Este es el discípulo que ha escrito todo esto, y su testimonio es verdadero - Alfa y Omega

Este es el discípulo que ha escrito todo esto, y su testimonio es verdadero

Sábado de la 7ª semana de Pascua o San Juan I, papa y mártir / Juan 21, 20-25

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Freepik.

Evangelio: Juan 21, 20-25

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?».

Al verlo, Pedro dice a Jesús:

«Señor, y éste ¿qué?». Jesús le contesta:

«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme».

Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?».

Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.

Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.

Comentario

Pedro tiene que aprender este nuevo amor que tiene. Lo tiene, y en cierta manera es suyo, porque urge su propio corazón. Pedro tiene ese amor porque lo ha recibido al ser amado personalmente por Jesús. El Amor de Dios no es genérico, no es una fuerza abstracta. El Amor de Dios es personal. De hecho, el Amor de Dios es la persona del Espíritu Santo. De ese modo, Jesús ha tenido un amor personal por Pedro. Por lo mismo, Pedro quiere a Jesús con un amor que es del todo personal: que proviene de motivos concretos que le implican a él, que proviene de su propia historia y circunstancia, en la que él ha sido querido por Jesús.

Sin embargo, Pedro tiene que aprender que ese amor personal es al mismo tiempo para todos (católico): «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme». El amor personal que Dios nos tiene es al mismo tiempo universal: Dios quiere con un mismo Espíritu a todos y cada uno de los hombres. De ese modo, el amor personal de Cristo se abre a cada hombre de la historia, y a través de la historia: el amor personal que Pedro tiene a Cristo se expresará en el amor a las ovejas, porque es el mismo Amor con el que Dios las quiere a cada uno en concreto. De tal modo, que la historia del Amor divino no cabe en todos los libros del mundo: «si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir».