El Papa pone en guardia a Europa frente a los «horrores de la guerra»
De camino a Luxemburgo, le han entregado en el avión distintas cartas escritas por inmigrantes en las que compartían sus historias de sufrimiento y resiliencia
Francisco ha aterrizado en Luxemburgo a las 9:56 horas. Pero —a diferencia de lo que suele hacer en otras ocasiones— durante el vuelo no se detuvo a saludar personalmente a cada uno de los periodistas que le acompañan en el avión. «Lo siento, no me siento con fuerzas para hacer el “viaje”…», bromeó en referencia al largo pasillo del avión. En todo caso, ha recibido de manos de la periodista de COPE y colaboradora de este semanario, Eva Fernández, un regalo muy especial: una bolsa de tela senegalesa en la que, además de un misbaha —conocido coloquialmente como rosario musulmán—, también había distintas cartas escritas por migrantes en las que compartían sus historias de sufrimiento y resiliencia. El regalo ha sido elaborado por los jóvenes beneficiarios de la Fundación Canaria Buen Samaritano, iniciativa vinculada a la parroquia Santa María de Añaza y estrechamente relacionada con el Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal.
Más tarde, en su primer discurso en el Palacio Gran Ducal, ante las autoridades luxemburguesas y la sociedad civil, Francisco ha hablado sin tapujos del drama migratorio y ha instado a los líderes políticos europeos a «llevar adelante negociaciones» para conseguir la paz y a la acogida a los migrantes.
En un encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en el Cercle Cité de Luxemburgo, donde también estaba la presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), la española Nadia Calviño, Francisco ha pedido que este pequeño país sea «ejemplo en el indicar el camino a seguir para la acogida e integración de migrantes y refugiados».
Tras la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto y la visita de cortesía al Gran Duque de Luxemburgo en el Palacio Gran Ducal y un encuentro con el primer ministro, el Pontífice ha exclamado también que «no se debe expoliar y degradar nuestra casa común ni debe dejar al margen a pueblos o grupos sociales». Además, en su alocución desde uno de los países más ricos del mundo, con un producto interior bruto (PIB) per cápita de 143.304 dólares americanos, según datos de 2023 del Fondo Monetario Internacional, ha llamado a «no descuidar a las naciones más desfavorecidas, es más, que se les ayude a salir de sus condiciones de empobrecimiento».
Francisco también ha constatado con pesar «el resurgimiento, incluso en el continente europeo, de desavenencias y enemistades que, en lugar de resolverse sobre la base de la buena voluntad mutua, la negociación y la labor diplomática, desembocan en hostilidades abiertas».
Por ello, ha pedido que la vida cotidiana de los pueblos y de sus gobernantes «esté animada por elevados y profundos valores espirituales» para evitar «la vuelta irresponsable a cometer los mismos errores del pasado, agravados además por el mayor poder técnico del que ahora dispone el ser humano».
«Luxemburgo puede indicar a todos las ventajas de la paz en contraste con los horrores de la guerra, las ventajas de la integración y promoción de los migrantes frente a su segregación, los beneficios de la cooperación entre las naciones frente a las nefastas consecuencias del endurecimiento de posiciones y la búsqueda egoísta y miope, o incluso violenta, de los propios intereses», ha asegurado.
El Papa ha instado finalmente a los gobernantes a «que se comprometan, con constancia y paciencia, a llevar adelante negociaciones honestas con vistas a resolver los desacuerdos, con ánimo dispuesto a encontrar compromisos honorables que no socaven nada y que puedan, en cambio, construir seguridad y paz para todos».
Tras su parada exprés en Luxemburgo, está previsto que el Santo Padre viaje a Bélgica a última hora de la tarde. Allí se reunirá con un grupo de víctimas de abusos sexuales y participará en un debate abierto con jóvenes en los 600 años de la Universidad de Lovaina.