Cómo resistirse en verano a esta edición de bolsillo de Estudio en escarlata que, lejos de ser la mejor novela de sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), sí que cuenta con un componente de chantaje emocional infalible sobre cualquier lector amante del género: se trata del primer caso de Sherlock Holmes (o la primera de las 60 historias que componen el canon holmesiano). Es decir, asistimos al encuentro del detective de ficción más célebre de todos los tiempos con el que será su amigo fiel, su inseparable compañero de aventuras para siempre. Estas páginas iniciáticas, «reimpresión de las memorias del doctor John H. Watson», cuentan cómo les presenta a ambos un practicante llamado Stamford, joven profesional, pero viejo conocido de Watson y actual colega del excéntrico señor que responde al nombre de Holmes y pertenece al laboratorio de química del hospital Barts de Londres. Enseguida acuerdan, apremiados por su exigua economía doméstica, vivir en el mismo lindo apartamento para compartir gastos comunes. Y así arranca la leyenda del 221-B de Baker Street.
Queda acuñada la estampa de ese Watson debutante, moreno y delgado, que, convaleciente de una herida que ha sufrido en la guerra de Afganistán y del tifus de la India, se fascina ante el descubrimiento de la personalidad singularísima del investigador sin par al que acaba de conocer, un hombre de mirada penetrante, cuyas agudas dotes de observación llegan a revelar una genialidad avasalladora.
En plena época victoriana tendremos, como primer desafío de Scotland Yard a la asombrosa capacidad deductiva de Holmes, el hallazgo del cadáver de un caballero bien vestido e identificado como Enoch Drebber de Cleveland, Ohio, (EE. UU.). En una casa deshabitada, en muy extrañas circunstancias (el cuerpo no presenta heridas, pero hay manchas de sangre en la habitación, no existen indicios de robo…), un escenario del crimen que se complicará aún más con la noticia, poco después, de otro nuevo asesinato. Para desentrañar el misterio, Holmes y Watson deberán remontarse en el tiempo, en una segunda parte del relato, a otros asesinatos ocurridos 30 años atrás en la ciudad mormona de Salt Lake City. Todos los interrogantes se resolverán sin que sobre ni falte nada, en un desenlace sobrio, a ritmo perfecto, cuya verdadera atribución de méritos tan solo quedará reflejada en el diario de Watson.
Ni siquiera son 200 páginas. Se leen de un tirón. Se disfrutan intensamente de principio a fin. Ay, venimos a confesar que andamos agotaditos de tanto tocho editorial por inercia; de verdad, que menos es más, sobre todo en época vacacional. Y que los grandes clásicos no envejecen nunca y permanecen bien fresquitos a pesar del calor afuera.
Cierto es que siempre sentiremos debilidad por la edición de Jesús Urceloy, y que no podemos dejar de recomendar, por encima de todo, el grueso e imprescindible compendio Todo Sherlock Holmes de Cátedra por su introducción, notas y apéndices, donde hallamos una serie de pautas que nos ayudan a entender a nuestro protagonista como un hombre con una vida interior secreta pero riquísima, capaz de enamorarse de una mirada, un gesto o un susurro al oído. Sobre todo, nos quedamos con la invitación de Urceloy a valorar la humildad de Holmes, su posicionamiento entre los pobres y su rebelión contra la injusticia moral de aquella ley que se ceba con los más débiles. Es el último recurso para los desheredados de la justicia en la tierra, nos dijo Urceloy, y ya nunca lo hemos olvidado. Por todas esas razones, y las particulares que cada lector añade a la coctelera literaria, amaremos incondicionalmente a Holmes, Watson y Conan Doyle el resto de nuestra vida lectora.
Arthur Conan Doyle
Booket
2022
192
8,95 €