El Vaticano asume el juicio sobre las apariciones y no reconocerá su sobrenaturalidad
«Por regla general», la valoración más positiva que se pueda alcanzar será el «nihil obstat», que permitirá la devoción de los fieles. El Papa se reserva el derecho de autorizar «un procedimiento especial»
El proceso de discernimiento de la Iglesia sobre supuestas apariciones marianas o fenómenos sobrenaturales a partir de ahora no terminará «con una declaración de supernaturalitate (de sobrenatural)». Así lo ha anunciado este viernes el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, al presentar el nuevo procedimiento con el que contarán los obispos para examinar las supuestas apariciones marianas o fenómenos sobrenaturales en sus diócesis. Además, será el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y no los obispos locales, el que se pronuncie sobre los hechos.
El objetivo de la reforma de la normativa, que el Papa Francisco aprobó el 4 de mayo y entrará en vigor el día 19, es evitar fraudes y estafas que se aprovechan de la buena voluntad de los fieles. Como hasta ahora, durante su investigación el obispo deberá establecer una comisión con al menos un teólogo, un canonista y un experto, que serán elegidos en función de la naturaleza del supuesto fenómeno. El obispo también nombrará a un delegado para coordinar su trabajo y a un notario que asistirá a todas las reuniones y entrevistas, levantará acta y ayudará en la organización.
- «Prae oculis habeatur»: Señala ciertos aspectos que «deben tenerse en cuenta», como que se reconozcan «signos positivos» junto con «algunos aspectos de confusión o riesgos potenciales».
- «Curatur» («se tiene en cuenta»): La devoción a un supuesto suceso ya se ha extendido ampliamente, pero «se observan diversos o significativos elementos críticos». En este caso, según la normativa, «no se recomienda una prohibición que pueda molestar al pueblo de Dios», pero se pide al obispo diocesano que no fomente el fenómeno y que, en su lugar, promueva devociones alternativas.
- «Sub mandato» («bajo mandato»): Las cuestiones críticas no tienen que ver directamente con el supuesto fenómeno, sino con la persona o personas implicadas «que están haciendo un mal uso de él», ya sea con fines lucrativos, para actos inmorales o para algún otro beneficio personal. Los obispos diocesanos en estos casos, u otros delegados por la Santa Sede, intervendrán directamente o, si no pueden, «intentarán llegar a un acuerdo razonable».
- «Prohibetur et obstruatur» («está prohibido y obstruido»): Existen serias dudas en torno a un supuesto acontecimiento sobrenatural. En este caso, se pide al obispo que haga una declaración pública de que la devoción no está permitida y que prepare una catequesis sobre las razones.
- «Declaratio de non supernaturalitate» («declaración de no sobrenaturalidad»): Se descubre que un acontecimiento definitivamente «no es sobrenatural», por ejemplo, cuando un presunto vidente admite haber mentido o «testigos creíbles» aportan pruebas de falsedad.
La nueva normativa prevé que una vez que la investigación sobre una supuesta aparición o acontecimiento espiritual haya sido completada por el obispo diocesano local y enviada al Vaticano con su evaluación, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe responda. Dependiendo del caso, podrán aplicarse seis «conclusiones prudenciales» diferentes. «Por regla general», estas conclusiones «no incluyen la posibilidad de declarar que el fenómeno bajo discernimiento es de origen sobrenatural; es decir, afirmar con certeza moral que se origina por una decisión querida por Dios de manera directa».
El juicio más favorable que podrá emitir el obispo la Iglesia será el de «nihil obstat» (del latín, «nada se opone»). Tal declaración significará que, «sin expresar ninguna certeza sobre la autenticidad sobrenatural del fenómeno en sí, se reconocen muchos signos de la acción del Espíritu Santo (…) y no se han detectado, al menos hasta ahora, aspectos especialmente críticos o arriesgados». En este caso, el obispo diocesano podrá promover la devoción popular y las peregrinaciones. Sin embargo, el Papa se reserva el derecho de autorizar «un procedimiento especial al respecto» si así lo considera oportuno.
Globalización de las informaciones
El motor principal que ha acelerado los cambios en la última normativa, dictada por san Pablo VI en 1978, es ofrecer una regulación acorde con el contexto actual, caracterizado por la globalización de las informaciones y la rapidez en la difusión gracias a los medios de comunicación. Las decisiones «tomaban un tiempo excesivamente largo, que a veces abarcaba varias décadas», lo que significaba que un fallo a menudo llegaba cuando era «demasiado tarde», ha asegurado Fernández. Ha manifestado que el objetivo es simplificar los procedimientos y poder llegar más rápidamente a una decisión sobre estos supuestos fenómenos sobrenaturales, lo que es especialmente importante en la era digital, sobre todo para evitar estafas y sortear a los que «intentan ganar dinero a costa de las creencias de la gente o manipularla», ha asegurado el Vaticano.
Hasta ahora se aplicaban criterios que tienen que ver con las cualidades personales del vidente o videntes; en particular, el equilibrio psíquico, la honestidad, la rectitud de la vida moral, la sinceridad o la docilidad habitual hacia la autoridad eclesiástica. Pero los resultados eran exiguos. De hecho, solo seis casos de supuestas apariciones de la Virgen se han resuelto de forma definitiva desde 1950. La revisión se lleva fraguando desde 2019, pero en noviembre del 2023 se acordó «una revisión exhaustiva y radical», ha asegurado el cardenal Fernández.
Las nuevas normas entran en vigor en medio de varios casos polémicos recientes de supuestas apariciones, incluido uno de unas supuestas lacrimaciones en una estatua de la Virgen y posteriores apariciones que atrajeron a miles de personas a Trevignano, cerca del lago de Bracciano, Italia, que finalmente fue desmentido como falso. El obispo de la diócesis italiana de Civita Castellana, Marco Salvi, emitió entonces una disposición de «constat de non supernaturalitate» —es decir, que negaba las condiciones de fenómeno sobrenatural—. Después de esto, uno de los devotos lamentó haber entregado a la vidente hasta 123.000 euros.