Arrancamos un nuevo año y en el corazón a veces surge esta pregunta: ¿Es posible empezar de nuevo? Las circunstancias de la vida nos traen alegrías, pero también nos dejan heridos. A veces pasan cosas que uno no se espera y que no sabe ni cómo explicarse. Hay acontecimientos en la vida que marcan un antes y un después y que dejan una huella muy muy profunda; pero nada, nada, puede ser más fuerte que el amor de Dios experimentado en el corazón. Hoy os traigo una historia real, de una persona real. No es una historia única, sino que, por desgracia, es la historia de muchas personas. Lo que hace esta historia diferente es la huella del paso del amor de Dios, marcando un antes y un después y creando un nuevo comienzo.
Momoko (nombre inventado para salvaguardar la intimidad de la persona real) fue abandonada por su madre cuando tenía 10 años. Sus padres no se habían casado por amor, sino que simplemente cuando su madre se quedó embarazada se casaron. Cuando su madre se fue de casa, ella se quedó traumatizada porque pensó que era por algo que había hecho mal, nunca lo entendió. Su padre, al poco tiempo se casó por segunda vez y la mujer de su padre la trataba muy mal y no la quería. Fue un día en la universidad, estudiando alemán con los jesuitas en Tokyo, cuando escuchó que el Dios de los cristianos era un Dios de misericordia y de perdón. El corazón le dio un vuelco y sintió que necesitaba conocer a ese Dios, probar ese amor, para poder sacarse toda la rabia, la culpa, el odio y la soledad que sentía dentro. Empezó un camino de acercarse al cristianismo y un año después se bautizó. Este fue realmente el comienzo de una vida nueva para ella. Después de bautizarse y gracias a la pastoral de jóvenes asistió a distintos retiros y fue profundizando en la Palabra de Dios. Hace menos de un mes la escuchaba decir algo impresionante: «Mis padres no me quisieron. Mi madre me abandonó, yo no estaba en sus planes. Lo más grande que me ha pasado ha sido nacer a la fe porque conocí el amor de Dios y he descubierto que Él sí que ha querido mi existencia y que Él sí tiene un plan para mí». Para Momoko ha empezado una nueva vida, todo ha cobrado un nuevo sentido gracias a la fe. La experiencia del amor sentido con profundidad en lo hondo de sus heridas le ha hecho nacer de nuevo. Es una persona nueva en la que el amor de Dios ha marcado un verdadero antes y después, mucho más fuerte que el abandono, que el rechazo y que la indiferencia. Feliz año nuevo a todos.