Entidades católicas sufren una oleada de saqueos en Haití
El país caribeño está sacudido desde la semana pasada por una sucesión de protestas y disturbios por el anuncio del precio de los carburantes
Ni siquiera la Iglesia se libra de la oleada de disturbios y saqueos que están teniendo lugar en Haití en protesta por la crisis que vive el país. Cáritas, el Servicio Jesuita al Refugiado y los salesianos han sufrido el asalto a algunas de sus instalaciones, como también ocurrió con una sede del Programa Mundial de Alimentos.
Las protestas se desataron la semana pasada, cuando el primer ministro, Ariel Henry, anunció una subida de los precios de los carburantes hasta triplicarlos, con la incidencia que eso supondría en el precio del transporte y productos de primera necesidad. Ello, en un país donde más del 40 % de la población sufre inseguridad alimentaria y casi cinco millones de personas necesitan ayuda humanitaria. «La situación es insostenible y vivir en Haití se ha vuelto imposible», explica un misionero salesiano desde Puerto Príncipe.
Las manifestaciones de protesta derivaron en la construcción de barricadas y cortes de calles y carreteras, lo que agravó los problemas. Los suministros no llegaban, y muchos negocios dejaron de trabajar para evitar los saqueos. «Todo está cerrado. Estamos rodeados de violencia y no hay agua, ni combustible ni comida». En medio de esta situación, «la gente roba para comer».
El centro de los salesianos saqueado fue la Escuela Técnica Salesiana de Gonaïves, la tercera ciudad del país. Ocurrió el viernes. «Es la obra más pobre que tenemos en el país y robaron todo, incluso toda la ropa de los salesianos. Se han quedado sin nada porque no pueden salir de la casa. Hasta las placas solares y las baterías que instalamos hace años para ahorrar combustible se las han llevado», explica un misionero.
Jesuitas, Cáritas, parroquias…
El mismo día y en la misma ciudad, una sede del Programa Mundial de Alimentos también fue atacada. «Es simplemente inaceptable. La comida saqueada estaba destinada a alimentar a casi 100.000 escolares hasta fin de año», afirmó Jean-Martin Bauer, director del PMA en Haití, según recoge France 24.
También el viernes, «individuos malintencionados rompieron la portería de la oficina del Servicio Jesuita a Migrantes / Solidarité Fwontalye Haití (SJM Haití) en Ouanaminthe, y se llevaron todo», relata en una nota pública Pierre Edward Luc, director nacional del SJM. La Policía estaba desbordada, pues también atacaron el ayuntamiento. «Las carreteras estaban bloqueadas y cortadas, la gente tiraba piedras a los coches que intentaban cruzar las barricadas».
Su relato, recogido por OMP, añade que son muchas las ciudades donde se han saqueado tiendas, casas, escuelas y parroquias. Además de Gonaïves, ha ocurrido en la capital, Puerto Príncipe; en Saint-Marc, Petit-Goâve y Les Cayes. Algunos grupos han atacado a Cáritas, los locales de la comunidad de San José de la Aparición en Pravil, la escuela que acoge a los alumnos de los grupos más vulnerables, y el centro textil de unas religiosas.
«Vivimos en una situación en la que no se respetan los derechos y la dignidad de los más vulnerables. A pesar de ello, el SJM Haití seguirá defendiendo los derechos de estas personas con el mismo celo», concluye Luc.
Aprecio de la mayoría
En un mensaje de solidaridad que recoge Fides, el presidente de la Red Clamor, Gustavo Rodríguez, subrayaba que «la gran mayoría de los haitianos» siente «amor» y una «alta valoración» hacia la labor del SJM. «Estos hechos aislados, son fruto de la desesperación y de la falta de políticas públicas para enrumbar a todos los haitianos por las sendas del desarrollo humano integral, sin que nadie quede excluido de su derecho a vivir con dignidad», denuncia el presidente de esta entidad, que engloba a todas las organizaciones católicas que trabajan a favor de los migrantes en Hispanoamérica.
También la Conferencia de Religiosos de Haití (CRH) ha condenado en una nota estos casos de violencia «sin precedentes y aleatorios». Por ello, «exige que las autoridades estatales asuman sus responsabilidades y hagan todo lo posible para proteger vidas y bienes». Los religiosos «seguiremos trabajando incansablemente a su lado contra la miseria, la ignorancia, la inseguridad, la violencia absurda y a favor de la justicia social y el desarrollo integral».
Los obispos lanzaron en los últimos días un grito de alarma ante esta «grave» realidad. Denunciaban cómo algunos locutores de radio han acusado a la Iglesia de estar implicada en el comercio de armas y han amenazado con actos violentos contra sus representantes y sus edificios. «Dejen de sembrar la confusión entre la población. La difamación y la calumnia son pecados graves».
La inacción de las autoridades
Haití vive sumido en una grave crisis sociopolítica y económica, que se agudizó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021. A ello se suma la batalla que libran las bandas armadas en Puerto Príncipe y sus alrededores, que han ocasionado la muerte de más de 300 personas y el abandono de sus casas de más de 3.000.
«La situación de pobreza e inseguridad que impera en todas partes demuestra claramente que nuestras autoridades estatales no tienen la capacidad de devolver al país a la normalidad, como debería hacerse», señalaban desde el episcopado. «La miseria es mucha. La gente necesita vivir y tiene todo el derecho a vivir con respeto y dignidad».
Tanto Misiones Salesianas como la Conferencia de Religiosos terminan sus mensajes con un llamamiento al diálogo para encontrar una solución pacífica a la crisis. Los religiosos piden, además, el apoyo de sus hermanos y de los episcopados de todo el mundo. Por su parte, Red Clamor comparte su oración por el fin de la violencia, para que el Señor toque los corazones de los autores, «víctimas del sistema» y para que el SJM siga su labor con seguridad.