Enrique Martín: «Prolongar Lux es nuestro mensaje de esperanza para este año»
El nuevo secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre explica su apuesta por avivar la riqueza patrimonial de la España vaciada y gestionar la herencia artística de los conventos que se han quedado sin monjas
Cuando apenas tenía 13 años, Enrique Martín salía por las tardes del colegio de los hermanos de La Salle para ver en la catedral de Valladolid, a cinco minutos de su clase, la primera edición de Las Edades del Hombre. Han pasado ya 33 años de aquello, pero en el nuevo secretario general de la fundación que muestra al mundo el patrimonio religioso de Castilla y León permanece vivo el recuerdo «de tantas obras de arte y de tanta calidad, era algo abrumador».
Lo suyo es algo vocacional.
Así es. Después de aquella primera toma de contacto ya sabía que quería dedicarme a algo relacionado con el arte religioso. Y cuando, años más tarde, después de licenciarme en Historia del Arte, pude entrar como becario en la Fundación Las Edades del Hombre, vi cumplido un sueño. En total, llevo en la fundación 18 años, una mayoría de edad [ríe].
¿Cuál cree que es el secreto de esa fascinación que suscita Las Edades del Hombre?
Creo que es la forma de transformar un templo en un espacio expositivo vertebrado por un relato. Las obras de arte encajan de tal modo que van contando una historia: la nuestra, a los ojos de Dios. Todas las ediciones siguen ese patrón.
Ahora toma las riendas como secretario general. ¿Qué testigo recoge?
Tengo el privilegio de haber trabajado cerca de Gonzalo Jiménez en estos últimos diez años. Él ha llevado Las Edades del Hombre más allá del fenómeno expositivo, una labor que ha sido reconocida por el Papa nombrándole capellán de Su Santidad, un colofón extraordinario. Ha conseguido convertir la fundación en una herramienta de gestión del patrimonio cultural y religioso al servicio, no solo de las diócesis castellanoleonesas, sino también de todas las administraciones.
¿En qué sentido?
De forma paralela a nuestras grandes ediciones habituales, estamos renovando algunos museos catedralicios en Castilla y León y creando nuevos espacios expositivos, con el de las hospitalarias de Ciempozuelos o el palacio episcopal de Segovia. En Palencia hemos creado un museo territorial que une cinco templos de cuatro localidades distintas, que hemos llamado Campos del Renacimiento. Todo lleva nuestro sello: unir fe y cultura a través de un relato con sentido.
Y todo eso siguiendo con sus ediciones tradicionales. Lux se ha prorrogado hasta septiembre en las sedes de Sahagún y Carrión de los Condes.
Ha sido una de las ediciones más complejas, porque ha abarcado cinco templos de tres diócesis distintas. Creo que ha sido una apuesta muy clara por la cultura en un tiempo difícil para todos. Nuestro balance es muy positivo porque, a pesar de las restricciones, la gente ha venido, y tanto las economías locales como las administraciones lo han valorado mucho. Seguir con Lux es nuestro mensaje de esperanza para este año que acaba de empezar.
¿En qué otras actividades paralelas se va a mover la fundación en 2022?
Tenemos varios proyectos para crear espacios expositivos en zonas rurales que se corresponden con eso que llaman la España vacía. Son rutas religiosas y turísticas con sabor evangélico, entendidas como una catequesis. Nuestra tierra está cada vez más despoblada, pero todavía quedan muchas historias que contar y mucho patrimonio que mostrar.
Junto a ello, en algunas ciudades estamos preparando otras rutas que unen los tesoros artísticos de conventos de vida contemplativa. Y, en lugares donde ya no hay comunidades monásticas, buscamos usos que sean respetuosos, en los que haya una presencia de obras que un día formaron parte de la vida de esas monjas y mantengan la memoria de su carisma. Todo eso lo unimos a un curso de experto en arte sacro junto a la Universidad Pontificia de Salamanca, y otros modelos de formación más modestos para tantos guías de turismo que hay en España.