Oremos al Señor de la mies que mande obreros a su mies, pues ésta es mucha, mientras que los obreros son pocos. Pero no seamos pesimistas. El cristiano no debe ser pesimista ni optimista, pues uno y otro, el pesimismo y el optimismo, parten de un mismo principio falso: que todo depende del hombre. El florecimiento de abundantes vocaciones sacerdotales vendrá, sin duda, desde el seno mismo de nuestro trabajo, pero principalmente como fruto de la gracia de Dios.
Nosotros, los sacerdotes, cuanto más santos seamos, cuanto más oremos y cuanto mayor sea nuestra unión con Cristo, mayor será la eficacia de nuestra acción evangelizadora y mayor número de vocaciones sacerdotales otorgará Dios.
Manuel Ureña
arzobispo de Zaragoza
Los curas que han resistido a la sangría de las secularizaciones en estas últimas décadas, en su mayoría, se han afanado pastoralmente. Sin embargo, en ocasiones, por querer servir a tantos sitios, algunos han caído en un activismo que ha sido perjudicial en muchos sentidos.
¿Cómo puede promover las vocaciones? La mejor manera es siempre el testimonio de coherencia sacerdotal, de alegría ministerial, de entrega a todos, no ocultando nuestra condición sacerdotal, hablando cuando sea preciso de Cristo y de su Iglesia, orando y celebrando los sagrados misterios.
Juan del Río Martín
arzobispo castrense
Ciertamente, la secularización de la sociedad, el descenso de la natalidad y el deterioro de la convivencia familiar están influyendo de forma muy negativa en la escucha de la voz de Dios. Esta situación nos está pidiendo a todos la conversión personal a Dios para avanzar en la renovación interior, para afianzar la propia vocación y para aspirar con decisión a la santidad de vida. La transmisión de la fe a los demás y la llamada al seguimiento de Jesucristo pasan siempre por el anuncio, pero, sobre todo, por el testimonio de vida coherente con ese anuncio.
Atilano Rodríguez
obispo de Sigüenza-Guadalajara