Fernando Prado Ayuso: «Hay que evangelizar más con vidas creíbles que con palabras»
Tras 20 años al frente de una editorial religiosa en Madrid, este claretiano y periodista será desde el sábado obispo de San Sebastián. Allí ya ejerció como sacerdote
¿Por qué sacerdote?
Cuando tenía 20 años vivía mi fe en una comunidad juvenil en Guecho (Vizcaya). Nos preguntábamos qué era lo que el Señor quería de nosotros. Un claretiano nos acompañaba en ese discernimiento. Algunos dimos un paso adelante. Cursaba los últimos años en la universidad, para ser periodista.
¿Y por qué claretiano?
Supongo que porque conocí a los claretianos muy de cerca y su manera de vivir me resultó convincente. Siempre me hicieron sentir su sencillez y cercanía.
El País Vasco es su tierra natal y donde vivió hasta su traslado a Madrid. ¿Qué significa para usted?
Es mi casa, mi patria. Es el lugar donde más a gusto me siento. He tenido la suerte de viajar y ver mucho mundo y esto me da una perspectiva amplia y muy católica, que me hace amar otros lugares y a muchas personas también.
Uno de sus predecesores, Juan María Uriarte, le ordenó sacerdote. ¿Le ha dado algún consejo?
Me ha dicho que escuche, que confíe en la gente y la quiera, y que me entregue a esta nueva tarea con humildad, generosidad, cercanía y paternidad.
Los últimos 20 años fue editor. ¿Elección o encargo?
Un poco por obediencia, otro poco por inclinación profesional. Estar al frente de Publicaciones Claretianas ha sido una escuela. El mundo editorial no es actualmente un remanso de paz, ni mucho menos. Haber bregado en él, en cierta medida, me servirá también de escuela para este nuevo empeño diocesano.
¿Cuál es el libro más especial que ha editado?
Uno de los últimos, Praedicate Evangelium. Una nueva Curia para un tiempo nuevo. Ha sido un libro muy trabajado con múltiples entrevistas con el cardenal Maradiaga, que pilotó el proceso de destilado de la reforma de la Curia. Fue un libro realizado mayormente en pandemia, en el que el propio Francisco puso su sello al escribir el prólogo.
Ahora que lo cita. ¿Cómo es su relación con Francisco?
Aunque algunos piensen lo contrario, no tengo con Francisco una relación más allá de lo editorial. Ahora, con el nombramiento, nos une un vínculo especial sacramental de colegialidad y paternidad más directa.
Nacido en Bilbao en 1969, estudió Periodismo en la Universidad del País Vasco antes de completar los estudios teológicos y ser ordenado sacerdote en el año 2000. Tras trabajar en varias parroquias de San Sebastián y en la pastoral juvenil dio el salto a Madrid para dirigir Publicaciones Claretianas. También ha sido capellán de comunidades religiosas y profesor de Teología.
La vasca es una de las sociedades más secularizadas en España. ¿Qué debe hacer la Iglesia y un obispo?
Vivir el Evangelio, celebrarlo y cultivarlo. Creo que el testimonio de una vida cristiana creíble, que sostenga con la vida lo que dicen nuestras palabras, es el único camino. Y hoy la vida cristiana pasa por acompañar a los hombres y mujeres de nuestros tiempo con una presencia benévola, constructiva, comprometida, cercana y fraterna. El Evangelio, cuando se vive de verdad, no necesita propagandas, se abre camino solo.
¿Será esta su prioridad?
Mi prioridad es la de toda la Iglesia: transmitir la fe. La Iglesia tiene que evangelizar más con vidas creíbles que con palabras. Y lo que hayamos de hacer, hemos de intentar hacerlo juntos.
Los años duros de ETA ya han pasado, la memoria sigue. ¿Qué queda por hacer?
Aunque las cosas han cambiado mucho, las heridas siguen estando ahí. El proceso de sanación es a largo plazo. Me gustaría un futuro más reconciliado. La cuestión es compleja. La justicia y el perdón son ingredientes indispensables en este plato, al menos, desde el punto de vista evangélico. El corazón de las víctimas es generoso. Los victimarios tienen que hacer su camino facilitando explícita e inequívocamente la reconciliación, haciendo sentir a las víctimas que se las escucha, se las considera en su dignidad y, de alguna forma, se las repara. No es fácil. La sociedad debe ser generosa y sabe que la historia, además de aleccionadora, ha de ser también contemplada con benevolencia. El futuro del perdón y de la reconciliación se está construyendo en el corazón de todos, más a base de pequeños gestos de perfil bajo que de titulares sonoros.
Una pregunta como periodista. ¿Qué importancia debe tener la comunicación para la vida de la Iglesia?
La Iglesia tiene que dedicar más fuerzas a la comunicación institucional. Hemos de tomar en serio que vivimos en la sociedad de la información y que comunicar bien es fundamental. La ayuda de buenos profesionales en todo esto es clave.