Lupe de la Vallina: «En todo encuentras belleza si lo contemplas suficientemente»
Lupe de la Vallina (Madrid, 1983) ha gastado mucha vida mirando a través del objetivo de su cámara para publicaciones como Jot Down, El País Semanal o Yo Dona. Pero antes que fotógrafa fue tuitera, y en la red social del pajarito –donde ya lleva doce años y fue su plataforma para dar el salto a la fotografía profesional– deja ver su faceta como artista, como madre, como diagnosticada de TDAH o como incombustible buscadora de la belleza. En uno de sus últimos proyectos fotográficos –todavía inédito– pide «voluntarios que consideren que tienen un defecto, percibido como tal también por la sociedad: una cicatriz, un muñón, una nariz enorme, mis marcas de acné…». En ellos también encuentra belleza.
¿Hacia dónde está enfocado el objetivo de tu cámara?
Yo diría que a la búsqueda de la belleza, pero una belleza entendida en forma muy amplia, como ideal, que te haga vibrar y que cause conmoción a quien lo ve.
¿Qué es la belleza para ti?
Por una parte te diría que es el esplendor de la verdad. Lo que pasa es que la verdad es muy complicada. Por otra, que la belleza es aquello que despierta nuestro deseo. Y eso puede pasar por cosas bonitas o por cosas feas. Creo que hay que diferenciar entre lo bello y lo bonito.
Para mí, un paso esencial para poder ser fotógrafa y para poder ser yo misma, algo que como católica he encontrado difícil, ha sido dejar de decidir a priori lo que es bello y lo que no. Ahora, voy sin prejuicios e intento detectar lo atractivo de lo que estoy viendo, que puede tratarse de una escena triste, de dolor o que la sociedad ha podido tachar como desagradable.
¿Esto tiene que ver con el proyecto de los defectos físicos de los tuiteros? ¿Ahí también hay belleza?
Claro que sí. Para mí, la primera belleza es la de la realidad existiendo, y siendo creada, y dándoseme en ese momento. Tengo una especie de defecto, que es que veo belleza en todo. Creo que en todo puedes descubrir belleza si lo contemplas suficientemente. Pero no por algo que le damos sino porque todo lo que existe, por el mero hecho de existir, tiene una grandeza.
Como sociedad estamos muy acostumbrados a esconder ciertas cosas, que de primeras nos pueden echar para atrás. Nos pasa a todos. Pero precisamente cuando eso se saca a la luz sin miedo, con el orgullo de decir que eso simplemente forma parte de ti, uno puede encontrar la belleza. Además, es tremendamente curativo. Yo voy a participar con un autorretrato.
¿La misma reflexión vale para tu decisión de revelar que tienes TDAH y tratar de ayudar a otros a través de redes sociales?
Sí. Hay un debate muy recurrente cuando a uno le diagnostican sobre si hacer público el diagnóstico o no. Hacerlo es una especie de salida del armario.
Para mí era importante y me parecía bonito por tres razones. Prefiero mil veces que me tachen de tener un trastorno de la conducta a que gente que me quiere piense que soy vaga o crea que no me importan. Contarlo era una forma de revelar las motivaciones profundas, quién soy yo y por qué me comporto de cierta forma. Y eso, además, tiene una belleza innegable: mostrar lo que realmente eres. Por otra parte, algo por lo que te pueden atacar, cuando tú te apropias de ello y diriges el relato en primera persona, desarmas al enemigo. Por último, cada vez que hablo del tema, me sale un diagnosticable, luego va al médico, efectivamente le diagnostican, le tratan y esto le cambia la vida.
Has dicho que te has encontrado dificultades en el mundo de la fotografía por ser católica.
Ahora estoy muy bien. Hubo un tiempo en el que trabajaba en un ambiente exclusivamente católico y me agobiaba mucho. No porque no me sintiera suficientemente católica, sino porque era como trabajar en una empresa familiar y necesitaba aire fresco. Cuando salí de ahí, viví muchas situaciones de incomprensión. Era como una situación de extranjería en ambos sitios.
Al final, cuando no he estado calculando cómo se va a recibir lo que voy a decir, he sido infinitamente más libre y ha surgido mucho más diálogo. Y cuando me he expresado con total libertad he encontrado mucha más apertura que antes en el ambiente católico al hablar de mis ideas estéticas y, a la vez, he terminado hablando de Dios con gente con la que no me lo esperaba en el ámbito puramente periodístico / creativo. A mí siempre me ha atraído mucho todo el ambiente creativo, y lo diferente, y lo nuevo; y a la vez, mi fe es lo que más me define de todo lo que yo soy. Yo estoy profundamente enamorada de Cristo y de mi religión. La verdad es que, con la edad, uno aprende a ser uno mismo.