En esta «sociedad del ruido», hoy más que nunca «se requiere anunciar la primacía absoluta de Cristo» - Alfa y Omega

En esta «sociedad del ruido», hoy más que nunca «se requiere anunciar la primacía absoluta de Cristo»

En su mensaje a los sacerdotes, religiosos y seminaristas latinoamericanos que estudian en Roma, el Papa ha resaltado la «primacía absoluta de Cristo»

José Calderero de Aldecoa
León XIV mientras lee la catequesis.
León XIV mientras lee la catequesis. Foto: EFE / EPA / Riccardo AntiMiani.

En el día de la Virgen de Guadalupe, el Papa ha enviado un mensaje a los participantes en el encuentro de sacerdotes, religiosos y seminaristas latinoamericanos que estudian en Roma. A todos ellos, el Pontífice, que ha reflexionado sobre la vocación, les ha recordado que «cuando Jesucristo llamó a sus discípulos, casi invariablemente utilizó la palabra “sígueme”». En esa breve palabra, ha asegurado León XIV, «podemos encontrar el propósito más profundo de nuestra vida, sea como seminaristas, como sacerdotes o como miembros de la vida consagrada».

En este sentido, el Santo Padre ha destacado que el Señor «los llama sin ningún mérito previo por parte de sus interlocutores». Al contrario, «los convoca» con la idea de que «sea una oportunidad para llevar el mensaje evangélico a los pecadores y a los débiles». Es decir, «sus discípulos se convierten en instrumentos del designio de salvación que Dios tiene para todos los hombres».

Primacía absoluta de Dios

A pesar de ello, el Pontífice ha pedido tomar conciencia del compromiso que supone responder a la llamada: «la exigencia de la primacía absoluta de Dios; la exigencia de la necesidad imperiosa del conocimiento teórico y práctico de la ley divina y la exigencia del desasimiento de toda seguridad humana, con la consecuente oferta de todo lo que somos y lo que tenemos».

Sobre este último aspecto, León XIV ha matizado que con ello «el Señor no pretende eludir los deberes naturales, […] sino abrir nuestros ojos a una nueva vida». En ella «nada puede anteponerse a Dios, ni siquiera lo que hasta entonces habíamos conocido como bueno, y supone la muerte al pecado y al viejo hombre mundano».

Pero esta disposición total, «lejos de apartarnos del hermano, revierte en comunión con los demás. No caminamos en soledad, somos parte de una comunidad».

Sociedad del ruido

Durante su mensaje, el Santo Padre ha asegurado que «cuando a lo largo de la vida, nuestra mirada se nuble, como a Pedro, en medio de la noche o a través de las tormentas, será la voz de Jesús la que con amorosa paciencia nos sostenga». Una noche, según el Papa, producida no tanto por «la cruz que se nos impone», sino más bien «por nuestro egoísmo», que «se convierte en causa de tropiezo en nuestro afán de seguirle».

Por último, el Papa ha subrayado que en esta «sociedad del ruido que confunde», hoy más que nunca «se requieren servidores y discípulos que anuncien la primacía absoluta de Cristo y que tengan el acento de su voz muy claro en los oídos y en el corazón». Pero para ello, es imprescindible «la lectura de las Sagradas Escrituras, meditada en el silencio de la oración profunda, a la reverente acogida de la voz de los legítimos pastores y al estudio atento de los muchos tesoros de sabiduría que nos ofrece la Iglesia».

A modo de conclusión, el Santo Padre ha pedido no apegarse «a los aplausos, porque su eco dura poco». Y ha añadido: «Tampoco es sano quedarnos solo en el recuerdo del día de crisis o de los tiempos de amarga decepción. Miremos más bien que todo ello es parte de nuestra formación y digamos: si Dios lo ha querido para mí yo también lo quiero».

[Noticia en actualización]