Ella sentía que tocaba el cuerpo de Cristo
Como concreción de la labor de la Mesa por la Hospitalidad, desde 2018 parroquias madrileñas acogen a migrantes y refugiados
Sucedió en una de las primeras parroquias donde se empezó el proyecto de acogida de emergencia a inmigrantes y refugiados, allá por el mes de agosto de 2018. Se estaba celebrando el cumpleaños de uno de los acogidos, un subsahariano musulmán. Casi al acabar la celebración, después de cantarle el Cumpleaños feliz, él se levantó y muy solemne dijo: «Yo soy musulmán y toda mi familia somos musulmanes y no dejaremos de serlo. Pero nunca olvidaré y así se lo transmitiré a mi familia, que he sido acogido en una parroquia católica». En esa parroquia en concreto participó muy activamente en la acogida un grupo de jóvenes y se les habilitó a los acogidos, casi todos musulmanes, un lugar donde hacer sus rezos. Y una señora mayor, que les lavaba las sábanas, comentaba con auténtica veneración que, cuando lavaba y tocaba las sábanas, sentía que estaba tocando el cuerpo de Cristo. Estos hechos o parecidos podrían contarse en cada uno de los espacios de acogida que han estado funcionando hasta ahora.
Pero, ¿cómo surge este proyecto? En septiembre de 2015, Carlos Osoro, entonces arzobispo de Madrid, creó la Mesa por la Hospitalidad con una carta pastoral titulada «Fui extranjero y me acogisteis». En ella nos decía: «No es tiempo de lamentos, sino de arrimar el hombro y sacar lo mejor de nosotros mismos ante el dolor ajeno».
Con esa hoja de ruta inició su andadura la Mesa por la Hospitalidad, constituida por siete entidades de la Iglesia de Madrid que trabajan en diferentes facetas de la acogida a inmigrantes y refugiados, unidas por el nexo del trabajo en comunión, en red y en sinodalidad. Como una concreción de ese trabajo en red, surgió en junio de 2018 el proyecto de acogida de emergencia a inmigrantes y refugiados que se encuentran en situación de calle y no han obtenido una respuesta a su situación desde los recursos públicos competentes.
En ese proyecto intervienen varios agentes. En primer lugar, los espacios de acogida, que ofrecen un lugar donde las personas pueden asearse, cenar, dormir y desayunar con unas condiciones dignas de habitabilidad y seguridad. Con calidad y calidez.
En segundo lugar, existen entidades que presentan la solicitud. Ellas se responsabilizan del acompañamiento a la persona o familia; por ejemplo, de buscarle un lugar para comer, de cubrir sus gastos de transporte y medicinas, etc. Asimismo, las orientan en su proceso migratorio. También protagonistas son las personas voluntarias de noche que acompañan a las acogidas por si tienen alguna necesidad. Otras se ofrecen para echarles una mano en gestiones diversas.
Por último está el Equipo de Coordinación Operativa. Los que formamos parte de él realizamos la tarea de ser el enlace entre las entidades que acompañan, los espacios que acogen y las personas voluntarias. Es responsable de que el engranaje funcione y realiza también labores de formación y de sensibilización.
Unas 1.300 personas acogidas y acompañadas hasta ahora es el dato cuantitativo. Pero tan importante o más que la cantidad es lo dado y recibido. La experiencia que podemos compartir todas las personas implicadas en este proyecto de encuentro y de acogida es que nos rejuvenece y nos revitaliza personalmente y revitaliza y rejuvenece la vida de las parroquias, colegios y comunidades religiosas donde se lleva a cabo. Vivimos eso que se resume en la expresión de que «hay más gozo en dar que en recibir». Animaos, pues, a vivir esta experiencia.