El Vaticano presenta 227 propuestas para avanzar hacia la conversión ecológica - Alfa y Omega

El Vaticano presenta 227 propuestas para avanzar hacia la conversión ecológica

La Santa Sede ha presentado este jueves un amplio documento para seguir aplicando la encíclica Laudato si’, que recoge buenas prácticas y propuestas tan dispares como desinvertir en combustibles fósiles, promover las cooperativas que ayuden a los pequeños agricultores o realizar proyectos de Aprendizaje y Servicio en los colegios

María Martínez López
Foto: Vatican Media.

La crisis sanitaria del coronavirus ha hecho «más evidente» el valor de Laudato si y su enseñanza de que «todo está conectado». También «nos ha puesto de improviso frente a nuestra fragilidad de criaturas finitas y nos reclama descubrir o redescubrir lo esencial en nuestra vida». Lo subraya el Vaticano en el documento En camino hacia el cuidado de la casa común, presentado este jueves.

Sin embargo, este texto no es una respuesta a la pandemia. La mesa interdicasterial de la Santa Sede sobre ecología integral lo elaboró en su mayor parte antes de que esta surgiera, como una nueva y firme apuesta para seguir aplicando la encíclica Laudato si.

Cinco años después de la publicación de la encíclica Laudato si, los autores de En camino… constatan la necesidad de «un continuo trabajo para su difusión, profundización» e implementación. La crisis ecológica sigue siendo «un momento propicio de estímulo a la conversión»; pero al mismo tiempo los urgentes desafíos que presenta empujan a tomar «decisiones concretas y que no se pueden procrastinar».

Sin soluciones preestablecidas

Ante este momento difícil pero también «estimulante para construir una nueva civilización», la Iglesia no dispone de «un catálogo preestablecido de soluciones que ofrecer y mucho menos que imponer», reconocen los miembros de la mesa interdicasterial. Pero sí puede ofrecer «su experiencia durante siglos y en varios contextos geográficos, como un corpus de enseñanza social, de contenidos y de principios elaborados a lo largo del tiempo».

Dentro de este conjunto de la doctrina social, con el tiempo ha ido creciendo la conciencia de que «en las raíces de la crisis ecológica hay, de hecho, una profunda crisis moral y cultural», caracterizada por «un antropocentrismo individualista exasperado» que altera la relación entre los seres humanos y la naturaleza.

Para combatirlo, es necesario un «cambio de ruta», una «conversión espiritual que nos lleve a una nueva conciencia de la relación del ser humano con sí mismo, con el otro, con la sociedad, con la creación y con Dios». Por lo tanto, su propuesta de ecología integral «no es reducible solo a la dimensión ambiental; exige una visión integral de la vida para elaborar de la mejor forma posible políticas, indicadores, procesos de investigación y de inversión y criterios de evaluación», evitando conceptos equivocados de desarrollo y crecimiento.

Diálogo y anuncio

Todo el documento está pensado para favorecer el diálogo sobre la cuestión ambiental, y también el anuncio de la visión católica de la espiritualidad ecológica y la teología de la creación. Pero para que este diálogo e intercambio sea verdadero, requiere que «sin perder la propia identidad específica, no se absolutice el punto de vista propio».

«Es necesario aceptar la confrontación con todas las personas, organizaciones e instituciones que comparten la responsabilidad del cuidado de la casa común» y que tienen perspectivas complementarias: tradiciones espirituales, investigación, militancia… Pide además «un esfuerzo particular» para que en este diálogo participan también los más pobres y excluidos. Se trata no solo de intercambiar ideas, sino de «hacer juntos» y «caminar juntos».

Conversión, educación… y acción

La guía presentada este jueves contiene reflexiones y propuestas orientadas a la acción, dirigidas a «las iglesias locales, a sus comunidades, a los responsables de la cosa pública y a todos los seres humanos de buena voluntad», desde el nivel personal hasta la comunidad internacional. Con ellas se pretende orientar a os católicos, y también «interpelarles para que examinen sus propios comportamientos, también en lo cotidiano». Y así avanzar, como consecuencia, hacia la «conversión eclesial».

En camino… está constituido por dos partes, una relacionada con la conversión espiritual y la educación, otra sobre la actuación del desarrollo humano integral en la óptica de la ecología integral. Esta división se basa en la convicción de que para un verdadero cambio son igual de necesarias «la dimensión económica y tecnológica» y la «ético social».

Cada capítulo, además, contiene doce apartados, con una introducción sobre su contexto, la relación con otros documentos pontificios, ejemplos de buenas prácticas y sugerencias. Los autores exhortan a los fieles a trabajar todos los ámbitos de forma integrada, pues «actuar solo sobre algunos aspectos no lleva a una solución duradera».

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Resumen de En camino hacia el cuidado de la casa común

Capítulo I: Educación y conversión ecológica

Ecología integral y conversión espiritual

La conversión es «un cambio en la mentalidad y en la mirada: de la constante voluntad de dominar y someter, a la apertura a encontrar al otro y a acoger el don de la creación; de una mirada depredadora a una contemplativa». Está enraizada «en la relación filial con Dios», que «llama a cada persona a la santidad y a cada criatura a su cumplimiento». En este ámbito, se ponen de ejemplo los «itinerarios desarrollados por comunidades católicas en estrecho contacto con la naturaleza», que les lleva a la contemplación, la liturgia y la caridad; se cita de modo particular las tradiciones monásticas y la franciscana; o el Tiempo de la Creación (del 1 de septiembre al 4 de octubre) como un momento propicio para estimular esta conversión.

Como propuestas de acción, se sugiere valorar más estas realidades eclesiales, participar en el Tiempo de la Creación con actividades ligadas a Laudato si, favorecer ocasiones de contemplación y reflexión en lugares abiertos, educar sobre la relación entre el equilibrio personal, social y ambiental y promover el diálogo y el encuentro con otras realidades religiosas, culturales y sociales que busquen esta armonía.

Foto: AFP/Alejandro Pagni

La vida humana

Hoy en día existe a «un antropocentrismo excesivo, despótico y desviado» que considera a las demás criaturas de forma utilitarista y endiosa al ser humano, al tiempo que propone prácticas como la manipulación del genoma humano o la experimentación con embriones. Frente a esto, los autores ofrecen ejemplos de iniciativas como la de la Iglesia brasileña para proteger a la infancia y a los ancianos de forma integral y defenderlos del abandono social, el aborto y la eutanasia.

Así, proponen iniciativas de defensa de la familia y de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, insistiendo en que «eliminar vidas humanas no es una política aceptable para proteger al planeta». Pero subrayan también la necesidad de ofrecer cuidados y de protección de la dignidad de la persona durante toda su vida y «desarrollar el concepto de pecado contra la vida humana», al tiempo que se reflexiona sobre el significado de la «opción preferencial por los pobres» en el contexto de la ecología integral.

Familia y jóvenes en defensa de la casa común

Como «sujeto social primario, que contiene en su interior los dos principios base de la civilización humana, el de comunión y el de fecundidad», la familia es «sujeto protagonista de la ecología integral»; un papel que se debería consolidar. Y se constata que, con frecuencia, «son los jóvenes mismos los promotores, también dentro de la Iglesia, de una renovada sensibilidad ambiental». Por ello, «Laudato si podría convertirse en el punto de referencia de un movimiento juvenil global para el cuidado de la casa común».

Esta cuestión está presente con frecuencia en las JMJ y en distintos proyectos puestos en marcha por las conferencias episcopales. En este apartado, se sugiere entre otras cosas promover «políticas inteligentes para el desarrollo familiar» especialmente frente al invierno demográfico, y apoyar a las familias monoparentales y con otras dificultades.

Foto: Igor Aizpuru

Educación formal

La educación es una de las grandes apuestas del documento, que desglosa el análisis entre los ámbitos de la escuela infantil, primaria, secundaria y universitaria. Se citan en este campo experiencias enriquecedoras como los proyectos de aprendizaje basado en el servicio, que se pueden realizar desde los cursos inferiores. A estas edades tempranas es también conveniente promover la curiosidad de los niños y el contacto con la naturaleza y educarles en la responsabilidad por lo que les rodea.

Ya en cursos superiores, se podrá educar sobre la relación entre los problemas ambientales y sociales, para formar entre los jóvenes líderes con estas preocupaciones. También a medida que crecen se pueden promover que se impliquen en iniciativas científicas orientadas a generar cambios.

Las universidades, por su parte, pueden jugar un papel importante en la investigación para mitigar el impacto sobre el medio ambiente y sobre nuevos modelos de desarrollo sostenible. Por otro lado, estas cuestiones y el sentido de la responsabilidad deberían integrarse en todas las áreas del saber.

Formación permanente, educación informal, catequesis y comunicación

No solo la educación formal es un ámbito en el que promover la ecología y el desarrollo integral. Las propuestas de este apartado parten de la idea de «la comunidad educativa comprendida como una red vital de relaciones, lugar de encuentro donde cada uno se siente corresponsable de contribuir como don a los demás». Familia, escuela, parroquia, grupos deportivos y de jóvenes, centros culturales… «se necesitan unas a otras» y pueden fortalecer el «pacto educativo».

Además de las iniciativas de formación de muchas iglesias locales, existen además experiencias de intercambio como los huertos compartidos o proyectos que reúnen a personas mayores y jóvenes. Se citan también como ejemplos a seguir el movimiento scout o los proyectos de Scholas Occurrentes.

Dentro del área de acción específica de la Iglesia, el documento vaticano alaba la elaboración de «innumerables» itinerarios destinados a iluminar desde la fe las preguntas relacionadas con la ecología en la catequesis y en la vida parroquial, e incluso plantear una «pastoral de nuevos estilos de vida». Se dan asimismo algunas recomendaciones para introducir esta cuestión, por ejemplo, al explicar la fe en Dios creador y la moral.

En el ámbito comunicativo, se reconoce la necesidad y los esfuerzos por seguir traduciendo Laudato si a distintos idiomas y elaborar materiales para que su contenido llegue de forma comprensible a todos. Se propone, además, promover la formación de los periodistas sobre estas cuestiones.

Foto: CNS

Dialogo ecuménico e interreligioso

«El cuidado de la casa común es un excelente ámbito de diálogo y colaboración ecuménica», y un área en la que también puede contribuir mucho la cooperación interreligiosa. Se recuerda por ejemplo que, de forma similar al Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, las distintas iglesias elaboran juntas desde hace un tiempo, en la web seasonofcreation.org, un material conjunto para vivir el Tiempo de la Creación (del 1 de septiembre al 4 de octubre). En otros lugares, como Brasil, se ha constituido un Fondo Ecuménico de Solidaridad, o se han puesto en marcha iniciativas de incidencia política conjunta.

También fieles de distintas religiones han organizado proyectos similares, sobre todo en algún país donde los cristianos son minoría. Pero hace falta «favorecer una mayor cooperación interreligiosa para afrontar los problemas ambientales, considerando que la solidaridad universal es necesaria».

Capítulo II: Ecología integral y desarrollo humano integral

Alimentación

Se recuerdan las duras críticas del Papa al desperdicio alimentario como comida «robada de la mesa del pobre»; así como los múltiples problemas de malnutrición, desde la obesidad a la desnutrición. Se subraya además la importancia de los sistemas agrícolas a pequeña escala, por lo que se pide promover iniciativas para formar a los agricultores y fomentar la agricultura familiar integrada y ecológica, además de intervenciones para la conservación del agua y el suelo.

Otra actuación clave debería ser reforzar el derecho humano a una alimentación adecuada como «fundamento de todo el ciclo de producción, distribución y consumo». Entre las medidas para ello debe estar la defensa del acceso a la tierra y las semillas, dar «prioridad al uso para la producción alimentaria directa» y a una agricultura diversificada y sostenible, combatiendo el acaparamiento y la deforestación. También hay que fomentar que los países en vías de desarrollo no se dediquen solo a la exportación de materias primas sino que puedan elaborar sus propios productos.

Foto: EFE/Orlando Barría

Agua

Los autores denuncian «el empeoramiento de la calidad del agua» y su privatización, que dificulta el acceso al agua potable como «un derecho humano esencial, fundamental y universal». El agua, además, será «una de las principales causas de conflicto en las próximas décadas». Debe promoverse a todos los niveles, también el legislativo, un concepto amplio del derecho al agua, que incluya no solo su uso para beber sino para la higiene, cocinar, la agricultura…

Las autoridades deben poner los medios para un abastecimiento seguro y regular, pero también se plantea caminar hacia lograr que «las comunidades locales protagonistas y responsables de su autosuficiencia hídrica». Al tiempo, se debe promover un consumo humano y agrícola sostenible, ahorrando agua, evitando los envases desechables, recuperando las aguas sucias y analizando el impacto ambiental de los proyectos hidroeléctricos.

Energía

Se recuerda la necesidad de promover energías «limpias y renovables», dada la creciente preocupación por los efectos que las actividades ligadas a los recursos energéticos pueden tener sobre la sociedad (desigualdad, salud) y el ambiente. Junto a la investigación sobre eficiencia energética (que se deberá cuidar también en los edificios de la Iglesia), se considera «indispensable» una transición energética y con criterios equitativos de reparto de los costes, «para evitar que recaigan de forma desproporcionada sobre los países pobres».

En este ámbito son útiles las micro-redes de energía renovable que permiten una mayor descentralización. Se invita a prestar especial atención a quienes no tienen acceso a la electricidad y usan fuentes de energía peligrosas, como quemar queroseno. Es clave además monitorizar la actividad extractiva para asegurarse de que no se daña el medio ambiente, así como abandonar las «estrategias comerciales basadas en el derroche de energía», relacionadas por ejemplo con la obsolescencia programada o la fabricación de productos de baja calidad que pronto son sustituidos. Esto se aplica también a la producción de medios de transporte menos contaminantes.

Foto: bdodane

Ecosistemas, deforestación, desertificación, uso de la tierra

El uso desproporcionado de los recursos naturales se «encuadra en el ámbito de la ética de las relaciones internacionales». Existe «una deuda ecológica acumulada históricamente por los países del norte frente a los del sur» por las consecuencias de la extracción de materias primas o el vertido de productos tóxicos. La degradación de los suelos y la biodiversidad, la deforestación, la contaminación del agua y la destrucción de los paisajes «pesan sobre la conciencia de cuantos han golpeado nuestra casa común».

Dentro de la necesidad de promover modelos de vida y consumo sostenibles, son muy beneficiosos los proyectos de economía solidaria y producción no contaminante. Es necesaria también la reforestación y la tutela de las poblaciones tradicionales e indígenas, invertir en la prevención y la resiliencia frente a desastres naturales y proyectos de colaboración transnacional como la protección de la cuenca del río Congo. Para ello, deberían promoverse además nuevas normativas globales.

Mares y océanos

Los océanos «son el cruce de caminos» de numerosas realidades y retos, como la gestión de los recursos piscícolas, la energía, el turismo, la migración, el tráfico de personas y armas, la contaminación con microplásticos, la pérdida de biodiversidad… Estas cuestiones «reclaman una gobernanza dedicada al bien común de toda la familia humana, capaz de trabajar con subsidiariedad» y de forma integral. En este ámbito, se alaba el acompañamiento de la Iglesia a muchas poblaciones que viven en estrecho contacto con esta realidad a través del Apostolado del Mar.

Pero sigue siendo esencial trabajar para hacer frente a todos los desafíos arriba mencionados, también fortaleciendo las leyes del mar. Habría que concienciar a armadores, marinos y turistas sobre las consecuencias de sus actos y combatiendo la extracción submarina de recursos y la pesca intensiva. Debe darse a conocer «la dramática situación de las comunidades obligadas a abandonar sus territorios» porque estos están quedando sumergidos por la subida del nivel del mar.

Foto: REUTERS/Stelios Misinas

Economía circular

El actual sistema económico, basado en el consumismo, la especulación y la fe irracional en el crecimiento perpetuo «es insostenible» y reclama una nueva visión de la economía en la que la producción de riquezas «mejore en vez de empeorar nuestro mundo». Una alternativa puede ser la economía circular, que «no explota excesivamente los recursos sino que los mantiene en uso lo más posible», recuperando los productos y los materiales al final de su ciclo de vida.

Hacer la transición hasta este modelo «puede representar una revolución decisiva», y necesitará inversiones que apoyen este tipo de infraestructuras. Junto a ello, es necesario promover iniciativas para compartir vehículos, promover la transparencia sobre las cadenas de producción y tasar las emisiones de dióxido de carbono.

Trabajo

«Si el trabajo se considera justamente una necesidad, no lo es únicamente para garantizar la supervivencia del individuo, sino también para el devenir de la comunidad. La actividad económica y la dimensión social están, de hecho, fuertemente ligadas». Debe promoverse, por tanto, el trabajo digno para todos (incluidos quien más dificultades tienen para acceder a él) y el respeto a los trabajadores, adaptando sueldos y métodos a las necesidades de las familias y luchando contra la economía informal.

Se debe dar valor a la paternidad, y a los padres que se quedan en casa educando a sus hijos, y cuidar a las familias en las que uno de los padres está tiempo fuera por necesidades laborales. En el caso de las ocupaciones más relacionadas con el medio ambiente, se debe acompañar a quienes las realizan para que se conviertan en sus aliados.

Foto: EFE/Carlos Barba

Finanzas

La reflexión sobre los costes y beneficios de promover una ecología integral «no se puede dejar solo al mundo de las finanzas, con demasiada frecuencia dominado por el paradigma tecnocrático y la mentalidad especulativa», los intereses exclusivamente económicos o la búsqueda del beneficio como fin en sí mismo.

Frente a estos modelos se debe promover una visión de la economía y de los mercados según criterios éticos y de sostenibilidad, centrados en la economía real. Ya existen de hecho algunas escalas que permiten evaluar así las inversiones. Estos criterios deben aplicarse también a iniciativas como las criptomonedas (BitCoin) y monedas alternativas. Se exige que las instituciones implicadas en operaciones ilegales sean sancionadas «severamente», y acabar con los paraísos fiscales y el blanqueo de dinero. Estos criterios deben aplicarse de forma particular en el seno de la Iglesia.

Foto: Jaime García

Urbanismo

En un mundo cada vez más urbano, las ciudades se enfrentan a retos como la oferta de servicios, la fragmentación, los asentamientos de infraviviendas. «La planificación urbana todavía es con frecuencia descuidada o mal concebida». Pero, por otro lado, las infraestructuras urbanas ofrecen «una oportunidad de promover la ecología integral acrecentando nuestro sentido de pertenencia».

Clave en este proceso será una edificación adecuada para la inclusión, conservando lugares para la memoria y la belleza que unan a la gente, con políticas de energía limpia y gestión sostenible del crecimiento urbano luchando contra la especulación. Otras estrategias necesarias son desarrollar un transporte ecológico, económico y eficaz, promover el acceso de los trabajadores informales a los servicios, crear zonas verdes e implicar a todos, especialmente con los excluidos, en la toma de decisiones.

Foto: Cáritas Española

Instituciones, justicia y administración

En la vida pública, «la comunidad política, los gobiernos y las varias administraciones están al servicio de la sociedad civil y deben organizarse para cumplir su deber de promover el bien común» respondiendo a los desafíos; también a los que superan el nivel estatal.

Para caminar en esta dirección, la Iglesia proponer formar a los responsables políticos, económicos, industriales sobre el contenido de la ecología integral. También los ciudadanos deben saber cómo funcionan los mecanismos democráticos. Los procesos de consulta previa y de evaluación de las leyes son mecanismos necesarios para una buena gestión. Dentro de la Iglesia, es necesario seguir impulsando entidades que se ocupen de los más marginados y aislados. Defender el acceso de todos a la justicia y un rediseño del sistema penitenciario para favorecer la rehabilitación son otras exigencias del documento.

Salud

«La salud es una cuestión de igualdad y justicia social», que plantea el problema del acceso universal a la atención sanitaria. Se recuerda además que «gran parte de las patologías crónicas» se pueden atribuir a factores ambientales. Por otro lado, «Laudato si insiste en la interconexión entre la comprensión y cuidado del cuerpo humano y la relación con la naturaleza: una sana antropología no solo es necesaria para la ecología integral», sino que tiene implicaciones en la sexualidad, la fertilidad, la defensa de la vida y la bioética.

Por ello, una de las reivindicaciones es que en vez de promover el aborto se investigue más sobre el diagnóstico y tratamiento de malformaciones y enfermedades en el seno materno. Después del nacimiento, se deben favorecer políticas para el desarrollo adecuado de todos los niños. Por otro lado, hay que fomentar la investigación sobre la relación entre salud y medio ambiente, un estilo de vida sano y los cuidados paliativos.

Foto: AFP/Claudio Cruz

Clima: desafío, responsabilidad, oportunidad

«La cuestión del cambio climático tiene una profunda relevancia no solo ambiental, sino también ética, económica, política y social», que incide sobre todo en los más pobres. Es, por tanto, «uno de los nodos principales y más urgentes que debe afrontar la comunidad internacional», llamada al difícil reto que establecer «una estrategia global y compartida a largo plazo» para combatirlo.

El debate multidisciplinar en este ámbito debe dirigirse también a «redefinir un nuevo modelo de desarrollo» que una la lucha contra este fenómeno y contra la pobreza. En este sentido, además de propuestas educativas se recuerda que las medidas que se tomen «ofrecen la oportunidad de mejorar la salud, promover una economía sana y crear puestos de trabajo» inclusivos. A la hora de abordar esta cuestión y las posibles soluciones, tiene que prevalecer el principio de precaución. Por último, debe desarrollarse en el derecho internacional la figura del refugiado ambiental.