El vía crucis del Coliseo recorre las guerras del mundo sin la presencia del Papa
El frío en la Ciudad Eterna ha provocado que Francisco, aún convaleciente, no haya asistido a la oración
El de este 2023 en el Coliseo ha sido un vía crucis distinto. No ha contado con la presencia del Papa Francisco presidiendo la oración. El Pontífice está todavía recuperándose de la bronquitis que le obligó a permanecer ingresado durante dos días y medio en el Policlínico Gemelli y las temperaturas de la noche romana no son las más adecuadas para un paciente de las características de Francisco. El Vaticano lo comunicó sobre las tres de la tarde de este mismo viernes. El Santo Padre ha seguido la ceremonia desde casa Santa Marta «uniéndose en oración con quienes se unirán a la diócesis de Roma en el Coliseo», indicaba la nota de la Oficina de prensa de la Santa Sede.
También este año el vía crucis ha sido diferente porque, a diferencia de otros años, las meditaciones se han hecho públicas pocas horas antes. Normalmente, se difunden en los días previos y así se conoce quién las ha escrito y sobre qué realidad o realidades versan. Probablemente la polémica con las meditaciones del año pasado ha hecho que el Vaticano haya apurado hasta el último momento para hacerlas públicas. En 2022, a pocas semanas del comienzo de la invasión de Ucrania, se asignó una meditación de una de las estaciones a dos mujeres, una ucraniana y la otra rusa. La reacción tanto de la embajada ucraniana ante la Santa Sede en Roma como en Kiev de parte del patriarca Sviatoslav Shevchuk no se hizo esperar y fue en términos muy negativos ante la idea de que el agresor estuviera representado junto al agredido en el vía crucis del Papa. Al final, la meditación que compartían ambas mujeres no se leyó y solo se invitó a guardar silencio en dicha estación del vía crucis.
«Voces de paz en un mundo de guerra»
Este año el Vaticano ha optado por testimonios de personas que en todo el mundo han vivido auténticos vía crucis en carne propia: refugiados, víctimas de la violencia, de la guerra y de la persecución étnica o religiosa, migrantes que tuvieron la desgracia de caer en los campos libios buscando una vida mejor… Algunos de ellos han portado la cruz en las catorce estaciones del vía crucis. Según ha explicado el Vaticano, son testimonios que se han presentado al Papa en alguno de sus viajes y encuentros en Roma.
«Era la sexta vez; después de tres días en el mar llegué a Malta. Permanecí en un centro durante seis meses y allí perdí la razón; cada tarde preguntaba a Dios por qué, ¿por qué hombres como nosotros deben considerarnos enemigos? Muchas personas que huyen de la guerra cargan cruces similares a la mía», narraba la historia de un joven africano que tardó 6 años en llegar a Europa y cuya vivencia ha ilustrado la segunda estación.
«Mi vida es un viaje. He escapado de las bombas, de los cuchillos, del hambre y del dolor. He viajado escondido en camiones, en maleteros, lanzado a barcos destartalados. Pero mi viaje continuó hasta llegar a un lugar seguro, a uno que ofrece libertad y oportunidad, donde puedo dar y recibir amor, practicar mi fe, donde la esperanza es real. ¿Habrá un Cireneo para mí?», rezaba el testimonio de la quinta estación en la que Jesús es ayudado por el Cireneo.
«Del comercio de armas sin escrúpulos: ¡Conviértenos, Señor Jesús!; de destinar dinero a armamento en lugar de alimentos: ¡Conviértenos, Señor Jesús!; de la esclavitud del dinero que provoca guerras e injusticias: ¡Conviértenos, Señor Jesús!; para que las lanzas se transformen en podaderas: ¡Conviértenos, Señor Jesús!», clamaba una oración de este vía crucis que llevaba por título, «Voces de paz en un mundo de guerra».
Las meditaciones del Coliseo han recorrido la geografía del sufrimiento humano a través de distintos puntos de África, Asía, Sudamérica, Centroamérica, los Balcanes, Oriente Medio, Tierra Santa y Ucrania y Rusia.
Los testimonios de un joven ucraniano y otro ruso
En la décima estación se han escuchado los relatos de un joven ucraniano y de uno ruso. El ucraniano tuvo que huir de Mariúpol y vive refugiado en Italia mientras su padre tuvo que quedarse en Ucrania para combatir. El joven ruso asegura que siente casi culpa por ser ruso. Su hermano ha muerto en esta inútil guerra. Y la familia ahora no sabe nada ni de su padre ni de su abuelo también llamados al frente: «En casa he escrito una oración: Jesús, por favor, haz que haya paz en todo el mundo y que todos podamos ser hermanos».
El cardenal Angelo de Donatis, vicario del Papa para la diócesis de Roma, ha presidido el vía crucis y la oración final de acción de gracias al Señor por, entre otras cosas, «la esperanza que infundes a la hora de la prueba».