No es verdad 905 - Alfa y Omega

Hay muchas, muchísimas cosas que hoy están muy mal, pero matar a un ser humano, inocente e indefenso, en el seno de su madre, es, desde luego, la que está peor de todas. Como ha escrito Isabel San Sebastián, en un magnífico artículo que firma en ABC, «algún día, la verdad acabará imponiéndose y llamaremos a las cosas por su nombre; pero, para millones de niños, será demasiado tarde». El verdadero nombre de esa barbarie es asesinato, y cuando acabe siendo considerado tal, que acabará, ocurrirá lo que ha ocurrido en la historia con la esclavitud, por ejemplo: que cualquier persona decente y civilizada se echará las manos a la cabeza y se preguntará cómo ha sido posible considerar progreso y liberación de la mujer semejante barbaridad; pero los millones de niños asesinados mientras tanto no tenían culpa de la hipocresía redomada de una sociedad que acepta como normal el salvajismo, y algunos hasta quieren reivindicarlo como un derecho. «A corto plazo -escribe Isabel-, la trituradora constituye una solución rápida y barata para un embarazo no deseado, mucho más barata que invertir en apoyo a la maternidad…; pero todo lo que se levanta sobre la mentira acaba desmoronándose».

Todo esto viene a cuento de la gran manifestación a favor de la vida que recorrió las calles de Madrid, el pasado sábado, de cuyo éxito medios de comunicación como El País, por ejemplo, ni han querido dar noticia, y que políticos como el Secretario General del PSOE, que pretenden liderar esto, lo otro y lo de más allá, han tratado de minimizar y marginar despachándolo, en un comentario despectivo y despreciable, como la protesta de unos cuantos. No se puede liderar absolutamente nada que merezca la pena, si no se empieza por respetar la vida y a quienes la defienden, como esa docena de parlamentarios del PP que se la han jugado participando en la manifestación. Eso sí es creíble. Lo del Plan a favor de la familia del Gobierno Rajoy, no. En democracia, no hay planes ni palabras que valgan; lo que vale son los hechos, las leyes y la aprobación de los correspondientes presupuestos.

Tristemente, a la mayoría de nuestros llamados medios de comunicación les interesa más la foto de la tonadillera corrupta entrando en la cárcel, lo que diga el cantamañanas de la coleta, o lo que invente ese otro delirante engañabobos de veinte años, tan listillo él que se ha dado cuenta precozmente de la idiotez generalizada de una sociedad como la nuestra que, con una educación controlada y manipulada, sin Humanidades y por tanto sin saber pensar y sin capacidad de tener criterio propio, se deja engañar por el último arribista que llega y al que casi convierte en héroe; como ha escrito Gistau, en ABC, «la España actual está tan descreída y cínica que ya todo lo considera posible; en eso se basa la conmoción provocada por los delirios de Fran».

Mientras tanto, mil setecientos casos de corrupción esperan en los Juzgados y sólo una veintena de sus protagonistas los pueden seguir desde la cárcel. Se pregunta uno cómo es posible que Arturo Mas siga siendo el máximo representante de un Estado al que busca traicionar en una parte de España como Cataluña; cómo es posible que Juana Ortega, Vicepresidenta de la Generalidad, pueda creer que nos hace un favor a los españoles no yéndose de España; por mí, el mayor favor que me puede hacer es irse hoy mejor que mañana, y para no volver, ¿o es que cree que Cataluña es más suya que mía? ¿Cómo es posible que los Pujol, los del tripartito, ZP, los de los ERE en Andalucía sigan siendo alguien en nuestra nación, y cómo es posible que un pueblo no olvide para siempre a gente así? ¿Cómo es posible que haya quien quiere convertir el vicio nefando de tres indignos sacerdotes en el linchamiento de su arzobispo que los ha suspendido a divinis en cuanto se enteró? ¿Cómo es posible que el Sócrates socialista portugués se haya forrado robando a los trabajadores portugueses que las están pasando canutas? ¿Y cómo es posible, en fin, que a unos que se dicen profesionales del Periodismo, les interese más la coleta del uno, los delirios del otro, la chulería de éste, la arrogancia de aquella que, por ejemplo, la defensa de la vida y de la maternidad en un país demográficamente suicida?

Seguiré preguntando. Porque hay cosas que están mal y cosas que están mucho peor.