«Estamos cansados de ver Tierra Santa manchada de sangre»
Para el patriarca, y así se lo pide a los líderes israelíes y palestinos, «es el momento de mostrar coraje y trabajar para el establecimiento de una paz justa» porque «cada uno de los dos pueblos de Tierra Santa, israelíes y palestinos, tienen derecho a la dignidad, a un estado independiente y seguridad sostenible»
El patriarca latino de Jerusalén, su beatitud Fouad Twal, pronunció su tradicional mensaje de Navidad en el que explicó que «dentro de unos días vamos a celebrar el nacimiento de Cristo… sin embargo todo está distorsionado “porque el mundo sigue haciendo la guerra”. Esta famosa “tercera guerra mundial se libra por partes”, de la que el Papa habla a menudo, se está desarrollando ante nuestros ojos en nuestra región».
«¡Qué sufrimiento —ha dicho Su Beatitud— es ver, una vez más, nuestra querida Tierra Santa atrapada en el círculo vicioso de la violencia sangrienta! ¡Qué doloroso es ver, nuevamente, que el odio prevalece sobre la razón y el diálogo! La angustia de la gente de esta tierra es nuestra, y no podemos ignorar o despreciar. ¡Basta! Estamos cansados de este conflicto, de ver cómo la Tierra Santa está manchada de sangre».
Para el patriarca, y así se lo pide a los líderes israelíes y palestinos, «es el momento de mostrar coraje y trabajar para el establecimiento de una paz justa» porque «cada uno de los dos pueblos de Tierra Santa, israelíes y palestinos, tienen derecho a la dignidad, a un estado independiente y seguridad sostenible».
Pero esa paz no llegará haciendo la guerra. «La respuesta militar y el uso de la fuerza no pueden resolver los problemas de la humanidad», ha dicho Fouad. La respuesta «es el Jubileo de la Misericordia», inaugurado por el Papa Francisco el 8 de diciembre. «La misericordia es el remedio para los males de nuestro tiempo. Es a través de la misericordia que hacemos visible al mundo la ternura y cercanía de Dios».
Su Beatitud también ha criticado la doble vara de medir de varias potencias internacionales. «Por un lado, algunos hablan de diálogo de justicia y de paz, mientras que por otro lado, promueven la venta de armas a los beligerantes! Grande es su responsabilidad en estas tragedias devastadoras, y responderán ante Dios por la sangre de sus hermanos».
La educación, un valor fundamental
Ante esta situación, «¿qué hacer?», se pregunta Twal. «Creemo en el valor fundamental de la educación», ha dicho. Y acontinuación a puesto de ejemplo las escuelas cristianas en Israel «que están abiertas a todos los ciudadanos sin distinción, y en base a principios fraterno: el diálogo y la paz».
Esta perspectiva interreligiosa ha llevado a Fouad ha recordar en su mensaje el quincuagésimo aniversario de Nostra Aetate, documento que establece las bases para el diálogo entra la Iglesia y las religiones no cristianas. «Aquí en Tierra Santa, este diálogo es de suma importancia cuando existen dificultades, pero hay que seguir esperando aún más, a la viabilidad de un diálogo judeo-cristiano-musulmán».
Apagar las luces del árbol
Para el patriarca Latino de Jerusalén «la situación política actual sugiere celebraciones moderadas y profundizar nuestro sentido espiritual de este recuerdo». Por esta razón ha invitado a todas las parroquias a apagar las luces del árbol de Navidad durante cinco minutos «como signo de solidaridad con todas las víctimas de la violencia y el terrorismo». Esta también será la intención de la Misa de Navidad, que se ofrecerá por «las víctimas y sus familias, para que puedan participar en la alegría y la paz de la Navidad».
«El nacimiento de Cristo es un signo de la Misericordia del Padre, y una promesa de felicidad para todos nosotros. Este mensaje brilla sobre nuestro mundo herido, para consolar a los afligidos, a los oprimidos y para llevar a cabo la conversión de los corazones violentos», ha concluido el patriarca.
Queridos amigos,
Estimados fieles de la Tierra Santa,
A todos vosotros y vuestros seres queridos, les deseo una Navidad llena de alegría y bendiciones!
A nuestros queridos periodistas-amigos, gracias por su presencia aquí hoy. Gracias por la valiosa labor que ustedes realizan con franqueza, libertad y sabiduría, orientados por una preocupación continua e interés por la Verdad.
Dentro de unos días vamos a celebrar el nacimiento de Cristo; la Navidad, el misterio de la Encarnación, el misterio del Verbo Eterno que «se hizo carne y habitó entre nosotros». Navidad, la fiesta de la Luz, que brilla en la noche, una celebración de alegría, esperanza y paz. Niños del mundo sueñan con una maravillosa celebración con regalos, luces, árboles decorados y pesebres. Sin embargo, y repito las mismas palabras del Papa Francisco, todo está distorsionado «porque el mundo sigue haciendo la guerra”. Esta famosa “tercera guerra mundial se libra por partes», de la que el Papa habla a menudo, se está desarrollando ante nuestros ojos en nuestra región.
I- Violencia
—¡Qué sufrimiento es ver, una vez más, nuestra querida Tierra Santa atrapada en el círculo vicioso de la violencia sangrienta! ¡Qué doloroso es ver, nuevamente, que el odio prevalece sobre la razón y el diálogo! La angustia de la gente de esta tierra es nuestra, y no podemos ignorar o despreciar. ¡Basta! Estamos cansados de este conflicto, de ver cómo la Tierra Santa está manchada de sangre.
Es para los líderes israelíes y palestinos que decimos, es el momento de mostrar coraje y trabajar para el establecimiento de una paz justa. ¡Basta ya de estancamiento, renuencia y falsos pretextos! ¡Respetad las resoluciones internacionales! ¡Escuchad la voz de vuestros pueblos que desean la paz y actuad en su interés! Cada uno de los dos pueblos de Tierra Santa, israelíes y palestinos, tienen derecho a la dignidad, a un estado independiente y seguridad sostenible.
—Por desgracia, nuestra situación en Tierra Santa resuena en el mundo, enfrentando una amenaza terrorista sin precedentes. Una ideología mortal basada en el fanatismo religioso y la obstinación, extendiendo el terror y la barbarie en medio de la gente inocente. Ayer, fue el Líbano, Francia, Rusia, Estados Unidos; pero la guerra se ha estado librando desde hace años en Irak y Siria. La situación en Siria está también en el centro de esta crisis; y el futuro del Medio Oriente depende de la resolución de este conflicto.
Estas terribles guerras son impulsadas por el comercio de armas, con la participación de varias potencias internacionales. Estamos frente a una situación de lo absurdo total y la duplicidad. ¡Por un lado, algunos hablan de diálogo, de justicia y de paz, mientras que por otro lado, promueven la venta de armas a los beligerantes! Hacemos un llamado a la conversión, estos traficantes de armas sin escrúpulos que no tienen conciencia, para que hagan las paces. Grande es su responsabilidad en estas tragedias devastadoras, y responderán ante Dios por la sangre de sus hermanos.
La respuesta militar y el uso de la fuerza no pueden resolver los problemas de la humanidad. Tenemos que encontrar la raíz y causa de este flagelo, para abordarlas. Debemos luchar contra la pobreza y la injusticia, que pueden constituir un terreno fértil para el terrorismo. Del mismo modo, hay que promover la educación en la tolerancia y la aceptación del otro.
—La Iglesia y la comunidad de los creyentes, también tienen que responder a la situación actual. Esta respuesta es el Jubileo de la Misericordia, inaugurado el 8 de diciembre por el Papa Francisco. La misericordia es el remedio para los males de nuestro tiempo. Es, a través de la misericordia que hacemos visible al mundo la ternura y cercanía de Dios.
La misericordia no se limita a las relaciones individuales, sino que abarca la vida pública en todos sus sectores (políticos, económicos, culturales, sociales), en todos los niveles (internacional, regional y local) y en todas las direcciones (entre estados, pueblos, culturas y religiones). Cuando la misericordia se convierte en un componente básico de la acción pública, el mundo puede ser transformado desde la esfera de los intereses egoístas, a la de los valores humanos.
«La misericordia es un acto político por excelencia, siempre que la política se establezca en su sentido más noble, de cuidar a la familia humana que comienza con valores éticos, la cual, la misericordia es un componente principal, opuesto a la violencia, la opresión, la injusticia y el espíritu de dominación».
Durante este Año de la Merced, invitamos a los peregrinos a visitar la Tierra Santa. Por invitación del Santo Padre, abrimos una Puerta Santa, una Puerta de la Misericordia en las iglesias designadas en la diócesis: la Basílica de Getsemaní en Jerusalén, la Basílica de la Anunciación en Nazaret y la Iglesia de Santa Catalina en Belén. Los peregrinos no deben tener miedo de venir. A pesar de la tensa situación en esta tierra, la ruta de peregrinación es segura y son respetadas y apreciadas por todos los sectores en Tierra Santa.
II- ¿Qué hacer?
—También creemos en el valor fundamental de la educación. ¿Cómo podemos olvidar la amarga lucha para mantener nuestras escuelas cristianas en Israel? ¿Cómo no agradecer a todos los que participaron, padres, niños y maestros? Un número de líderes y funcionarios políticos, entre ellos el Presidente israelí, Reuven Rivlin, y varios miembros de la Knesset, han trabajado para esta noble causa. Ellos han demostrado un compromiso con la educación, ofrecida por las escuelas cristianas que están abiertas a todos los ciudadanos sin distinción, y en base a principios fraternos, el diálogo y la paz.
—Esta perspectiva interreligiosa me lleva al quincuagésimo aniversario de Nostra Aetate, probablemente el documento más revolucionario del Concilio Vaticano II. Esta declaración establece las bases para el diálogo entre la Iglesia y las religiones no cristianas. Aquí en Tierra Santa, este diálogo es de suma importancia cuando existen dificultades, pero hay que seguir esperando aún más, a la viabilidad de un diálogo judeo-cristiano-musulmán.
También felicito a nuestro Vicariato de Santiago para los católicos de lengua hebrea, que celebra sus sesenta años de existencia. Se sigue trabajando para el diálogo judeo-cristiano, y en servir generosamente a las comunidades migrantes.
III. Celebración de Navidad de este año
—La situación política actual sugiere celebraciones moderadas y profundizar nuestro sentido espiritual de este recuerdo. Por esta razón, invitamos a todas las parroquias a apagar las luces del árbol de Navidad, durante cinco minutos, como signo de solidaridad con todas las víctimas de la violencia y el terrorismo. Del mismo modo, nuestra Misa de Navidad se ofrecerá a las víctimas y sus familias, para que puedan participar en la alegría y la paz de la Navidad.
—Entrada solemne del Patriarca
Desde principios de este mes, y junto con la Custodia de Tierra Santa, hemos creado un comité para reorganizar la entrada solemne del Patriarca, el 24 de diciembre, en Belén. Varias medidas se han llevado a cabo para que la llegada de la procesión en Belén no se atrase y se haga de manera ordenada en la Plaza del Pesebre y en la zona de la Iglesia de la Natividad. Un lugar para los periodistas y fotógrafos ha sido designado.
Me gustaría concluir agradeciendo al Papa Francisco por varias razones. En primer lugar, por la canonización de las dos santas palestinas el pasado mes de mayo, y posteriormente por el Sínodo de los Obispos sobre la Familia, al que tuve la alegría de participar; por el motu proprio, simplificando el proceso para la nulidad del matrimonio; por el histórico Acuerdo Bilateral entre la Santa Sede y el Estado de Palestina; y finalmente por su encíclica Laudato Si, sobre los principales asuntos de nuestro planeta y de la humanidad, el cuidado de nuestro hogar común, para la creación y protección del medio ambiente.
Conclusión
«Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 9, 5).
Queridos amigos, el nacimiento de Cristo es un signo de la Misericordia del Padre, y una promesa de felicidad para todos nosotros. Este mensaje brilla sobre nuestro mundo herido, para consolar a los afligidos, a los oprimidos y para llevar a cabo la conversión de los corazones violentos.