Monseñor Tomasi: «Hay que hablar en serio de prohibir las armas atómicas»
Los últimos preparativos del congreso Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y para el desarme integral que se celebrará en el Vaticano los días 10 y 11 de noviembre coincidieron, la semana pasada, con los rumores difundidos en algunos medios acerca de una posible mediación del Vaticano entre Estados Unidos y Corea del Norte. La Santa Sede los desmintió. Sí se tiene la esperanza, en cambio, de que la cita de este fin de semana acerque posturas entre partidarios y detractores del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares aprobado en julio. «Hemos querido convocar tanto a quienes apoyan este tratado como a representantes de países que se oponen a él en nombre de la política real y dicen que es un sueño, como la Federación Rusa y los miembros de la OTAN», afirma a Alfa y Omega monseñor Silvano Tomasi, miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
No descarta que la coincidencia en un mismo lugar facilite algún tipo de contactos entre bambalinas. «Pero, sobre todo, el mismo congreso debería facilitar un ambiente de buena voluntad que contribuya a acercar posturas. Esperamos que por medio de un intercambio franco de conocimiento y argumentos, incluso los poseedores de armas atómicas terminen uniéndose al resto del mundo y empiecen abordar vías alternativas para lograr seguridad».
«El riesgo es enorme»
En la actualidad, hay en el mundo unas 14.900 armas atómicas en manos de nueve países. Son «más estados que durante la Guerra Fría –subraya el también ex observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra–. Es importante empezar a hablar en serio de prohibir tanto el uso como la posesión de armas nucleares. El riesgo es enorme: un solo error (por accidente, mal funcionamiento, imprudencia o malicia) puede provocar consecuencias incontrolables».
Los promotores del tratado que prohíbe las armas atómicas sostienen –y monseñor Tomasi lo comparte– que, aunque las potencias nucleares y sus aliados lo rechacen, este acuerdo creará una opinión pública cada vez más contraria a este tipo de armas, lo que contribuirá a su eventual desaparición.
El prelado también subraya que, con su aprobación por países en su mayoría de América Latina, África y Asia, «la preocupación por la paz en el mundo se ha democratizado. Ya no está reservada al Consejo de Seguridad, cuyos cinco miembros permanentes tienen arsenal nuclear. La mayor parte de la población mundial quiere paz y seguridad, y ve que no las habrá si solo unos pocos países tienen armas nucleares, sino cuando no sea ninguno».