Francisco anima a la Iglesia de Marruecos a «seguir cerca de los pobres»
La Misa de despedida del Papa estuvo marcada por el desbordante entusiasmo de los jóvenes subsaharianos, que cada vez son más el rostro de la Iglesia local de Marruecos
Al despedirse de la pequeña comunidad católica de Marruecos (unos 30.000 fieles, apenas el 0,07 % de la población), el Papa les dio «las gracias por el modo en que dan testimonio del evangelio de la misericordia en estas tierras».
«Gracias por los esfuerzos realizados para que sus comunidades sean oasis de misericordia», abundó, animando a la Iglesia local «a seguir haciendo crecer la cultura de la misericordia, una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea su sufrimiento». «Sigan cerca de los pequeños y de los pobres, de los que son rechazados, abandonados e ignorados, sigan siendo signo del abrazo y del corazón del Padre», añadió.
Unas 25.000 personas participaron en la Misa, celebrada en el complejo deportivo Príncipe Moulay Abdellah, que puso fin en la tarde de este domingo a la visita del Papa a Rabat. Además de animar a la Iglesia local a seguir dando un testimonio de caridad, el Papa alentó a «perseverar en el camino del diálogo con nuestros hermanos y hermanas musulmanas y a colaborar también a que se haga visible esa fraternidad universal que tiene su fuente en Dios».
Francisco abundó en su mensaje de fraternidad interreligiosa al asegurar que «el cristiano sabe que en la casa del Padre hay muchas moradas, solo quedan afuera aquellos que no quieran tomar parte de su alegría».
Por este motivo, rechazó «la tentación de reducir nuestra pertenencia de hijos [de Dios] a una cuestión de leyes y prohibiciones, de deberes y cumplimientos. Nuestra pertenencia y nuestra misión –dijo– no nacerá de voluntarismos, legalismos, relativismos o integrismos sino de personas creyentes que implorarán cada día con humildad y constancia: “Venga a nosotros tu Reino”».
Entre el español y el swahili
La Eucaristía fue en su mayor parte celebrada en español, la nacionalidad de buena parte de los misioneros, pero tuvo a la vez un inconfundible sabor subsahariano. Desde varias horas antes del comienzo de la Misa, un coro formado por decenas, cientos quizá, de estudiantes procedentes de diversos países africanos pusieron la nota de color con sus alegres cantos, celebrados por el resto de fieles, especialmente, por las religiosas, que dieron muestra de conocer bien el reportorio.
Es el rostro cada vez más juvenil y de piel negra de una Iglesia local para la que, en la Misa de este domingo, quedó claro por qué el Papa eligió hace algo más de un año a un arzobispo salesiano, al español Cristóbal López.
En los últimos y emotivos momentos de la Misa, el religioso tomó la palabra para agradecer la visita del Papa y reafirmar la voluntad de la comunidad católica de ser un signo de fraternidad que tiende puentes con los musulmanes.
Con el mismo estilo que suele emplear el Papa, Cristóbal López hizo repetir en francés a sus jóvenes varios mensajes de agradecimiento al Papa, consigna que estos cumplieron entregados, para concluir con un «rece por nosotros».
Tras el «podéis ir en paz», se oyó algún «Viva al Papa» en español, pero pronto esas voces quedaron silenciadas por la atronadoramente entusiasta despedida que los jóvenes africanos dispensaron al Pontífice. A su marcha, volvió a arrancar el coro, y nadie parecía tener ganas de poner fin a la fiesta.