Ignacio Doñoro: «Estos niños han vivido situaciones espeluznantes»
El sacerdote Ignacio Doñoro escribe El fuego de María (Nueva Eva) para «dar voz a los últimos de la tierra» y para «ayudar a los lectores a mantener viva la esperanza»
Antes de que el sacerdote Ignacio Doñoro relate la historia de uno de sus chicos del Hogar Nazaret, advierte: «Son todas muy impactantes, porque, desgraciadamente, la primera condición que cumplen todos los niños que llegan al Hogar Nazaret es que no los quiere nadie. Muchos tienen padre y madre, pero han vivido en casa situaciones espeluznantes. Una de las historias más llamativas es, quizá, la de Tarek».
Se trata de un niño de unos cuatros años. Un día apareció en la puerta del hogar rodeado de policías, un psicólogo del poder judicial y de varios médicos. En principio, solo pasaría allí una noche. Al día siguiente, la misma comitiva vendría a recogerlo para ingresarlo en un pabellón de psiquiatría infantil en Lima. Pero antes de entregarle al niño, «el psicólogo me explicó que nunca había visto un caso tan terrible, porque aquel pequeño había sufrido prácticas sadomasoquistas», recuerda el sacerdote en conversación con Alfa y Omega.
Gritar durante horas
Cuando se marcharon, Tarek «se puso a gritar con toda la fuerza de sus pulmones y así se pasó varias horas», hasta el punto de que «los vecinos vinieron a protestar porque no podían dormir». El sacerdote solo pudo calmar al pequeño con un helado de chocolate que le introdujo en la boca y que le compró a una de aquellas vecinas desveladas. El helado vino acompañado, además, de un abrazo, de una caricia «y, poco a poco, se quedó dormido».
Al día siguiente, volvieron los gritos, pero entonces Doñoro logró tranquilizarle sin helado. Los que no regresaron fueron los policías, «ni ese día ni tampoco los siguientes, por lo que decidí llevarlo al médico. Tenía el estómago hinchado y lleno de parásitos».
El mismo niño
Una vez recuperado físicamente, el sacerdote llevó a Tarek al jardín de infancia y allí experimentó un cambio brutal. De hecho, cuando un año después aparecieron los de la Policía con el mismo despliegue, «una mujer se me acercó y me preguntó quién de los niños era Tarek. ¡No lo reconocían! No se podían creer que aquel pequeño que estaba tan contento fuera el mismo niño que ellos me habían entregado».
Ya no tenía sentido llevárselo al psiquiátrico. De todos modos, «le preguntaron a él si quería irse con ellos. Él les contestó que no podía marcharse, porque los otros niños eran muy traviesos y él tenía que cuidar de su «papá», como me llamaba a mí». Estas palabras se le grabaron a fuego al sacerdote: «Ver que, a pesar de su cruz, de lo pequeño que era y del horror que había vivido, era capaz de amar, de ser feliz e incluso de preocuparse por mí, fue una enorme lección».
El fuego de María
La de Tarek es una de las historias que el padre Doñoro ha incluido en su libro El fuego de María, publicado por la editorial Nueva Eva, escrito con la intención de «reflejar la enorme capacidad de superación del ser humano, que cuando se siente amado es capaz de volver a empezar e incluso perdona a quienes tanto daño le han hecho».
El libro cuenta también algunos acontecimientos y encuentros que «marcaron un hito en mi vida» y que «me fueron configurando y preparando para lo que después me encontraría en la selva del Amazonas», un lugar donde «las condiciones de vida son durísimas y donde muchas personas viven una pobreza tan extrema que desde España cuesta imaginarla». Allí precisamente está situado el Hogar Nazaret, a la que el sacerdote le dedica exclusivamente la segunda parte del libro y a cuyo sostenimiento irán destinados los beneficios de su venta.
Doble objetivo
Según su autor, El fuego de María pretende, por un lado, «dar voz a los últimos de la tierra, a los desheredados, a los que nadie quiere, a los que viven en la espalda del mundo».
Por otro, «me encantaría que ayudara a los lectores a mantener viva la esperanza, la alegría y la capacidad de amar. Por muchas dificultades que estemos atravesando, todos tenemos motivos para ser felices. El principal es que Dios está loco de amor por nosotros».
Pequeña explotación agrícola
Más allá del libro, el Hogar Nazaret está tratando en la actualidad de «encontrar los recursos suficientes para nuestro sostenimiento, porque no podemos estar constantemente pidiendo auxilio para comer», asegura Ignacio Doñoro.
En este sentido, «nos acabamos de embarcar en un proyecto. El Gobierno regional nos ha regalado dos vacas y queremos poco a poco ir formando una pequeña explotación agrícola y ganadera para poder generar nuestros propios recursos».
Al mismo tiempo, «nos gustaría ofrecer formación a los más mayores del Hogar tras su etapa escolar, para que los que lo deseen puedan aprender a trabajar la tierra y así ganarse la vida en un futuro», concluye el sacerdote.