«Evangelizar no consiste en ocupar el espacio y la vida de los demás» - Alfa y Omega

«Evangelizar no consiste en ocupar el espacio y la vida de los demás»

El Papa invita a los católicos griegos a «seguir el ejemplo del granito de mostaza, que crece humilde y lentamente»

Yago González
El Papa, durante su intervención ante representantes de la comunidad católica griega, en la catedral de San Dionisio, Atenas. Foto: CNS Photo / Paul Haring.

El Papa Francisco ha mantenido este sábado un encuentro con representantes de la comunidad católica griega (obispos, sacerdotes, religiosas, catequistas…) en la catedral de San Dionisio, en Atenas, donde ha ofrecido algunos consejos evangélicos. «A nosotros, como Iglesia, no se nos pide el espíritu de la conquista y de la victoria, la magnificencia de los grandes números, el esplendor mundano. Todo eso es peligroso, es la tentación del triunfalismo. A nosotros se nos pide que sigamos el ejemplo del granito de mostaza, que es ínfimo, pero crece humilde y lentamente; es la más pequeña de todas las semillas –dice Jesús– pero cuando crece se convierte en un árbol», ha ilustrado Francisco.

El Santo Padre ha propuesto adoptar un espíritu de «acogida» hacia el que no comparte la fe católica. «Es la disposición interior necesaria para la evangelización, se trata de no querer ocupar el espacio y la vida de los demás, sino de sembrar la buena noticia en el terreno de su existencia, aprendiendo sobre todo a acoger y reconocer las semillas que Dios ya ha puesto en sus corazones, antes de nuestra llegada», ha explicado. «Recordemos que Dios siempre precede nuestra siembra. Evangelizar no es llenar un recipiente vacío, es ante todo dar a luz aquello que Dios ya ha empezado a realizar», ha remarcado.

En su intervención, el Papa se ha servido del ejemplo de san Pablo, el primero en llevar el Evangelio a la antigua Grecia, que mostró una «valentía» que nacía «de su confianza en Dios». «El secreto del Reino de Dios está contenido en las pequeñas cosas, en lo que a menudo no se ve ni hace ruido. El apóstol Pablo, cuyo nombre remite a la pequeñez, vivió en la confianza porque acogió en el corazón estas palabras del Evangelio, hasta el punto de enseñarlas a los hermanos de Corinto: “Lo que parece debilidad en Dios es más fuerte que todo lo humano”, “escogió a los que el mundo tiene por débiles, para avergonzar a los fuertes”».

Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y catequistas acudieron al encuentro. Foto: CNS Photo / Vatican Media.

De este modo, Francisco ha llamado a los católicos griegos a la humildad y el servicio: «Bendigan la pequeñez y acójanla, los dispone a confiar en Dios y sólo en Él. Ser minoría –y en el mundo entero la Iglesia es minoritaria– no quiere decir ser insignificantes, sino recorrer el camino que abrió el Señor, que es el de la pequeñez, el de la kénosis, el abajamiento y la condescendencia». El Pontífice ha recordado que «Jesús descendió hasta llegar a esconderse en los pliegues de la humanidad y en las llagas de nuestra carne. Nos ha salvado, sirviéndonos».

No imponer, sino proponer

Francisco ha recordado que el Apóstol «reconoció la dignidad de sus interlocutores y acogió su sensibilidad religiosa», y que «su estilo no fue impositivo, sino propositivo; no estaba fundado en el proselitismo, sino en la mansedumbre de Jesús». Eso fue posible, ha explicado el Papa, «porque Pablo tenía una mirada espiritual sobre la realidad, creía que el Espíritu Santo trabaja en el corazón del hombre, más allá de las etiquetas religiosas».

El Pontífice ha citado unas palabras de Benedicto XVI a propósito de la visita de Pablo al Areópago, señalando que «debemos interesarnos mucho por las personas agnósticas o ateas, pero tenemos que estar atentos, porque “cuando hablamos de una nueva evangelización, estas personas tal vez se asustan. No quieren verse a sí mismas como objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad”».

«También hoy a nosotros se nos pide la actitud de la acogida, el estilo de la hospitalidad, un corazón animado por el deseo de crear comunión en medio de las diferencias humanas, culturales y religiosas. El desafío es elaborar la pasión por el conjunto, que nos conduzca –católicos, ortodoxos, hermanos y hermanas de otros credos– a escucharnos recíprocamente, a soñar y trabajar juntos, a cultivar la “mística” de la fraternidad», ha subrayado el Papa.

Encuentro con Jerónimo II

Antes de este encuentro en San Dionisio, el Papa se había visto con el arzobispo ortodoxo de Grecia, Jerónimo II, a quien recordó su reunión hace cinco años en la isla de Lesbos, «en la emergencia de uno de los dramas más grandes de nuestro tiempo, el de tantos hermanos y hermanas migrantes que no pueden ser dejados en la indiferencia y vistos sólo como una carga que hay que gestionar». «Ahora volvemos a encontrarnos para compartir la alegría de la fraternidad y mirar al Mediterráneo que nos rodea no sólo como un lugar que preocupa y divide, sino también como un mar que nos une», ha celebrado el Pontífice.

Francisco con el arzobispo ortodoxo de Atenas y toda Grecia, Jerónimo II. Foto: CNS Photo / Paul Haring.

Francisco ha lanzado un llamamiento al ecumenismo: «¿Cómo podemos dar testimonio al mundo de la concordia del Evangelio si nosotros cristianos todavía estamos separados? ¿Cómo podemos anunciar el amor de Cristo que reúne a las gentes, si no estamos unidos entre nosotros? Muchos pasos se han realizado para encontrarnos. Invoquemos al Espíritu de comunión para que nos impulse en sus caminos y nos ayude a fundar la comunión no en base a cálculos, estrategias y conveniencias, sino sobre el único modelo al que hemos de mirar: la Santísima Trinidad».