Enrique Sanz, SJ: «Uno de los retos de la universidad es la mayor conexión con la sociedad»
El nuevo rector de la Universidad Pontificia Comillas, que ha tomado posesión este jueves, considera que la universidad debe plantearse continuamente qué competencias ofrece, trabajar por la formación continua y apostar por la innovación
El jesuita Enrique Sanz Giménez-Rico se ha convertido este jueves, 6 de junio, en el nuevo rector de la Universidad Pontificia Comillas en un acto solemne en el que han participado el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro; el nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Auza, y el provincial de la Compañía de Jesús, Antonio España, además de representantes de la comunidad educativa y la sociedad civil. Al hilo de su nombramiento, el hasta hace poco decano de la Facultad de Teología recibe a Alfa y Omega para hablar de los desafíos de la universidad.
Usted ha sido decano de Teología desde 2015. ¿La teología es solo para curas y religiosos?
La Facultad de Teología es una facultad abierta a laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes… Que diga que es una facultad abierta no es un tópico, sino que tenemos programas adaptados a distintas circunstancias: por ejemplo, hay programas de tarde para quienes trabajan por la mañana. La teología puede ayudar a responder cuestiones importantes para los seres humanos, desde las que tienen que ver con el ser de Dios hasta las de tipo antropológico, pasando por otras de actualidad como la familia, la eutanasia, las migraciones, la relación entre la ciencia y la fe o la protección de menor. El apoyo de la Compañía de Jesús y de Comillas a la Teología es un apoyo convencido; vemos la importancia de formarse en fundamentos teológicos.
Entonces, ¿los laicos tenemos que saber más teología?
Es muy bueno para los laicos aprender más teología. Esa formación es una buena inversión. Los laicos van formándose en teología en grupos pequeños, leyendo un libro, y a veces se les hace un poco cuesta arriba porque falta orientación.
¿Cómo se vive una pandemia como decano?
Se vive con mucho respeto, primero porque hubo y hay muchas personas en situaciones difíciles: alumnos, familiares, profesores… Cuidar la atención personal fue fundamental desde el principio y luego tuvimos que ir un paso por delante para responder a las necesidades de nuestros alumnos en tiempo récord. No solo era dar clase online, sino rehacer la guía docente concebida para un estudio presencial. Lo que sí ha sido gratificante es trabajar todos juntos.
Hay avances tecnológicos que han llegado para quedarse, pero ¿es la presencialidad insustituible?
Sí, lo es. El aula es un teatro: en el aula hay una relación para que haya un aprendizaje. Hablamos de la cultura de la innovación. Buscamos que no sea el profesor el único que habla y plantea las preguntas, sino que haya actividades para que los alumnos lancen las preguntas y ofrezcan algunas respuestas, ejercicios que les ayuden a desarrollar competencias.
Esta apuesta por la innovación se ve en este lugar en el que estamos haciendo la entrevista.
Justo, este Conecta Lab, cerca de la sede de Alberto Aguilera, está pensado para fomentar la innovación docente.
¿Le ha dado algún consejo su antecesor, Julio Martínez, SJ?
Me ha dado el consejo de que la confianza es importante, me ha dado el consejo de rodearme de personas que trabajen en la misma dirección, y me ha confirmado que es importante tener humor.
¿Qué otros retos cree que afronta la universidad en general y Comillas en particular?
Uno de los retos de la universidad en general es la mayor conexión con la sociedad, que afectaría a las titulaciones que se pueden ofrecer. No somos pocos los que pensamos que hay una inflación de títulos y que, a lo mejor, habría que hacer una mayor selección, pero esto también pasa por la innovación.
Aquí, por ejemplo, hemos hecho un esfuerzo muy grande por adaptarnos a lo que demanda la sociedad y lo que demandan muchos antiguos alumnos nuestros, y hemos reformulado tanto los nombres de los títulos como las competencias. Sin ir más lejos, el próximo curso ofreceremos por primera vez un doble grado en Psicología y ADE porque teníamos gente de Psicología que acababa trabajando en recursos humanos y gente de la empresa, que requería saber de psicología… El doble grado no es una moda, sino una prueba de que las competencias complementarias y transversales son útiles para la sociedad.
Luego creo que en toda la universidad hay un reto de la formación permanente para toda la vida, lo que llaman lifelong learning los anglosajones. Hoy en día, tanto en el mundo de la Administración como en el empresarial, las personas necesitan formación continua y actualizada.
En nuestro caso añadiría mejorar la comunicación interna dentro de la organización. Es una estrategia, es una cultura, para que seamos más institucionales; lo que llaman en el mundo anglosajón el engagement.
Además, como he aprendido de Julio Martínez, tenemos que cuidar a las personas de la casa. Tenemos a unas 1.700 personas trabajando, entre personal de administración y servicios y profesores de distinto tipo.
Por último, hablaría de la internacionalización, que no es solo recibir más alumnos Erasmus, sino también, por ejemplo, cuidar las estancias fuera de profesores.
En estos años se han desarrollado cátedras como la de Migraciones o Amoris laetitia, la UNINPSI (Unidad Clínica de Psicología)… ¿En qué áreas está llamada a actuar y a poner especial atención una universidad pontificia e ignaciana?
Además de familia y migraciones, que citabas, añadiría la ecología integral, de la que habla el Papa Francisco. Nosotros colaboramos para poner en marcha los objetivos de desarrollo sostenible y, por ejemplo, aquí se trabaja mucho por las energías no contaminantes.
También hay camino que recorrer en el campo de la bioética: me refiero a la eutanasia tan en boga, pero también al cuidado de los ancianos… La próxima semana tendremos un seminario sobre el tema y plantearemos cómo queremos envejecer y cuidar a nuestra población envejecida.
Podemos añadir otras cuestiones clave como las relaciones internacionales o la investigación sobre el mundo de la educación, en torno al que va a seguir habiendo discusiones y Comillas puede aportar su granito.
Como estamos en el Año Ignaciano, ¿qué cree que diría hoy san Ignacio?
Por soñar lo que podría decir, creo que nos invitaría a quedarnos con lo importante, en aquello que atañe a la conversión. Hay primero una conversión personal; hay que entenderse a uno mismo. Ignacio se reconcilia consigo mismo, con sus límites, con sus posibilidades, y aprende a aceptar el fracaso. Y luego hay una dimensión de la colaboración con otros. Ignacio pasa de querer ir a Jerusalén, de querer ir a Roma, a un yo que quiere trabajar con otros con una finalidad, para ayudar a las ánimas. Entiende que un yo sin un nosotros y siempre es un yo cojo.
En esta línea, hay alumnos de ICADE o de ICAI que ocupan puestos de mucha responsabilidad en grandes empresas y en la Administración, ¿qué les pediría?
Que supieran preguntarse por las necesidades más acuciantes en su ámbito. Hablo de grandes necesidades, pero también de pequeñas, de pensar en las personas que hay detrás. Además les plantearía, en línea con lo que decía antes, que hay que vivir reconciliados con nosotros mismos y con los demás. En nuestro mundo de hoy, tan roto, tan convulso, tan poco dado a la escucha, hay que vivir reconciliado.
En la toma de posesión ha participado el rector saliente, Julio Martínez, SJ, que ha incidido en que «estar al frente de Comillas me ha permitido realizar mi vocación de servicio como jesuita de la manera más plena que hubiera podido soñar» y ha adelantado que va a «volver a mis clases, mis conferencias y mis escritos» para «servir a la Iglesia en un campo de frontera como es la moral, en la senda trazada por el magisterio del Papa Francisco».
El jesuita también ha subrayado que la universidad se encuentra en un gran momento, «entre la tradición sólida y la innovación valiente, con una identidad católica y jesuítica clara y abierta, apreciada por mucha gente, que participa de una cultura del encuentro alejada de sectarismos y polarizaciones, para responder a las necesidades del mundo y de la Iglesia».
El cardenal Carlos Osoro, que ha mostrado su confianza en que el nuevo rector contribuya a «generar esperanza», también ha agradecido públicamente a Martínez que haya estado «atento, con una mente y un corazón abierto, a todo lo que nos pide Dios en este tiempo, construyendo una historia más humana».