En vez de «una Babel», el Sínodo «es un nuevo Pentecostés»
El cardenal Besungu ha invitado en una Misa en la basílica de San Pedro a mirar a los 464 participantes del Sínodo como «una sola familia»
El 13 de octubre los trabajos sinodales han comenzado a las 8:45 horas con una Misa en el altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro. Allí el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa y miembro de la Comisión para la Relación de Síntesis, ha pronunciado en su homilía que el Sínodo es «un nuevo Pentecostés» donde todos se entienden pese a hablar distintas lenguas. Es una forma velada de responder a los cinco cardenales que el 2 de octubre filtraron a la prensa estadounidense las dubia respecto a este proceso que habían dirigido al Papa y que convocaron al día siguiente en Roma la conferencia La Babel sinodal, donde compararon esta reunión de obispos con el famoso pasaje del Antiguo Testamento.
Besungu ha explicado que el Sínodo es un «tiempo de gracia y discernimiento» para hacer balance del pasado «con sus glorias y sus fracasos» y «para sacar lecciones para un nuevo inicio». También ha invitado a mirar a los participantes de otros continentes como «una sola familia»
El purpurado congoleño ha reflexionado además sobre el Evangelio del día, en el que Jesús es tentado. Ha dicho que el diablo siembra la discordia y que para vencerlo hacen falta «las armas de la sinodalidad, que requieren unidad, caminar juntos, discernir en la oración, escucharse unos a otros y escuchar lo que el Espíritu tiene que decir a la Iglesia».
Las mujeres «no son extras» en la evangelización
Tras la Eucaristía se ha celebrado la octava sesión de las congregaciones generales, un momento en el que los relatores de los diferentes círculos menores comparten sus conclusiones a las preguntas del Instrumentum laboris. Van intercaladas con intervenciones individuales. Hoy ha sido el caso de María Ignazia Angelini, benedictina en el monasterio milanés de Viboldone. Ha hablado del papel de las mujeres en la iglesia, pero «no como una cuestión de derechos sino de dones recibidos».
Según la religiosa, «la mujer es presencia que, en pasajes críticos de ruptura, intuye el movimiento de la vida, teje relaciones nuevas y disuelve conflictos». Ha lamentado que el Concilio Vaticano II inauguró «un movimiento de reforma interrumpido». Y ha considerado que es precisamente la aportación de las mujeres la que «alimenta incesantemente el dinamismo espiritual de la reforma».
Finalmente, Angelini ha citado los ejemplos de las mujeres en los Evangelios: María en las bodas de Caná, la samaritana y María Magdalena. Y ha sentenciado que las mujeres «no son extras» en la Iglesia sino que abren espacios inéditos para la evangelización.