Españoles en el Sínodo: Iglesia evangelizada-Iglesia evangelizadora - Alfa y Omega

Españoles en el Sínodo: Iglesia evangelizada-Iglesia evangelizadora

«¿Estuvo la Iglesia a la altura del gran reto del secularismo?», se preguntó el cardenal Rouco, el lunes, en el Sínodo de los Obispos. El mismo día, intervinieron el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, y el obispo de Almería, monseñor González Montes. Monseñor Blázquez, arzobispo de Valladolid, presentó unos días antes la experiencia del Camino Neocatecumenal, mientras que el Prelado del Opus Dei destacó la importancia de obispos y sacerdotes santos, y los Superiores religiosos españoles se centraron en los retos de la misión

Redacción

La nueva evangelización se inserta en un contexto cultural, el secularismo, que «se inicia en el siglo XVIII y culmina en el siglo XX con el postulado de la muerte de Dios y con la exaltación del superhombre —explicó el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid—. Los dos más formidables totalitarismos de la época —comunismo y nacionalsocialismo—, así como las dos grandes guerras mundiales, son inexplicables sin esas dos tesis, que hacen crisis después de 1945». Pero el secularismo sobrevivió a estas criminales ideologías, y resurgió de sus cenizas en Occidente, con radicales consecuencias antropológicas. «La revolución del 68 lo relanzó y lo radicalizó hasta el extremo de la negación de la dignidad de toda persona humana: una cría de chimpancé sana —no dudaría en defender el conocido antropólogo anglosajón Peter Singer— tiene más derecho a la vida que un niño discapacitado».

El contexto cultural es difícil, pero no basta para explicar todo el problema: «¿Estuvo la Iglesia —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— a la altura de este reto?», se pregunta el Presidente de la Conferencia Episcopal Española. «¿No se dejaron en ocasiones influir por la ideología secularista? ¿No nos ha costado a veces mostrar lo que somos y quiénes somos interna y externamente en la plaza pública de la Historia (Benedicto XVI)? El Santo Padre nos ha llamado a la desmundanización. ¡Urge responder con el examen de conciencia de nuestros pecados y con la conversión del corazón! Sin esta premisa, hondamente espiritual, el empeño de evangelizar de nuevo sería vano. Iglesia evangelizada -Iglesia evangelizadora: ¡es la ecuación de Juan Pablo II!», formulada en su última visita a España.

Jesucristo interpela al hombre de hoy

El lunes fue también el día de la intervención del cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona. El esquema de su ponencia difundido por la Santa Sede alude a los «aspectos relevantes en orden a la nueva evangelización», y el primero es «centrarse en el redescubrimiento del Evangelio, con su anuncio y su centro: Cristo, capaz de interpelar al hombre de hoy». También se menciona la importancia de valorar al laicado.

A las intervenciones de ambos cardenales, precedió, el miércoles 10 de octubre, la del arzobispo de Valladolid y vicepresidente de la CEE, monseñor Ricardo Blázquez, quien se preguntó acerca de la relación entre el catecumenado y la nueva evangelización. Con la institución del catecumenado, tan representativa de los inicios de la Iglesia, «se crea una profunda fraternidad» y «la persona se siente apoyada por los otros hermanos para poder vivir cristianamente en medio de una sociedad muchas veces indiferente o incluso hostil a la fe cristiana y a la Iglesia». Inspiradas en esa realidad, han surgido hoy nuevas formas de catecumenado postbautismal, como el Camino Neocatecumenal, sobre el que monseñor Blázquez ofreció su experiencia e impresión personal. En el Camino, la persona crea fuertes lazos con otras, y descubre «las realidades fundamentales de la fe», y a partir de ello descubre «el sentido del Bautismo ya recibido» y se abre a la vocación a la que Dios le llama (matrimonio, sacerdocio…). En paralelo, se cultiva intensamente el celo apostólico, comenzando, en su caso, por la propia familia, con la transmisión de la fe a los hijos.

La necesidad de fortalecer el catecumenado de adultos la subrayó monseñor González Montes, presidente de la Comisión episcopal para la Doctrina de la Fe. Dijo que es necesario para la nueva evangelización fortalecer «la comunión eclesial» y mejorar «la cooperación entre la parroquia, la familia y la escuela en la educación cristiana de niños y jóvenes».

«La fe es obra de Dios, pero llega a los hombres que no conocen a Cristo por medio de los que le conocen y le aman», fue el punto de partida del obispo de Almería. «La cooperación en la transmisión de la fe comienza con el testimonio y se hace explícita confesión de Cristo mediante el primer anuncio», añadió. «Dar razón de la fe supone haber conocido a Cristo, pero también se le da a conocer cuando se argumenta en favor de la fe, afrontando el reto de la increencia». Dicho esto, advirtió sobre este doble efecto del testimonio cristiano: «La fe puede generar la inquietud del corazón que intuye encontrarse ante la verdad y el bien largamente buscados; pero puede también provocar oposición al Evangelio cuando la verdad proclamada es percibida como obstáculo para la propia libertad y la propia idea de felicidad. Jesús es salvador del hombre, y a la vez piedra de tropiezo y contradicción. El hombre puede rechazar el mensaje de la Iglesia porque, con la buena nueva del perdón divino, el Evangelio pide la conversión y renunciar a construir un mundo sin Dios y sin Cristo».

Pastores santos, para la aventura espiritual de la nueva evangelización

El primer reto para la nueva evangelización está en la propia Iglesia. Por eso es de especial importancia que el pueblo de Dios tenga en sus obispos y sacerdotes «maestros de santidad», dijo el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría. Deben ser coherentes, ya que su predicación será eficaz «si se vive lo que se dice y se predica lo que se vive».

También han intervenido en el Sínodo varios superiores religiosos españoles. El padre Adolfo Nicolás, Prepósito General de la Compañía de Jesús, destacó que la «manera eficaz» de comunicar el Evangelio es «el camino de la humildad, el conocer las limitaciones humanas, la sencillez del mensaje, la generosidad y la alegría» y que nuestra vida sea «un factor de credibilidad». El padre José Rodríguez Carballo, ministro general de la Orden de los Frailes Menores (franciscanos), subrayó que no hay evangelizador sin «una intensa vida de oración». Y añadió: «La pasión por el Señor va acompañada de la pasión por la Humanidad, particularmente por los más pobres», o no será creíble. «Esta pasión por la Humanidad llevará al evangelizador nuevo a no quedar al margen de algunos retos a los que el hombre de hoy es particularmente sensible -el desequilibrio ecológico, la amenaza constante de la paz, el vilipendio de los derechos humanos más fundamentales, como el derecho a la vida-, y a situarse adecuadamente en los nuevos areópagos de la misión: la educación, la cultura, las comunicaciones sociales».

«Diálogo con las culturas y las tradiciones religiosas de los pueblos» y «fuerte llamada a la conversión», fueron los dos ejes planteados por monseñor Josep María Abella, Superior General de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (claretianos). «La nueva evangelización es una aventura espiritual que se expresará en opciones apostólicas diversas en los diversos contextos». Pero si no hay antes «una profunda sensibilidad evangélica», que permita observar la realidad con el corazón de Jesús, «será muy difícil leer los signos de los tiempos y dar con iniciativas apostólicas adecuadas y creíbles».