¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido? - Alfa y Omega

¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

Sábado de la 22ª semana de tiempo ordinario / Lucas 6, 15

Carlos Pérez Laporta
Foto: Freepik.

Evangelio: Lucas 6, 15

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.

Unos fariseos dijeron:

«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Respondiendo Jesús, les dijo:

«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre?

Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».

Y les decía:

«El Hijo del hombre es señor del sábado».

Comentario

¿Qué es la coherencia? ¿Seguir todas las normas en su escrita forma literal? ¿Puede la vida que Dios ha pensado y nos ha regalado reducirse a unas leyes escritas? ¿Cabe toda la vida en la letra de la ley? ¿Podemos llenar nuestro corazón de este modo, siguiendo mecánicamente unas instrucciones?

De hecho, como Jesús muestra a los fariseos, ni siquiera la Biblia es un cúmulo de pautas; pues, es sobre todo una historia viva: la historia viva de Adán, de Noé, de Abraham, de David… con sus tensiones, con sus contrastes, con sus dificultades: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre?». La escritura narra la vida con Dios de aquellos hombres. Los fariseos, en el fondo lo sabían; por eso, dedicaban tantos esfuerzos a la casuística, tratando de comprender como la norma podía extender su sentido más allá de la pura letra. Pero al hacerlo caían en una formalización excesiva de la vida, porque trataban de reducirla a esa casuística, a la letra que ellos elaboraban. Y la vida, que es don gratuito, excede toda forma. La vida no está en contra de la forma, ni de las leyes escritas, porque les da sentido y las llena. Pero la vida es más, siempre más que la letra escrita. No podemos dominarla en un entramado de reglas.

La coherencia es, por tanto, mantenerse apegado a la vida. Vivir en conexión íntima con ella, seguirla. Es a través de la vida que nos ponemos al servicio de Dios: «El Hijo del hombre es señor del sábado». Es al recorrer la vida que se encuentra a Dios. Y las normas son la forma de aproximarnos a la vida, de buscar en ella su sentido. Pero son instrumento al servicio de la vida.