En la floristería de Débora ya no crecen las flores
El negocio de esta vecina de Chiva quedó arrasado por la DANA y su propietaria no tiene claro su futuro. «No nos planteamos invertir de nuevo para empezar de cero, es imposible», dice
«Nosotros no tenemos para seguir con el negocio, estamos parados. Ahora mismo ni me planteo el futuro. Mi local no está en condiciones, el agua ha hecho mucho daño». Así se expresa Débora Rodrigo, propietaria de la floristería creativa Andrómeda, en Chiva.
El día que bajó la riada era uno de los que más trabajo tiene Débora durante el año. «Era el 29 de octubre, los días previos a la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, cuando más encargos tengo y más entregas hago», cuenta a Alfa y Omega.
Débora estaba en el taller junto a su marido y su hija, que ese día no había acudido al colegio por estar suspendidas las clases. De repente empezó a llover con fuerza y al cabo de un rato «entró muchísima agua hasta el fondo del local. Fue imparable, nunca nos había pasado eso», recuerda; hasta el punto de que al cabo de un rato el sótano de la floristería se inundó también y no pudo asumir más agua.
«No pudimos seguir achicando. De repente la tienda se convirtió en un mar enfurecido y mi marido llegó a ver fuera nuestra furgoneta de reparto nadando calle abajo», rememora hoy. La familia tuvo que subir al piso superior, y allí pasó una noche interminable e inolvidable. «No podíamos ir a ningún lado. Hacerlo habría sido un suicidio», dice.
Cuando todo pasó, ya al día siguiente, Débora se dio cuenta de que su negocio se había echado a perder. Aunque desde entonces ha contado con la ayuda de vecinos y voluntarios para limpiar el local, ve imposible seguir con su medio de vida a corto plazo. «La gente hasta me ofrece hacerme un bizum para ayudar en lo puedan, pero les digo que no porque eso ahora mismo no resuelve nada», reconoce con realismo.
Administrativamente, su situación empresarial se encuentra en cese de actividad, a la espera de cómo evolucionan las ayudas prometidas por las administraciones a las pymes, pero ella no lo tiene claro. «Para mí esto ha sido un punto de inflexión. No sé si voy a seguir en esto o me tengo que dedicar a otra cosa», asevera. Como otros negocios de la zona con cuyos propietarios ha podido hablar estos días, «ni nos planteamos invertir de nuevo para empezar de cero, es imposible», lamenta.
Por eso, ante la oferta de este semanario de hacer publicidad gratuita de negocios afectados por la DANA, Débora dice que «ahora mismo no me serviría de nada porque no tengo nada en el local». De ahí que prefiera dar el nombre del negocio de su marido, agricultor ecológico que regenta la empresa Fruits de la Terreta, desde la que vende también de manera online frutas y verduras de temporada. «Al menos sus productos han quedado en el árbol y no han resultado afectados», dice Débora. Es el asidero que les queda en medio de una riada que se ha llevado por delante buena parte de su vida.