«Europa no se soñó como una agencia para distribuir las colonizaciones ideológicas»
Francisco ha recordado durante la audiencia su viaje a Budapest y Eslovaquia y ha pedido que se custodien las raíces de una Europa «donde la presencia de Dios se diluye en el consumismo y en los vapores de un pensamiento único»
El Papa ha dedicado la catequesis de la audiencia general de este miércoles a repasar su viaje apostólico a Budapest y Eslovaquia, el cual ha resumido así al comienzo de su alocución: «Ha sido una peregrinación de oración, una peregrinación a las raíces y una peregrinación de esperanza». Precisamente, Francisco ha dividido su viaje en tres etapas que coinciden con las palabras oración, raíces y esperanza.
En primer lugar, el Pontífice ha asegurado que su viaje lo inició con la oración, porque «a esto, a rezar, es a lo que está llamado el pueblo de Dios». La vida, ha dicho, deber ser así: «Rezar, caminar, peregrinar y hacer penitencia». Y esto tiene especial importancia en el continente europeo, «donde la presencia de Dios se diluye –lo vemos todos los días– en el consumismo y en los vapores de un pensamiento único», ha advertido el Santo Padre.
Y en la oración, según el Papa, hay que hacer memoria, «porque no hay oración sin memoria». En este sentido, ha recordado una vivencia que le contó un obispo eslovaco durante el viaje: «“Yo era conductor de tranvías para esconderme de los comunistas”. Qué bravo esto», ha subrayado Francisco. «En la persecución, este obispo era un conductor de tranvía. Y después, a escondidas, hacía su servicio de obispo y nadie lo sabía. Así es la persecución».
Custodiar las raíces
El segundo aspecto que ha destacado durante la catequesis son las raíces, «que están siempre vivas» porque proceden del «Espíritu Santo» y que «deben ser custodiadas». Sin embargo, el Pontífice ha advertido de que no hay que custodiarlas «como si fueran objetos de museo» o «instrumentalizarlas por intereses de prestigio o de poder para consolidar una identidad cerrada. No, esto significaría traicionarlas y esterilizarlas». Las raíces «no son para refugiarte en ellas, sino para ir adelante».
Por su parte, Francisco ha subrayado el papel de los padres de la Unión Europea, en los que pensó a menudo durante su viaje. «Ellos soñaron la UE no como una agencia para distribuir las colonizaciones ideológicas de la moda», ha señalado.
Parejas jóvenes contra el invierno demográfico
Sobre la esperanza, el Santo Padre ha destacado su encuentro con tantas parejas jóvenes y niños. Esto le hizo pensar «en el invierno demográfico que estamos viviendo» y cómo «en otros países florecen las parejas jóvenes y los niños como signo de esperanza».
En este punto, también ha querido acordarse de la beata Ana Calesarova, joven eslovaca que defendió su dignidad contra la violencia a costa de su vida. «Un testimonio más actual que nunca, porque la violencia sobre las mujeres es una llaga abierta por doquier».
Por último, el Papa ha reconocido que pudo ver la esperanza «en muchas personas que silenciosamente se ocupan y se preocupan por el prójimo». Así, ha recordado a las hermanas misioneras de la Caridad del Centro Belén de Bratislava. «Extraordinarias monjitas que acogen a personas descartadas de la sociedad. Rezan, sirven, y ayudan tanto. Son heroínas de esta civilización», ha asegurado, para después pedir un aplauso por ellas. También ha destacado la labor de los salesianos con la comunidad romaní.
Antes de concluir, ha dado las gracias a todos los que hicieron posible el viaje y ha destacado la palabra «juntos», porque «el futuro será de esperanza» si lo afrontamos «junto con los diversos ritos de la Iglesia católica, con los hermanos de otras confesiones cristianas, con los hermanos judíos, con los creyentes de otras religiones, con los más débiles…».