«Es necesario proteger el derecho de los padres a educar a sus hijos»
El Papa se ha reunido con padres de toda Europa con los que ha lamentado «la fractura que aleja a la sociedad de la familia»
El Papa ha recibido a la Asociación Europea de Padres, una entidad que aglutina a decenas de asociaciones del continente y representa en total a unos 150 millones de progenitores. Su objetivo es que su voz se tenga en cuenta en Europa cuando se toman decisiones en el campo de las políticas familiares o el ámbito educativo, sobre todo para que se respete su papel como principales responsables de la educación de sus hijos.
La European Parents’ Association, EPA por sus siglas en inglés, ha celebrado en Roma su Asamblea General, que han cerrado con esta audiencia con Francisco. Durante el encuentro, el Santo Padre ha compartido con ellos algunas reflexiones sobre la vocación y misión de los padres.
El difícil contexto cultural
«Convertirse en padres es una de las alegrías más grandes de la vida», les ha dicho el Pontífice. También ha reflexionado sobre las dificultades que encuentran estos en el camino de la educación de los hijos, como «transmitirles una positiva formación afectiva y sexual y defenderlos de amenazas como el acoso escolar, el alcohol, el tabaco, la pornografía, los videojuegos violentos, los juegos de azar o las drogas». Por eso, ha destacado la importancia de estas organizaciones de padres como redes de apoyo para ayudarse a no sentirse solo y desanimarse.
El Papa ha lamentado que, al menos en Europa, «la misión educativa de los padres no esté favorecida por el contexto cultural». Muchas veces «lo que absorben de los medios choca con lo que se consideraba normal hasta hace pocos años y que ahora no parece serlo».
Valores que ya no pueden darse por sentados
«Por este motivo, los padres se ven obligados a mostrar cada día a sus hijos la bondad y la razonabilidad de elecciones y valores que ya no pueden darse por sentados, como el valor mismo del matrimonio y de la familia, o la elección de acoger a los hijos como un regalo de Dios ¡Y esto no es fácil, porque son realidades que solo se transmiten con el testimonio de vida!», ha insistido Francisco.
Así, los ha animado a educar con pasión, porque «educar es humanizar, es hacer al hombre plenamente hombre». Porque, aunque la cultura haya cambiado, ha dicho el Pontífice, el corazón humano siempre tiende hacia «el amor, la verdad, la belleza, la donación y la apertura al otro y a lo trascendente». De esta forma, «la tarea educativa se puede considerar cumplida cuando los hijos descubren la positividad fundamental de su existencia, de su estar en el mundo y cuando, fortalecidos por esta convicción, afrontan la aventura de la vida con confianza y valentía, convencidos de que también ellos tienen una misión en la que encontrarán su realización y felicidad», les ha asegurado.
Un desafío muy grande
Francisco también los ha animado a educar a sus hijos en la apertura y la donación porque «el gran deber educativo de los padres es formar personas libres y generosas que han conocido el amor de Dios y que lo entregan sabedores que lo han recibido como un don». Para el Papa esa es la clave y raíz de una sociedad sana que conoce del «valor del sacrificio por el bien común». Por el contrario, una sociedad de hijos «caprichosos», reflejo de unos «padres caprichosos», es una sociedad que «se empobrece y se hace siempre más débil e inhumana».
Por ello, ha reivindicado el papel de los padres como primeros educadores: «Por esta razón es necesario proteger el derecho de los padres a criar y educar a sus hijos con libertad, sin verse obligados en ningún ámbito, particularmente en el escolar, a aceptar programas educativos que estén en conflicto con sus creencias y valores. Este es un desafío muy grande en este momento».
Unidos para superar las fracturas
Por último, el Pontífice les ha asegurado que la Iglesia está siempre junto a los padres y familias, por ejemplo, a través del Pacto Educativo Global, una iniciativa impulsada por Francisco para promover la colaboración entre padres, educadores e instituciones con el fin de consolidar una educación más humana. O el Pacto por la Familia. Ambos tienen por objetivo, en palabras de Francisco, «superar algunas fracturas que debilitan actualmente los procesos educativos: la fractura entre educación y trascendencia, la fractura en las relaciones interpersonales, la fractura que aleja a la sociedad de la familia, generando desigualdades y nueva pobreza».