El paro registrado en España se incrementó en 44.436 personas en el mes de febrero, lo que eleva la cifra de desempleados por encima de los cuatro millones por primera vez desde 2016. De ellos, más de 2,8 millones pertenecen al sector servicios, que ha sido especialmente castigado por la pandemia, y más de 760.000 tiene menos de 30 años.
En un escenario de incertidumbre económica, con la Semana Santa perdida y la vista puesta en el verano, y cuando se sitúa a la cabeza de Europa en paro juvenil, España debe aprovechar los fondos europeos para atajar esta sangría. En espera de las buenas noticias sanitarias, es momento de tomar medidas que favorezcan la continuidad de los negocios y sus empleados y de dar estímulos a la incorporación de jóvenes al mercado laboral para que así puedan desarrollar sus proyectos vitales.
Para lograrlo es importante que las distintas fuerzas políticas aúnen esfuerzos y que se agilice el reparto de dinero sin que ello signifique, como ha advertido el Consejo de Estado, que se puedan reducir los mecanismos de control o de rendición de cuentas. Se trata de que el oportunismo de algunos no lastre la oportunidad de todos.