España celebra en Roma a su nuevo Doctor de la Iglesia. Un modelo para la misión - Alfa y Omega

España celebra en Roma a su nuevo Doctor de la Iglesia. Un modelo para la misión

62 obispos españoles han venido a Roma para participar en la proclamación de san Juan de Ávila (1499-1569) como Doctor de la Iglesia universal. En la misma celebración, el Papa proclamaba Doctora de la Iglesia a la benedictina Hildegarda de Bingen (1098-1179)

Jesús Colina. Roma
Un grupo de paisanos de san Juan de Ávila participan en la Eucaristía en la que éste fue proclamado Doctor de la Iglesia.

En la homilía de la celebración eucarística, el Santo Padre presentó a Juan de Ávila como «profundo conocedor de las Sagradas Escrituras», y «dotado de un ardiente espíritu misionero», que «supo penetrar con singular profundidad en los misterios de la redención obrada por Cristo para la Humanidad. Hombre de Dios, unía la oración constante con la acción apostólica. Se dedicó a la predicación y al incremento de la práctica de los sacramentos, concentrando sus esfuerzos en mejorar la formación de los candidatos al sacerdocio, de los religiosos y los laicos, con vistas a una fecunda reforma de la Iglesia».

En la plaza de San Pedro podía verse a unos quinientos sacerdotes, a un numeroso grupo de seminaristas y a más de dos mil laicos españoles, que formaban parte de diferentes peregrinaciones organizadas desde las diócesis y otras instituciones.

Muchos de ellos se habían congregado la tarde anterior en la basílica Santa María la Mayor, en unas Vísperas solemnes presididas por el cardenal Santos Abril. El purpurado español, antiguo nuncio apostólico de Juan Pablo II y Benedicto XVI, presentó a san Juan de Ávila como «maestro de espiritualidad», y «no sólo en España, sino en el nuevo mundo, África, India y Japón, que sus discípulos misionaron ampliamente». Tras ser proclamado Doctor, «será en toda la Iglesia una nueva luz universal quien fue maestro y testigo de vida cristiana, conocedor de la Sagrada Escritura, hasta hacer decir que, si se perdiera la Biblia, él la devolvería a la Iglesia, porque se la sabía de memoria», dijo el cardenal.

Las celebraciones culminaron, el lunes, con la Eucaristía de acción de gracias que presidió el cardenal Antonio María Rouco Varela, en la basílica de San Pedro. En este contexto, en declaraciones a COPE, el arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española señaló la importancia que tiene para nuestro país la proclamación del nuevo Doctor de la Iglesia, que pasa a formar parte de un selectísimo grupo de 35 santos de los últimos dos mil años. «Toda la tradición formativa de los Seminarios españoles, sobre todo del último siglo, está muy marcada por los escritos, por la herencia teológica, doctrinal y espiritual que ha dejado san Juan de Ávila, y por su figura», afirmó el cardenal Rouco. «Él fue siempre un gran predicador, un misionero en el sentido más directo de la expresión», añadió. Por eso, y en línea con la nueva evangelización a la que invita el Santo Padre en este Año de la fe, el cardenal destacó que, «para evangelizar, hay que predicar. Si no se predica, no se evangeliza. Cuando la boca habla de lo que uno siente en el corazón y predica desde lo que uno vive en su vida interior, personal, pastoral, el fruto es mucho».

El Papa Benedicto XVI anunció, en la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, al finalizar la Eucaristía con seminaristas de todo el mundo en la catedral de la Almudena, que san Juan de Ávila, sería proclamado Doctor de la Iglesia universal. San Juan de Ávila fue declarado Patrono del clero secular español, en 1946, por Pío XII y canonizado en 1970 por Pablo VI.

Entre los 35 Doctores de la Iglesia, cuatro son españoles: san Isidoro de Sevilla, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz y el nuevo Doctor, que fue amigo y consejero de los dos últimos.

Santa Hildegarda

La otra nueva santa Doctora, santa Hildegarda de Bilden, según explicó el Papa en la homilía de la proclamación, «ofreció una preciosa contribución al crecimiento de la Iglesia de su tiempo, valorizando los dones recibidos de Dios y mostrándose una mujer de viva inteligencia, profunda sensibilidad y reconocida autoridad espiritual». Y añadió: «El Señor la dotó de espíritu profético y de intensa capacidad para discernir los signos de los tiempos. Hildegarda alimentaba un gran amor por la creación, cultivó la Medicina, la poesía y la música. Sobre todo conservó siempre un amor grande y fiel por Cristo y su Iglesia».

Una relación clave para la Historia

La vicepresidenta del Gobierno, doña Soraya Sáenz de Santamaría, presidió la delegación oficial de España en la proclamación de san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia. Le acompañaron, entre otros, la presidenta de Castilla-La Mancha —el nuevo doctor es manchego—, doña María Dolores de Cospedal. Después de la Eucaristía del domingo, ambas saludaron al Santo Padre y, a continuación, la vicepresidenta se entrevistó con el secretario de Estado del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, con quien habló sobre las relaciones entre ambos Estados y las relaciones Iglesia-Estado. El sábado, el Gobierno ofreció una cena, en la Embajada ante la Santa Sede, al que asistieron seis cardenales y el secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti. Sáenz de Santamaría subrayó que, sin las relaciones entre España y la Santa Sede —que se remontan a 1622—, «resultaría difícil entender gran parte de nuestra historia, y agradeció la labor de la Iglesia en España.