Francisco agradece el trabajo de los vaticanistas - Alfa y Omega

Francisco agradece el trabajo de los vaticanistas

También les ha pedido «perdón por las veces en que las noticias sobre mí os han alejado de vuestras familias»

Rodrigo Moreno Quicios
El Papa Francisco en un momento del encuentro. Foto: CNS.

En la mañana del 22 de enero, la primera audiencia del Papa en la Sala Clementina del Palacio Apostólico ha sido para la Asociación de Periodistas Acreditados ante la Santa Sede (AIGAV) entre los que figuramos varios colaboradores de Alfa y Omega, a quien he tenido la suerte de poder representar. Por una vez, y aunque los periodistas deberíamos por lo común evitar esa tentación, Francisco ha querido que seamos nosotros los protagonistas y nos ha saludado uno por uno a los 150 que le visitábamos. Todo después de pronunciar un discurso para el que se ha encontrado con fuerzas, aunque lo leyera con calma y pequeñas pausas para tomar aire.

«Gracias por los sacrificios al seguir al Papa de viaje por el mundo y trabajar a menudo los domingos y los días de fiesta», nos ha dicho. A uno se le pone el corazón contento porque no todos los días le da las gracias un Pontífice. Y aunque en ocasiones existan esos esfuerzos a deshoras, es justo subrayar que los vaticanistas del AIGAV, quienes se intercambian fotos, convocatorias y chivatazos, siempre abordan las urgencias con alegría, vocación de servicio, y la conciencia de trabajar para la Iglesia.

Para aquellos héroes que compaginan la laboriosa vocación del vaticanismo con sacar adelante una familia, Francisco ha querido incluso «pediros perdón por las veces en que las noticias sobre mí os han alejado de vuestras familias y de jugar con vuestros hijos». El tiempo que los padres dedican a sus pequeños le importa, y ha revelado que «cuando confieso, pregunto a los padres: “¿Jugáis con vuestros hijos?”. Es una de las cosas que un papá y una mamá deben hacer siempre».

En las entrañas del Palacio Apostólico, el Santo Padre nos ha subrayado también que «ser periodista es una vocación, un poco como la del médico, que elige amar a la humanidad curando sus enfermedades».

Aparte de charlar un rato con Eva Fernández, colaboradora frecuente de este medio y quien ha regalado al Pontífice un trozo de cayuco recientemente llegado a la isla de El Hierro, Francisco ha elogiado en su discurso «a un amigo vuestro que hace poco ha festejado los ochenta años y ha viajado muchos con los Papas». Se refería al periodista italiano Luigi Accattoli, histórico corresponsal en el Corriere della Sera.