Etty Hillesum y la libertad de acoger a Dios - Alfa y Omega

Etty Hillesum y la libertad de acoger a Dios

Una obra rescata los diarios de la joven que sintió la misericordia de Dios y quiso ser «bálsamo para las heridas» en un campo de concentración

Rodrigo Pinedo
Carla Vilallonga, que interpreta a Etty Hillesum, en el escenario junto a Andreas König. Foto: Lupe de la Vallina.

En junio de 1942, cuando la aniquilación de la comunidad judía en los Países Bajos parecía inminente y llegaban terribles noticias de los territorios ocupados por Alemania, Etty Hillesum escribía en su diario que «Dios no es responsable ante nosotros del daño absurdo que nos causamos unos a otros. ¡Somos nosotros los responsables ante Él!». «La vida es bella y llena de sentido», aseveraba la joven judía que, por aquel entonces, era voluntaria en el campo de concentración de Westerbork y deseaba ser «bálsamo para todas las heridas». Ella misma acabó retenida allí, junto a 10.000 personas. Su rastro se perdió en septiembre de 1943, cuando fue enviada a Auschwitz.

En la obra Etty Hillesum 500 x 600 —cuyo título alude al tamaño del campo de tránsito y que puede verse en la sala Arapiles 16 de Madrid durante el mes de noviembre— se pone de manifiesto precisamente que, «cuando Dios ya ha derramado su Gracia sobre ti, el principal obstáculo es tu libertad: decir que sí o decir que no». Lo subraya Carla Vilallonga, que interpreta a la joven y se ha volcado personalmente en la puesta en marcha del proyecto. Apenas había oído alguna referencia de esta historia hasta que, en 2017, una chica italiana le regaló sus diarios y los devoró. «Me fascinó la forma en la que aborda temas como las heridas con la propia familia, la salud mental, la pregunta por el sentido de la vida, el reconocer que nada te basta o la búsqueda insaciable, que se refleja, por ejemplo, en comer ansiosamente…», asegura en conversación con Alfa y Omega tras una de las primeras representaciones.

«Es un personaje con el que es muy fácil identificarse»
Carla Vilallonga
Actriz

La idea de llevar la vida de Etty Hillesum a las tablas empezó a coger forma dos años después. Vilallonga ya había compaginado su trabajo en el Vicerrectorado de Internacionalización de la Universidad Francisco de Vitoria con su paso por varias academias de teatro, pero «quería montar un proyecto más profesional» y enseguida pensó en el diario de la joven judía. «No me veía capacitada para hacer una síntesis y elaborar un guion. Providencialmente me enteré de que había habido una representación en Italia de los diarios, basándose en una versión teatral que había hecho una periodista, Marina Corradi. Me puse en contacto con ella —recuerda— y me regaló el texto». En pleno confinamiento, involucró a la directora, Paola Pozzo, y empezaron a adaptar el guion y a ver las piezas musicales con Javier Monsalve: «La dirección de Paola ha sido fantástica. Es una persona con mucha capacidad para crear, para empatizar con el personaje… Se ha enamorado de Etty, de su historia. El músico, Javier, ha sido muy delicado. Tiene una gran sensibilidad y eligió con mucho cuidado las piezas que acompañan la obra. Fueron varios meses muy intensos de trabajo, pero el proceso fue una delicia».

Ahora, acompañada en el escenario por el músico alemán Andreas König —que también ha aportado algunas variaciones en la música—, Vilallonga maneja todos los registros. Muestra a esa Etty Hillesum caprichosa y temperamental comiendo nubes de algodón de manera compulsiva, o a esa Etty «pecadora como todo el mundo», pero también a esa Etty «con sensibilidad e inteligencia» que va dejando que Dios entre en su vida y proclama pletórica que «¡todo en mí espera ser transformado!». Con una escenografía sencilla pero efectiva, y con un texto construido fundamentalmente con extractos de sus diarios, acerca al espectador a un personaje con el que, en palabras de la actriz, «es muy fácil identificarse».

—¿Qué mensaje le gustaría que quede entre el público?

—El mensaje es la misericordia de Dios por encima de todo. Es un mensaje fundamental hoy porque medimos nuestro valor en función de lo que hacemos bien o hacemos mal y, cuando hacemos algo mal u otro lo hace mal, nos condenamos o condenamos a los demás. Necesitamos una mirada de misericordia. La misericordia existe y puede atravesar tu vida.

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