Francisco confiesa su «preocupación y dolor» por la situación en Nicaragua - Alfa y Omega

Francisco confiesa su «preocupación y dolor» por la situación en Nicaragua

Sin hacer una mención concreta a la dictadura de Daniel Ortega o al obispo de Matagalpa, ha apelado al diálogo para vivir en paz

Ángeles Conde Mir
Foto: Vatican Media.

Al concluir el rezo del ángelus de este domingo, Francisco se ha referido a Nicaragua donde el régimen del tándem Ortega-Murillo ha intensificado su hostigamiento y persecución contra la Iglesia católica: «Sigo de cerca, con preocupación y dolor, la situación que se ha creado en Nicaragua y que implica a personas e instituciones. Quiero expresar mi convicción y mi deseo de que, por medio de un diálogo abierto y sincero, se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por intercesión de la Purísima, que inspire en el corazón de todos tal concreta voluntad».

Junto a los episcopados de prácticamente todo el continente americano y otros como el italiano o el español, en las últimas horas también se ha sumado la ONU a la repulsa por las actuaciones de la dictadura de Ortega.

La Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en América Central y el Caribe ha condenado el allanamiento en el obispado de Matagalpa y la detención del obispo Rolando Álvarez y de otras siete personas. La ONU reconoce que estas acciones forman parte de «una nueva ola de hostigamiento contra miembros de la Iglesia católica en Nicaragua, que en los últimos cuatro meses se manifestó a través de otros actos de acoso, amenazas, allanamientos, detenciones, obstaculización de ritos religiosos, encierro de sacerdotes y feligreses, y clausura de al menos 12 medios de comunicación confesionales, contraviniendo así las libertades personal, de circulación, religión y expresión».

Por su parte, António Guterres, Secretario General de la ONU, también ha expresado su preocupación por «la grave obstrucción del espacio democrático y cívico en Nicaragua» y ha hecho un llamamiento al gobierno «para garantizar la protección de los derechos humanos de todos los ciudadanos, en particular los derechos universales de reunión pacífica, y a las libertades de asociación, pensamiento, conciencia y religión, y a liberar a todas las personas detenidas arbitrariamente».

Entrar por la puerta estrecha

En su alocución previa a la oración mariana, el Papa ha explicado qué significa «entrar por la puerta estrecha». No quiere decir que la salvación sea inalcanzable y solo «para unos pocos elegidos o los perfectos», porque es contrario a las enseñanzas de Jesús. Francisco ha indicado que cuando Cristo habla de la puerta estrecha hemos de remitirnos a sus tiempos, cuando en la ciudad, al caer la noche, la única puerta que había abierta para poder entrar era una puerta estrecha: «Así como para entrar en la ciudad, había que ‘medirse’ con la única puerta estrecha que permanecía abierta, del mismo modo, la vida del cristiano es una vida ‘a medida de Cristo’, fundada y conformada en Él».

El Santo Padre ha asegurado que Cristo y el Evangelio son la vara de medir para el cristiano. Esto significa seguirle y comprometerse en el servicio y en el amor, como hizo Él. Entrar por esa puerta «implica limitar el espacio del egoísmo, reducir la arrogancia de la autosuficiencia, bajar las alturas de la soberbia y del orgullo, vencer la pereza para correr el riesgo del amor, incluso cuando supone la cruz».

También ha ofrecido algunos ejemplos de cómo, a través de gestos cotidianos, nos vamos adaptando a la medida de esa puerta que es Cristo. Por ejemplo, cuando nos sacrificamos por los hijos; cuando dedicamos tiempo a los ancianos, pobres y frágiles; cuando soportamos una situación laboral difícil; cuando sufrimos «a causa de la fe»; o cuando «en lugar de seguir los instintos, se responde al mal con el bien, se encuentra la fuerza para perdonar y el valor para volver a empezar». Ejemplos, ha indicado Francisco, «de personas que no eligen la puerta ancha de su conveniencia, sino la puerta estrecha de Jesús, de una vida entregada en el amor».