En Egipto ponen velas a la Virgen hasta algunos musulmanes - Alfa y Omega

En Egipto ponen velas a la Virgen hasta algunos musulmanes

La UNESCO ha reconocido como patrimonio inmaterial de la humanidad los festivales que, en todo Egipto, conmemoran la presencia de la Sagrada Familia

María Martínez López
Es frecuente que en los pueblos se represente la llegada de la Sagrada Familia. Foto: Ministerio de Turismo de Egipto / Khaled Mitwaly.

«Intercede por nosotros, oh Virgen María, paga nuestro rescate ante la puerta de Jesús». Acompañados por tambores e instrumentos similares a las dulzainas, un grupo de egipcios canta en árabe a la Virgen. Es día de fiesta grande en una de las diversas localidades del país donde se celebra su Natividad. Cada uno de estos lugares, desde el delta del Nilo hasta el sur, presume de un vínculo especial con María, Jesús y José, el carpintero. En el barrio de Al Matarya, en El Cairo, se conserva el árbol que les dio sombra cuando pasaron por allí huyendo de Herodes. Fue más acogedor que la población local, que les negó un trozo de pan. Por eso, se cuenta, allí existe aún hoy una calle donde la masa no fermenta. Se conserva también memoria de varios pozos de donde bebieron. Y, en el santuario mariano de Jabal al Tayr, en la gobernación de Minia, los recipientes de arcilla en los que guardaban la harina.

A comienzos de los años 90, «algunas personas se interesaron por el recorrido de la Sagrada Familia» y por los indicios de su paso. Coincidían con lugares donde «desde hace mucho se celebraba la Natividad de la Virgen», explica Shaza Gamal, profesora de Arte Copto y Arqueología de la Universidad Helwan, en El Cairo. «La gente empezó a relacionar ambas cosas». También desde la Iglesia copta se estudiaron más los manuscritos con referencias a ello, como los relacionados con la supuesta aparición en la que María reveló parte de su itinerario al Papa copto Teófilo entre los siglos IV y V. La celebración de los 2.000 años del nacimiento de Cristo fue «un punto de inflexión»: se iniciaron investigaciones académicas, el patriarca Shenouda III aprobó un «mapa oficial» de su itinerario, se formó a guías —Gamal participó en ello— y se apostó por promover las visitas y peregrinaciones. El Vaticano las respaldó en 2017.

Ahora, la UNESCO ha reconocido como patrimonio inmaterial de la humanidad los festivales relacionados con el viaje de la Sagrada Familia a Egipto: la conmemoración de su llegada en la Iglesia copta, el 1 de junio, y las fiestas en torno a la Natividad de María, desde mayo hasta agosto. En las regiones de Minia y Asiut pueden llegar a juntarse hasta tres millones de personas, entre locales, gente que vuelve a casa para las fiestas y visitantes.

Multitudinaria celebración en el monasterio de la Virgen en Durunka (Asiut). Foto: Ministerio de Turismo de Egipto / ST Bishoy.

Bailes y bautizos

Durante las fiestas, las calles se llenan de cantos folclóricos, bailes y degustación de manjares típicos. Eso sí, dentro de lo permitido por la Iglesia copta, ya que las semanas en torno a la Natividad de la Virgen son uno de sus tiempos de ayuno y abstinencia más importantes después de la Cuaresma y el Adviento. Se representa el viaje de la Sagrada Familia, y las iglesias y monasterios se llenan de fieles que rezan, dan gracias por los favores recibidos o piden bautizar a sus hijos esos días.

Pero no son ellos los únicos en celebrar. «Los musulmanes participan porque para ellos la Virgen es un personaje muy sagrado, distinguido y respetado, la quieren mucho», explica Gamal, que es miembro del equipo que preparó la candidatura. De hecho, la única sura del Corán encabezada por un nombre femenino está dedicada a ella. Muchas veces, en la fiesta, «no puedes diferenciar entre unos y otros: comen lo mismo, se saben de memoria las mismas canciones» y hasta visten igual, la tradicional galabiya. De hecho, no es extraño ver a los musulmanes encender velas en los lugares sagrados e incluso abstenerse de los mismos alimentos que los cristianos.

El reconocimiento de estos festivales como patrimonio inmaterial de la humanidad «significa mucho, y no solo para la comunidad cristiana. No hacemos diferencias entre cristianos y musulmanes: somos la comunidad egipcia», subraya esta miembro del equipo promotor. Más allá del impacto positivo en el turismo, el reconocimiento de esta fiesta «creará más oportunidades para juntarse, celebrar, compartir y revivir las prácticas del patrimonio copto».