Estrella polar del cielo de Salamanca - Alfa y Omega

Estrella polar del cielo de Salamanca

La Catedral Nueva de Salamanca cumple quinientos años de Historia. Una construcción joven, si se compara con su compañera de fatigas, la Catedral Vieja, que comenzó a edificarse durante el primer tercio del siglo XII. Pero el medio milenio de las piedras catedralicias, aunque parezca que fue ayer cuando comenzaron a «dominar el cielo de Salamanca, siendo su estrella polar desde muchos kilómetros a la redonda» –como señala don Mariano Casas Hernández, coordinador del V Centenario–, han dejado poso, y reposo, en la ciudad universitaria

Cristina Sánchez Aguilar
Un momento de la Misa conmemorativa del V Centenario. Foto de Heliodoro Ordás.

«La catedral ha sido, históricamente, uno de los elementos configuradores de la ciudad. Y, en muchos momentos, ha sido su principal defensora y valedora», recuerda don Mariano Casas, coordinador del V Centenario de la Catedral Nueva de Salamanca. Foco de cultura durante siglos, el templo y la sabiduría generada a su alrededor catapultaron la expansión de la Universidad de Salamanca. También acogió, entonces inacabada, los pasos y meditaciones de santa Teresa de Jesús, «animándola a poner, piedra sobre piedra, los sillares espirituales de una Iglesia todavía en construcción», recuerda el sacerdote Antonio Matilla, en un artículo publicado en la revista diocesana Comunidad.

Primer altar para la diócesis

Los salmantinos otorgan a la Catedral Nueva la categoría de primer altar, afirma don Mariano Casas. Entre sus muros, «la comunidad se reúne, en torno a su obispo, para la escucha de la Palabra y la celebración de los sacramentos», recalca. Lo ha hecho desde que fue levantada, y lo hizo el pasado domingo, cuando cientos de fieles abarrotaban su nave central, durante la Eucaristía que conmemoró el quinto centenario de la colocación de la primera piedra. Presidida por el obispo diocesano, monseñor Carlos López, la celebración eucarística contó con la presencia de más de 150 sacerdotes llegados de todos los puntos de España, además de gran parte de la corporación municipal. A ellos, a los presentes, monseñor López recordó la importancia que tiene el templo en la ciudad, y agradeció los cinco años de vida de «la madre de todas las iglesias», para la que pidió su «santificación».

Un poco de Historia

La Catedral Nueva de Salamanca, edificada entre 1513 y 1733, es, junto a la de Segovia, una de las dos últimas catedrales de estilo gótico que se construyeron en España. La Catedral Vieja, anexa a la nueva construcción, tenía un final más triste que el que la Historia nos regaló. Se pensó derruirla, aunque sólo después de terminar la nueva, para mantenerla abierta al culto durante las obras. Pero a su término, en el siglo XVIII, se reconsideró la idea. Y hasta hoy.

La idea de construir un templo más novedoso surgió en el siglo XV, debido al aumento demográfico de la ciudad, especialmente por la fuerte atracción de la Universidad. La Catedral Vieja parecía, entonces –y como recogen algunos archivos de la época–, «pequeña y baja». Así se inició su construcción, aunque durante casi todo el siglo XVII las obras estuvieron paradas, y se reanudaron de nuevo en el siglo XVIII, hasta su finalización en 1733.

Vista de la fachada de la Catedral Nueva de Salamanca.

Los siglos también la han puesto a prueba. Por ejemplo, la catedral sufrió los efectos del terremoto de Lisboa, en 1755, motivo por el cual hubo que rehacer la cúpula y reforzar el campanario. Y un dato curioso es que, hacia 1812, el ejército francés derribó los edificios de la zona norte, lo que dejó una vista más libre de la fachada lateral, que no estaba especialmente preparada para ser exhibida. Esto ha provocado que, a lo largo de los años, las fotos más conocidas de la catedral sean de esta fachada, quedando en segundo plano la fachada principal, situada en una calle más estrecha.

El futuro, por muchos siglos más

«Construida para albergar a la mitad de la población de la ciudad, hoy es un grito silencioso, en piedra: Salmantinos, ¿dónde está vuestra fe?», se pregunta el sacerdote Matilla. «En qué o en quién creéis hoy? ¿Por qué dejáis vacías las naves de vuestra iglesia-madre?», añade.

Ése es el objetivo, ahora, de la diócesis, y especialmente del Cabildo catedralicio. «Convirtamos a la catedral en la gran casa del Padre donde se encuentre la totalidad de la diócesis», pide don Mariano Casas. Que la catedral sea, más que nunca en su historia, «santuario diocesano, donde la liturgia vuelva a ser referente para el resto de templos y parroquias, donde cada uno de los fieles acuda a encontrarse con los brazos abiertos del Cristo de las Batallas, o con el regazo amoroso de Santa María de la Vega, donde las plegarias calladas, y visibles en gestos y actitudes, vuelvan a poblar todos los rincones, donde se encuentre la deseada paz y sosiego».