Fortalecidos por su testimonio heroico
Palabras de gratitud del cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal Española
Al terminar esta hermosa liturgia, que nos ha emocionado a todos, cumplo con el grato deber de dar las gracias. Gracias a Benedicto XVI que firmó los Decretos de muchas Causas que han esperado hasta hoy para la beatificación de sus mártires. Gracias al Santo Padre, el Papa Francisco que ha firmado los Decretos de las últimas Causas y que nos ha enviado como representante suyo al Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, que con tanto afecto ha seguido en los últimos años el camino de las Causas de nuestros mártires. El Papa Francisco se ha hecho presente también por medio del mensaje televisivo que nos ha dirigido. ¡Muchas gracias, Santo Padre! Guardamos sus palabras en el corazón.
Gracias al señor arzobispo de Tarragona y a sus colaboradores. Esta querida archidiócesis, preclara por la sangre de sus mártires de los primeros siglos y del siglo XX, nos ha acogido con exquisita y fraterna cordialidad. Nos hemos sentido como en casa.
Las autoridades civiles, militares y académicas han puesto de manifiesto con su presencia la armonía que ha de existir entre todos los ámbitos de nuestra sociedad. Los católicos, invocando la intercesión de los mártires, no dejamos de orar por las legítimas autoridades, de modo que todos podamos convivir fraternalmente en justicia, libertad y paz.
La beatificación que acabamos de celebrar quedará como un fruto precioso del Año de la fe. Agradezco la presencia de tantos hermanos obispos de nuestras diócesis y también venidos de otros países. Permítanme que agradezca, en particular, el delicado gesto del Patriarcado de Moscú, que, con su presencia a través de dos representantes, pone de relieve el nuevo camino ecuménico abierto por los mártires del siglo XX. La Secretaría General de la CEE, con su Oficina para las Causas de los Santos, ha llevado adelante el encargo de la coordinación y la realización de este acto. Sin olvidar el papel fundamental de tantos voluntarios, que aquí en Tarragona nos han ayudado con tanta generosidad y discreción. Las numerosas Causas de los mártires que hoy se suman al martirologio de la Iglesia no habrían prosperado sin el trabajo y sin la paciencia de los Postuladores y de todos los que colaboraron con ellos. Gracias a las diócesis, institutos de vida consagrada y otras personas, por su interés en promover la memoria de los mártires, que ahora pasan a ser patrimonio de la Iglesia universal, gracias a la generosidad de sus familias diocesanas, religiosas e incluso parroquiales. Gracias a la gran comunidad que ha seguido la ceremonia por los medios de comunicación. Gracias a los medios de comunicación que hacen posible la difusión de este acontecimiento histórico para la vida de la Iglesia. Gracias a todos, que os habéis acercado a Tarragona para la beatificación. Gracias por vuestra fe y vuestra paciencia. En particular, a los hermanos de sangre y de religión de los nuevos mártires. Gracias a los sacerdotes, que habéis venido animando a vuestras comunidades, desde los lugares más alejados de nuestra geografía, y a tantos consagrados y consagradas, herederos espirituales directos de la mayoría de los beatificados. Han merecido la pena los pequeños sacrificios que ha habido que hacer. Volvemos a nuestras casas fortalecidos en la fe por el testimonio heroico de tantos testigos firmes y valientes de Jesucristo, Redentor del hombre. Ahora los tenemos como intercesores.