Face Retama y el sepulcro del patrón de Guadix
La ermita de San Torcuato, patrón de la diócesis de Guadix, se levanta en medio del paraje desértico de Face Retama, en el Geoparque de Granada. Allí fue decapitado este discípulo de Santiago
No imagino un espacio más apropiado para el retiro ermitaño que este paraje desértico de Face Retama (por ser la retama el arbusto más abundante), en medio del Geoparque de Granada, situado en la parte oriental de la provincia y que alberga uno de los mejores registros geológicos continentales de los últimos cinco millones de años. Así, de hecho, lo ha reconocido la UNESCO.
En este lugar, a unos 14 kilómetros a pie de la ciudad de Guadix, fue decapitado en el siglo I san Torcuato, patrón de la diócesis accitana y uno de los discípulos directos de Santiago. «Torcuato y otros varones acompañaron al apóstol a España y, cuando este regresó a Jerusalén, varios bajaron a las tierras del sur a evangelizar, enviados directamente por san Pedro», explica Antonio Navarrete, delegado para el Cuidado de la Creación de la diócesis de Guadix y gran conocedor de la historia del patrono.
«Se extendieron por Granada, Almería… y san Torcuato vino hasta Guadix porque se estaban celebrando las fiestas de Júpiter. Sufre una gran persecución, pero logra salvar su vida cuando, tras pasar por un puente, este se hunde y evita que los romanos le alcancen». Luparia, una romana que vio el milagro, y la primera persona que se convirtió al cristianismo en estas tierras, protegió a Torcuato, que siguió predicando un tiempo. Hasta que le alcanzó el martirio.
Allí, en medio de esta zona esteparia, quedó enterrado su cuerpo en un sepulcro, y fue lugar de peregrinación durante casi 700 años. Fue en el 718 cuando tuvieron que trasladar los restos, «lo más cerca posible de Santiago, de su maestro», debido a la política del islam de destruir las reliquias y todo vestigio del cristianismo. Los fieles lograron subirlas hasta Celanova, en Orense, y allí siguen hoy día. «Los obispos de Guadix intentaron en múltiples ocasiones traer las reliquias de su patrón de nuevo a la diócesis, pero solo lograron adquirir el brazo, la mandíbula –esta gracias a los jesuitas– y el talón», que se conservan en la catedral y se veneran cada 15 de mayo, festividad de san Torcuato.
Durante el tiempo de ausencia del cuerpo del santo en Face Retama, las peregrinaciones siguieron dándose. «Tanto fue así que los musulmanes creyeron que allí se encontraba enterrado un místico del islam», explica Navarrete. Gracias a la reconquista de Granada por los Reyes Católicos, aquel paraje pasó a manos del Cabildo, que gestiona el santuario desde el siglo XV.
Fue a finales del siglo XVI cuando se empezó a construir la ermita que se puede contemplar a día de hoy –en torno a la tumba, ahora vacía, de Torcuato– y se levantó una hospedería donde está situada una cueva que data del siglo V. Lugar que frecuentó el obispo Juan Montalbán, que pasaba largos periodos de oración en este lugar retirado. Como dato curioso, el lugar del sepulcro quedó señalado por un olivo, «algo llamativo, ya que no hay olivos en esta zona». Este árbol milenario, que había sobrevivido a invasiones musulmanas y a las vicisitudes de siglos, fue quemado durante la Guerra Civil, pero se conservaron los retoños y volvió a renacer. «Pese al intento de destruirlo, brotó», recalca el delegado para el Cuidado de la Creación.
La ermita se elevó a condición de parroquia, ya que había una población de cuevas alrededor, pero en la segunda mitad del siglo XX los habitantes tuvieron que ser trasladados, al no poder acceder a electricidad ni saneamiento. Actualmente, acoge cada 15 de mayo una peregrinación y procesión de antorchas –ya que allí no hay luz–, y los 15 de cada mes un miembro del Cabildo catedralicio celebra la Eucaristía en la ermita. Además, desde la Delegación para el Cuidado de la Creación de Guadix se organizan citas para contemplar las estrellas, «otra forma de disfrutar de la naturaleza que Dios nos ha regalado», concluye el delegado.