¿Es la facilidad técnica el gran deseo del corazón humano?
No sé si en una religión de sustitución, pero el transhumanismo sí se ha convertido ya en un movimiento filosófico, social y político con tintes mesiánicos. Y promete cosas hasta ahora consideradas de mera ficción, como superar la muerte física, producir y diseñar hombres o dirigir nuestra propia evolución como seres vivos
La técnica forma parte del fenómeno humano. Permite al hombre dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar esfuerzos, mejorar las condiciones de vida. Se encuadra en el mandato de cultivar y custodiar la tierra que Dios ha confiado al hombre.
Entre esas técnicas han estado siempre las terapéuticas. Desde hace tiempo, se discute hasta qué punto resulta o no humano intervenir contra el deterioro físico y el sufrimiento. Pero todavía había una idea genérica y regulativa de naturaleza humana que servía de criterio para determinar lo humano. El problema surge cuando las nuevas tecnologías (nanotecnología, biotecnología, tecnologías de la información y comunicación) convergen hoy en la planificación, reproducción y mejora tecnológica del hombre.
Es lo que defiende, incluso como ideal ético, la ideología del transhumanismo. Anuncia el advenimiento de un futuro estado de la humanidad, denominado poshumanidad, que volverá obsoleta a la humanidad tal como la conocemos hasta hoy. Anuncia asimismo la llegada de la singularidad tecnológica y el mejoramiento humano hasta alcanzar la condición del Homo Deus. Tal es el título de libro del israelita Yuval Noah Harari, en el que explora los sueños y pesadillas que van moldeando nuestro siglo, desde la superación de la muerte hasta la creación de la inteligencia artificial. Frente a una inmortalidad en el más allá, habla de una «inmortalidad en el más aquí» como mito para una nueva religión.
El interés y el éxito mediático del transhumanismo se debe a que empalma de alguna manera con el deseo de trascendencia del corazón humano. En la Divina comedia Dante utilizó el verbo transumanare para expresar la alegría que suscita en el corazón del hombre la experiencia de la gracia de Dios. En cambio, Julen Huxley, acuñador del término, concebía el transhumanismo como parte integrante de una religión futura, la religión de la biotecnología, llamada a suceder a las religiones institucionales.
No sé si una religión de sustitución, pero el transhumanismo sí se ha convertido ya en un movimiento filosófico, social y político con tintes mesiánicos. Y promete cosas hasta ahora consideradas de mera ficción, como superar la muerte física, producir y diseñar hombres o dirigir nuestra propia evolución como seres vivos. En esta situación es necesario escuchar a los investigadores que nos digan lo que es propiamente ciencia y lo que es mera ciencia ficción. Y acompañar el desarrollo de la tecnociencia con el desarrollo moral. Que cada uno de los hombres y familia humana entera tomemos conciencia de la nueva responsabilidad y nos comprometamos con un humanismo fraterno y solidario de las personas y de los pueblos.
Qué estamos llamados a ser
Las tradiciones filosóficas y religiosas contaban con dos categorías morales: naturaleza humana y dignidad de la persona humana. Estas categorías no determinan, a priori, lo que se puede y debe hacerse en cada caso. Y hoy es necesario repensarlas y reformularlas ante las nuevas posibilidades técnicas. Pero en ellas se recapitula y concentra la búsqueda de lo humano a lo largo de los siglos. También los rayos sobre lo humano, que proceden de las tradiciones religiosas y, muy particularmente, de la revelación judeocristiana.
«¿Qué es el hombre para que te acuerdes él?», exclamaba el salmista al contemplar al hombre ante Dios Creador. También nosotros tenemos que preguntarnos en qué estriba la grandeza del ser humano: ¿En la facilidad técnica para vivir o en la llamada a la comunión con Dios? A responder a esta pregunta ayuda el diálogo con la tradiciones filosóficas y religiosas. Pero también el diálogo de cada uno de nosotros con nuestro propio corazón. Escuchar en él una voz que está en nosotros y nos recuerda lo que es o no conforme a nosotros, pero que no es nuestra. La voz que permite el diálogo entre todos los hombres acerca de lo que somos y estamos llamados a ser.
El humanismo a debate en el siglo XXI es el título del curso que organiza la Universidad de Estudios Eclesiásticos San Dámaso dentro de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Entre los ponentes figura el profesor de la Universidad de Zúrich (Roberto Andorno), además de Albert Cortina Ramos (Universidad Politécnica de Cataluña), César Nombela (exrector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo), Alfredo Marcos (Universidad de Valladolid) y Francesc Torralba (Universidad Ramon Llull). El profesor de San Dámaso Gerardo del Pozo, director de este curso que se celebra del 8 al 10 de julio en el Paraninfo de la UCM, abordará el transhumanismo desde las perspectivas científica, filosófica y teológica.