En manos de Dios - Alfa y Omega

Nací el día 24 de octubre de 1936, en Bañobárez, provincia de Salamanca, hija de un matrimonio muy cristiano y muy armónico. Éramos seis hermanos; como hijos de labradores, colaborábamos desde pequeños en las tareas propias de cada tiempo, compaginándolo con la presencia en la escuela.

Mis hermanos y mis padres nos sentíamos muy unidos y queridos los unos por los otros. Pienso que la experiencia de familia fue dejando en mi corazón un mensaje para mi relación con Dios. Mis padres y mis hermanas mayores inculcaron en mí el valor de la fe, la responsabilidad, el respeto y la ayuda, la solidaridad y la verdad.

En mi adolescencia, fui invitada a participar de la Acción Católica, a insertarme en la vida de la parroquia como catequista, a participar en el coro… Todo ello me motivó a sentir que el servir y el hacer algo por los demás dejaba en mí un gozo profundo. En esta época ya tenía experiencia de oración personal y estaba clara mi vida como cristiana.

El 18 de octubre del año 1956, participaba con otras jóvenes en un retiro. El sacerdote que leía la experiencia leyó, en la oración de la mañana, el evangelio de Lucas sobre la higuera estéril. Ese texto penetró en mi corazón de tal manera que me hizo pensar que Jesús esperaba de mí otro fruto. Me decía: Pero si ya estoy comprometida con Jesús, si soy buena hija… Ese otro proyecto que se me presentaba, ¿cómo compaginarlo con otro que ya tenía en mente?

Una vez que terminó el retiro, compartí con mi párroco lo que sentía. Él acompañó mi proceso durante un año, y al final comprendió que era una llamada de Jesús para mí. Cuando las cosas estaban claras con relación a la llamada, me entregó un libro sobre las Congregaciones femeninas en España. Al llegar a las Hijas de Jesús, me sentí atraída por lo que se decía de la fundadora y sobre el ser hija.

Desde la claridad que podía tener en aquel momento, me dirigí a la Congregación. Entré el 21 de noviembre de 1958 en el Noviciado del Corazón de Jesús, en Salamanca. Medio año de postulantado, dos de noviciado…, y el 31 de mayo de 1961 consagré mi vida al Señor. En 1963, la superiora general me preguntó si estaba dispuesta a integrarme en el Juniorado de Brasil. Allí pasé 14 años. En 1977, la superiora general me preguntó si estaría disponible para ir a la República Dominicana. La disponibilidad, en mi vida, ha sido una constante de mi carisma. Actualmente, en Santiago de los Caballeros, ya jubilada, acompaño a la Asociación Laical y colaboro en la pastoral del Politécnico Nuestra Señora de las Mercedes y en la formación de los educadores.

¿Qué es lo que da sentido a mi vida hoy? El sentirme llamada y amada por Jesús. Mi experiencia de Hija ha sido siempre estar en manos de Dios, el estar disponible al querer del Señor manifestado por mis Superioras.

Ser misionera ha abierto mi corazón a otras realidades. Han entrado en mi corazón muchos rostros y muchas historias de dolor y de gozo. He sido y soy muy feliz, a pesar de las dificultades que he tenido en mi vida, porque el Yo estoy contigo ha sido una realidad vivida.

Hermana Sebastiana Estévez
Hija de Jesús