Francisco da recetas para «alimentar la esperanza» en su mensaje para la JMJ local
El 26 de noviembre las iglesias de todo el mundo celebrarán la edición diocesana de la Jornada Mundial de la Juventud, que lleva como lema Alegres en la esperanza
El Papa Francisco ha hecho público en la mañana del 14 de noviembre el mensaje para la XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar el próximo 26 de noviembre. A diferencia de la celebrada en Lisboa del 1 al 6 de agosto, esta tendrá lugar en las diferentes Iglesias locales. Tiene como lema Alegres en la esperanza, como reveló el 26 de septiembre el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la vida.
«Ustedes, jóvenes, son realmente la esperanza gozosa de una Iglesia y de una humanidad siempre en movimiento», comienza el Papa su mensaje. Los emplaza a la JMJ de Seúl en 2027 y al Jubileo de los jóvenes que Roma albergará en 2025.
Francisco explica también que este lema, Alegres en la esperanza, proviene de una exhortación de san Pablo en Romanos 12, 12. Y sostiene que esta «“alegría en la esperanza” predicada por el Apóstol brota del misterio pascual de Cristo, de la fuerza de su resurrección». «No es fruto del esfuerzo humano, del ingenio o del arte. Es la alegría que nace del encuentro con Cristo», añade el Pontífice.
«Encerrados en una prisión oscura»
«La juventud es un tiempo lleno de esperanzas y sueños, alimentado por las hermosas realidades que enriquecen nuestras vidas», considera el Papa. Sin embargo, lamenta que «vivimos en una época en la que para muchos, incluidos los jóvenes, la esperanza parece ser la gran ausente».
El Papa reconoce que «muchos de vuestros coetáneos, que lamentablemente viven experiencias de guerra, violencia, acoso escolar y otros tipos de dificultades, se ven afligidos por la desesperación, el miedo y la depresión». Los describe «como encerrados en una prisión oscura», y se apoya para ello en «el alto número de suicidios entre los jóvenes en varios países».
Francisco confiesa que ante estos dramas es lógico preguntarle a Dios por qué suceden, pero añade que «nosotros podemos ser parte de la respuesta de Dios». «Creados por Él a su imagen y semejanza, podemos ser expresión de su amor, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso allí donde parece imposible».
El Pontífice ha puesto como ejemplo de esta actitud a un personaje de ficción, el que interpreta Roberto Benigni en La vida es bella, «un joven padre que, con delicadeza e imaginación, consigue convertir la dura realidad en una especie de aventura y de juego, dando así a su hijo ojos de esperanza, protegiéndolo de los horrores del campo de concentración». Más allá de la ficción, propone el ejemplo de varios santos católicos que vivieron así como san Maximiliano María Kolbe, santa Josefina Bakhita y los recientemente beatificados Józef y Wiktoria Ulma junto a sus siete hijos.
«La esperanza cristiana no es un fácil optimismo»
El Papa ha subrayado que, pese a las dificultades, «Dios no se queda a mirar con compasión nuestras zonas de muerte o a llamarnos desde lejos, sino que entra en nuestras experiencias de infierno como una luz que brilla en las tinieblas y las vence». Pone como ejemplo el Sábado Santo, cuando María «llenó con una espera amorosa y llena de esperanza, infundiendo en los discípulos la convicción de que Jesús vencería a la muerte y que el mal no tendría la última palabra».
Aunque matiza que «la esperanza cristiana no es un fácil optimismo, ni un placebo para incautos». «Es la certeza, arraigada en el amor y la fe, de que Dios no nos deja nunca solos y mantiene su promesa», apunta el Papa, a lo que añade el Salmo 23, 4 que dice: «Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo».
Recomienda alimentar la esperanza con la oración porque «cuando la chispa de la esperanza se ha encendido en nosotros, a veces corremos el riesgo de que se apague por las preocupaciones, los miedos y las cargas de la vida cotidiana». Además, aconseja «alimentar nuestra esperanza en nuestras decisiones cotidianas» con un ejemplo claro: «en redes sociales es más fácil compartir malas noticias que noticias de esperanza, por tanto, os propongo compartir cada día una palabra de esperanza, convertíos en sembradores de esperanza en la vida de vuestros amigos y todos los que os rodean».