En la Casa del Sudán «un aula sería clave para tener abogado y dar clases de árabe y español»
Ante «la peor crisis humanitaria» del mundo Mohamed Amro, el presidente de la Casa del Sudán en Madrid, necesita un local para reunirse y poder enseñar español a sus compatriotas
—Su país, Sudán, es el que tiene más desplazados por el mundo.
—Son 14 millones. Sufre la peor crisis humanitaria por el conflicto armado entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) y el Ejército. En marzo, el Ejército entró en la capital, Jartum, y consiguió retomarla. Ahora se están empezando a ver las enfermedades de la población.
—¿Qué dolencias sufren?
—Cuando la gente ha empezado a volver, se han manifestado enfermedades por doquier. Hay dengue y otras que se sospecha que son derivadas del uso de armas químicas. La situación es muy mala y no se ha producido porque la gente regrese a su casa —que era la gran esperanza para muchos— sino porque la ciudad no estaba preparada.
—¿Cómo están los desplazados en otros países?
—Cuando los civiles huyen a Egipto o Chad, en esos países tampoco hay futuro. Lo vimos, por ejemplo, cuando una oleada de refugiados etíopes llegó a Jartum hace un par de décadas. Estuvieron trabajando como limpiadores, conductores de tuctuc y estaban esperando la resolución para ser ayudados por un país más avanzado. Otros muchos volvieron a Etiopía cuando mejoró la situación.
Amro nació en España en 2002 y volvió a nuestro país cuando estalló la guerra en Sudán en abril de 2023. El día que sucedió «vi por la tele un avión sobrevolando la ciudad, miré por la ventana y vi el mismo avión. No sabía si el sonido venía de la tele o de la calle». Tras finalizar sus estudios en Egipto, trabaja en Madrid por la promoción de sus compatriotas. Reivindica que ambos países tienen en común «su hospitalidad, su gente simpática y que quieren llevar una vida sencilla».
—En la Casa del Sudán trabajan con los que están en España. ¿Qué necesitan?
—Muchos están aquí y tienen títulos universitarios, pero la homologación es un desastre y acaban trabajando de otras cosas a pesar de ser ingenieros o médicos. Necesitamos apoyo para la homologación. También necesitamos quien nos ayude económicamente para tener un centro donde poder enseñar español, porque no tenemos sede como tal. Tan solo ponemos diez euros al mes para tener una reunión y que haya sentimiento de inclusión y pertenencia.
—¿En qué consisten sus reuniones?
—Cada uno trae un plato dulce y otro salado de comida sudanesa para pasar el día. Estamos unas cuatro o cinco horas, cantamos, hablamos entre nosotros. Cuando tardamos mucho en tener una de esas reuniones, nuestros miembros nos llaman la atención.
—¿Dónde se han reunido hasta ahora?
—La de aquí no es una comunidad tan grande como en otros países europeos. Dónde nos reunimos depende del tiempo. Si es en invierno, en una sala; y en verano, en un parque. A veces nos hemos reunido en Espacio Ronda, en Puerta de Toledo, y llevamos todo el verano buscando salas. Creemos que es un éxito hacer estas reuniones, pero tenemos que ayudar a la gente de otra manera.
En cada reunión podemos llegar a las 100 personas. Conseguir un aula sería clave para cualquier cosa que queramos hacer. Es la base para tener un abogado y dar clases de árabe o de español a los niños y a la gente que acaba de llegar. También de Corán, que es una demanda masiva de los padres. Hay personas dispuestas a ser profesoras voluntarias todo el año y durante toda la semana. Queremos también fortalecer los lazos con la embajada, con ACNUR, con CEAR y con SERCADE, con quienes tenemos muchísimas cosas. Son organizaciones en las que me inspiro mucho.

—¿Por qué esta crisis es poco conocida?
—El problema en Sudán es menos atractivo políticamente que el de otros países que se pueden instrumentalizar más. La crisis de Sudán sucedió de repente y entre 2023 y 2024 tuvimos ya diez millones de desplazados. Lleva un poco de tiempo que la gente se entere de lo que está pasando. De todos modos, es difícil hacer un reportaje desde Sudán, porque es difícil entrar y salir. Pero donde están las RSF la gente lo pasa muy mal. Se dice que las personas se ven forzadas a comer alimentos para animales. Pero nadie puede ir a verificar ese dato ni puede entrar ayuda humanitaria. Es difícil que ese tipo de noticias lleguen a España.
—¿Cómo puede ayudar un español?
—Si un español que tenga interés en Sudán está leyendo esto, que siga las redes de la Casa del Sudán y nos conozca en primera persona. Le recibiremos con los brazos abiertos. Otra forma de ayudar es hablar sobre la peor situación humanitaria del mundo, que está silenciada. Y aunque sea, que done un euro. En la página de la Casa del Sudán se pueden ver todas nuestras iniciativas desde enero de 2024 hasta hoy y la cantidad de dinero que hemos podido recaudar. Con unos pocos miles de euros hemos ayudado a mucha gente.