la que concluye el mensaje, el Papa conecta la presencia central del Misterio pascual en nuestra vida con la «compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes» de todo tipo de violencias y abusos contra el hombre, en todas las fases de su vida.
Compartir es una «forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo». Pero el Papa invita a ir más allá, pues estas cuestiones tienen «una dimensión estructural», presente por ejemplo en el ámbito de la economía, que se puede y se debe considerar. Así, el Santo Padre presenta en clave cuaresmal y de conversión el encuentro La economía de Francisco, que convoca en Roma, del 26 al 28 de marzo, a jóvenes economistas, empresarios y changemakers. El objetivo es «contribuir a diseñar una economía más justa e inclusiva que la actual».