Elías ya ha venido y no lo reconocieron - Alfa y Omega

Elías ya ha venido y no lo reconocieron

Sábado de la 2a semana de Adviento / Mateo 17, 10-13

Carlos Pérez Laporta
'Virgen de la Cinta'. Coro de la Colegiata de Toro, Zamora
Virgen de la Cinta. Coro de la Colegiata de Toro, Zamora. Foto: Jacinta Lluch Valero.

Evangelio: Mateo 17, 10-13

Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:

«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Él les contestó:

«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».

Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

Comentario

«Elías vendrá y lo renovará todo». Siempre viene Elías. Entonces fue Juan. Pero siempre hay Elías en nuestras vidas. Siempre hay alguien cuyo corazón ardiente le hace buscar el cielo en todo lo que hace. Son personas que por su manera de mirar y por lo que esperan de todo consiguen elevarlo todo hacia lo alto. Nada les parece irrelevante. Incluso las pequeñas cosas cotidianas y repetitivas, las hacen con afecto, como si tuvieran un misterio dentro, como si la repetición no fuera inútil sino parte de un largo y minucioso conjuro. Como si el trabajo cotidiano pudiese albergar un secreto silencioso y constante. Y esas personas renuevan para nosotros todas las cosas. Porque todas las cosas son nuevas cuando se espera.

Una de ellas es también María. Su inconfesable esperanza le hacía vivir siempre en tensión. Custodiaba con cariño cada instante, como la preparación del momento en que poder estrecharle entre sus brazos. Cada momento parecía conectarse secretamente con aquel instante, como aviso y señal de su venida (como les ocurre a los enamorados, para los que toda circunstancia resulta signo del amado, y parte del camino hacia él). Todo era nuevo, porque todo estaba preñado de una sigilosa esperanza. Ella preparaba su corazón para aquel momento, abriéndolo cada vez más, dejándose conducir por el deseo de su corazón. Ya no había miedo. No le importaban el dolor y las dificultades. Para ella Él era ya todo, en todas las cosas. Él hace todas las cosas nuevas para ella.