El Vaticano reivindica ante Irak el rol de la Iglesia
El arzobispo de Mosul espera que el encuentro entre el Papa y el presidente iraquí ayude a restituir al cardenal Sako como máximo líder caldeo
El 18 de noviembre el Papa Francisco y Abdul Latif Jamal Rashid, presidente de Irak, mantuvieron una reunión en el Palacio Apostólico del Vaticano. Aunque la visita se llevó a cabo con la mayor de las discreciones y ni la Embajada del país ni la Santa Sede quisieron revelar el contenido de la conversación, Najib Mikhail Moussa, arzobispo caldeo de Mosul, tiene «indicios de que hablaron de la situación de los cristianos, del futuro de las comunidades en Irak y de cómo ayudar al país a ser más democrático», cuenta a Alfa y Omega.
Parece confirmarlo el hecho de que en un encuentro posterior de Rashid con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, y con Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, efectivamente se habló, según la Oficina de Prensa de la Santa Sede, de «la necesidad de que la Iglesia católica en Irak siga llevando a cabo su valiosa misión y que todos los cristianos iraquíes sean una parte vibrante y activa de la sociedad y el territorio, en particular en la llanura de Nínive». Esta región concentraba en el pasado una comunidad cristiana de unas 150.000 personas, aunque una gran parte de ellos ha emigrado al extranjero para no volver, debido a la persecución del Dáesh.
Aunque Moussa es muy escéptico con el Gobierno iraquí, se muestra optimista por las posibles implicaciones de la visita de su presidente a Roma. Según sus fuentes, «el Papa no aceptaba su visita hasta que se comprometiera a dar un mayor apoyo a los cristianos del país y al patriarca caldeo Louis Raphael Sako». Este cardenal, principal figura cristiana del país, se encuentra desde julio en la ciudad de Erbil, en el Kurdistán iraquí, en vez de en su sede en Bagdad. Se trasladó como protesta por la decisión del mismo presidente Rashid de revocar el decreto oficial que lo reconocía desde 2013 como máximo líder de la Iglesia caldea y, en consecuencia, máximo administrador de sus bienes.
Moussa denuncia que, con esta decisión, Rashid «ha intentado desposeer» al patriarca «de los bienes de la Iglesia en Irak». A su juicio, «no es una decisión que se haya tomado con libertad en el Parlamento». Critica además que «cada tres semanas se le pide ir al tribunal y se le hacen preguntas que no sirven para nada. Están humillando a la comunidad y quieren hacer lo mismo con las otras iglesias», sostiene. Lo atribuye a que hay sectores en la política que «quieren hacerse con las propiedades de la Iglesia católica y de las ortodoxas», además de «otros países intentando desempeñar un rol en torno al valle del Nínive».
El arzobispo de Mosul reitera su apoyo al patriarca Sako y asegura que «no sufre en soledad». También subraya que el motivo por el que se ha retirado a la zona del Kurdistán no es «para protegerse a sí mismo», porque «es un cardenal muy valiente», sino para «protestar ante el Gobierno». Y añade que «está listo para volver a Bagdad» en cuanto se le restituya su título.
Contagio desde Tierra Santa
En su encuentro con Parolin y Gallagher, el presidente iraquí también abordó, según la Oficina de Prensa del Vaticano, «algunas cuestiones internacionales, con especial atención al conflicto en Israel y Palestina y el urgente compromiso con la paz y la estabilidad». «Toda la población iraquí está a favor de la paz», subraya Moussa. «Los judíos tienen derecho a vivir en un país y los palestinos en otro y que se respeten».
A este respecto, Moussa alerta de que tener un conflicto cerca de sus fronteras «infecta la situación aquí» y moviliza a las milicias. Desde el comienzo del conflicto, tropas proiraníes han atacado varias bases con presencia de estadounidenses. En el entorno de estos grupos armados se sitúan a veces otros teóricamente de inspiración cristiana, pero que finalmente siempre resultan desestabilizadores. En general, estas milicias «son como una mafia porque hacen cualquier cosa por conseguir dinero, nos roban nuestras tierras y nuestros derechos. Y las que se dicen cristianas, lo llevan solo en el nombre, han abandonado el cristianismo», sentencia el arzobispo.
Otra cuestión que preocupa a la Iglesia caldea en Irak, según el arzobispo Najib Mikhail Moussa, es el incendio que durante una boda el 26 de septiembre en la ciudad de Qaraqosh, de mayoría cristiana, se cobró 119 víctimas mortales. «No es un accidente que haya sucedido por error. Creemos que una mano oculta está detrás de esta catástrofe», sentencia. A su juicio, es un ataque dirigido contra toda la llanura de Nínive. Esto implica que «estamos en una situación muy peligrosa; muchas familias se están preparando para dejar Irak porque no sabemos quién hizo esto».
«Hemos pedido, desde el principio, a la comunidad internacional que ayude al Gobierno a esclarecer qué sucedió exactamente», recuerda Moussa. Quiere saber «qué tipo de material había allí para que estallara un gran fuego en tres o cuatro minutos y los asistentes se asfixiaran enseguida por un gas». Comparte sus sospechas Fátima (nombre ficticio), una iraquí que fue a Roma para estudiar un doctorado y que en 2022 volvió a su país. Cuenta que el Gobierno «hizo una investigación, pero tardó solo tres días. La gente no se la cree». A su juicio, «debería ser más larga». Recuerda además que se trata de un suceso sobre «el que todo el mundo ha hablado», incluso Vladimir Putin, quien envió un mensaje de condolencias sobre el triste episodio.