«Es increíble que aún se diga: “Son angelitos, para qué los sacramentos”»
El cardenal Osoro recordó a los catequistas de personas con discapacidad que «nadie está excluido del anuncio del Evangelio»
La Iglesia de Madrid ha avanzado mucho en los últimos años en la atención pastoral a las personas con discapacidad, aunque para los pioneros no siempre fue un camino fácil. Madres o padres que comienzan, prácticamente solos, la catequesis para sus hijos con autismo, con síndrome de Down, con parálisis cerebral; catequistas que adaptan materiales escolares o métodos pedagógicos a la enseñanza del Evangelio, que usan el YouCat en audio o que se desplazan a las casas de sus catecúmenos para las sesiones; profesionales que trabajan la discapacidad que prestan sus conocimientos para que estas personas aprendan a hablar con Jesús y a quererlo…
De todo esto se habló en la mañana del jueves, 27 de abril, en el primer encuentro de catequistas de personas con discapacidad, organizado por la Delegación Episcopal de Catequesis en la sede del Arzobispado de Madrid. Concebido como un primer encuentro para conocerse entre ellos y compartir experiencias, será el germen de un grupo de trabajo estable para el futuro. Porque, como manifestó el sacerdote Javier Medina, párroco de Cristo Rey, en Usera, «es increíble que aún se diga “son angelitos; para qué los sacramentos”».
El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, estuvo presente al comienzo de la sesión. «Nadie está excluido del anuncio del Evangelio», afirmó con rotundidad, señalando que «la transmisión de la fe no tiene fronteras de ningún tipo», porque «la fe es un don que el Señor regala a todos», estén en la condición en la que estén. Por eso, agradeció que «haya personas como vosotros que quieran dedicarse a formular la fe de tal manera que estas personas puedan acogerla y entusiasmarse», posibilitando que llegue a todos «la noticia del Evangelio, y de lo que supone esa noticia en la vida del ser humano».
Catequesis de familia
Elizabeth Chuquipiondo, madre de un niño autista, puso el germen del proyecto Naím en la parroquia San Ramón Nonato. Fue hace doce años, durante una confesión, cuando le expresó al sacerdote el deseo de que su hijo fuera a catequesis. Hasta entonces se había encontrado «con nada» para el pequeño, y sí «con una decepción muy grande de padres como yo, católicos, que querían que sus hijos pudieran participar en la Iglesia, que pudieran hacer la Comunión».
Así es como nació la iniciativa, adaptando los materiales escolares a la catequesis, haciendo pictogramas, y estableciendo un método: primero, se reza con los padres y los niños; después hay una catequesis individualizada para cada niño y se termina con diez minutos de oración ante el sagrario, una «oración sencilla: “hola, Jesús” o un beso a la Virgen». En la actualidad, el proyecto Naím está en 15 parroquias de Madrid y atienden a 43 niños.
Jesús y Raquel también se acercaron a esta catequesis de la mano de sus hijos, ambos con una discapacidad física. Hay momentos en los que «tienes que priorizar médicos, pero no quisimos separarnos de la Iglesia, porque necesitábamos también la ayuda de Dios». A ellos, que reconocen que aprenden más de los niños que al revés, les conmovió cómo una niña le hizo un pictograma del padrenuestro a su hermano autista para que lo entendiera. «Su hermana nos enseñó al resto».
Al igual que Elisabeth, el matrimonio quiso destacar la importancia de que se haga una catequesis familiar. «Muchas veces los catequistas nos convertimos en personas de escucha —destacó Jesús— porque queremos compartir una vida con ellos». Y Raquel apuntó: «Los padres necesitan hablar y contarte, que les escuches y les entiendas».
En el encuentro participaron también catequistas de la comunidad de oración Amigos en Jesús Jerome Lejeune, nacida en 2019 en la parroquia Santa Soledad Torres Acosta y San Pedro Poveda, en Las Tablas. Cristina, una de las iniciadoras y madre también de un niño con autismo, reconoció lo definitivo de «la evolución de estos niños delante del Señor, que es de lo que se trata, de que aprendan a relacionarse con Él».
Mesa de la Discapacidad y Escuela de Evangelizadores
La delegación quiso contar en esta primera reunión con representantes de la Escuela Diocesana de Evangelizadores, que imparten varios cursos para la formación de catequistas. No descartan, en un futuro, implementar la formación con la catequesis adaptada a las personas con discapacidad. Asimismo, estuvo presente Carlos Aguilar, codirector de la Mesa por la Discapacidad de la diócesis, que reconoció cómo las iniciativas en este ámbito «han funcionado muy aisladamente», y por eso «dar esta visibilidad me parece interesantísimo» ya que se trata de responder a un «reto maravilloso».
En esta misma línea se manifestó José Luis Segovia, vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación. «Las personas con discapacidad tienen que tener un lugar absolutamente protagonista y de reconocimiento en la Iglesia», afirmó, y por eso quiso también agradecer el trabajo de sus catequistas, realizado «de manera siempre audaz y entrañable».
El obispo auxiliar de Madrid, José Cobo, cerró la jornada poniendo el valor el interés de personas que son «punta de lanza» para «que cada uno, con sus posibilidades y capacidades, descubra a Dios y se convierta en evangelizador para el otro». Los animó a continuar sensibilizando a las comunidades cristianas en la idea de que «aquí no sobra nadie». «Tenemos que ser expertos en abrir las puertas para que la gente encuentre a Dios».