El Vaticano pide incluir en el proceso sinodal a migrantes, personas con discapacidad y alejados
Se han presentado este martes el documento preparatorio y el vademécum para la fase diocesana del camino que llevará en 2023 al Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad
La Santa Sede desea que el proceso sinodal que arrancará dentro de un mes cuente con una participación lo más amplia posible. Por eso, el vademécum dado a conocer este martes pide que, a la hora de organizar los grupos sinodales, se tenga especialmente en cuenta a aquellos sectores a los que les puede ser más difícil participar. Cita a las mujeres, las personas con discapacidad, los migrantes y refugiados, los ancianos o los pobres.
Debe tenderse también personalmente la mano a «los que han abandonado la Iglesia, los que pocas veces o nunca practican la fe»; así como integrar de forma creativa a niños y jóvenes. Se recomienda, por último, que los bautizados que participen en este proceso estén abiertos a escuchar a otras personas de su entorno.
Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión es el título de la próxima Asamblea general del Sínodo de los Obispos, prevista para octubre de 2023. El documento preparatorio, también presentado este martes, explica que uno de los objetivos es «examinar cómo se viven en la Iglesia la responsabilidad y el poder», para convertir algunas prácticas desordenadas al Evangelio.
La Iglesia, «sujeto creíble»
Se busca asimismo «regenerar las relaciones entre los miembros de las comunidades cristianas», así como con otros grupos sociales. Y hacer de la comunidad cristiana un «sujeto creíble y socio fiable en caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación, reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad y de la amistad social».
El Vaticano pretende, así, superar errores como la falta de escucha a las víctimas de abusos sexuales, las actitudes que crean divisiones entre los creyentes o las fracturas étnicas, sociales, o fruto de la violencia en el seno de la Iglesia.
¿Cómo caminamos juntos?
Tanto el documento preparatorio como el vademécum se refieren sobre todo a la fase diocesana del proceso sinodal, que abarca desde este octubre a abril del año que viene. La pregunta fundamental que guía esta fase es: «En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?».
El documento preparatorio recuerda que «caminar juntos» ha de entenderse en primer lugar dentro de «la vida interna de las iglesias particulares». Pero también se debe considerar cómo «el pueblo de Dios camina junto a la entera familia humana». Así, debe abordarse «el estado de las relaciones, el diálogo y las eventuales iniciativas comunes con los creyentes de otras religiones, con las personas alejadas de la fe, así como con ambientes y grupos sociales específicos» como la cultura, la política, la economía, la sociedad civil o las minorías.
Para responder a la pregunta se ofrecen diez núcleos temáticos: los compañeros de viaje, escuchar, «tomar la palabra», celebrar, la corresponsabilidad, el diálogo «en la Iglesia y en la sociedad», la relación con los demás cristianos, la «autoridad y participación», el discernimiento y la toma de decisiones, y la formación en sinodalidad.
Actitudes y tentaciones
Estos temas, explicita el vademécum, se trabajarán en las parroquias, por grupos de parroquias y en áreas pastorales concretas; en las comunidades religiosas, movimientos laicales y grupos ecuménicos. Se recomienda que en cada lugar se convoquen varios encuentros para conocerse y compartir mejor, y también citas informales. Las diócesis y países que ya están inmersos en sus propios procesos sinodales «están llamados a articularlos de forma creativa» con el de la Iglesia universal.
Este texto reconoce también que «el discernimiento es una gracia de Dios». Pero «requiere nuestra implicación humana de formas sencillas: rezando, reflexionando, prestando atención a nuestras disposiciones interiores, escuchando y hablando de forma auténtica, significativa y acogedora».
Contribuirán a ello actitudes como «la humildad al escuchar y la valentía al hablar», fomentando un «diálogo que nos lleva a la novedad», dejando atrás prejuicios y estereotipos y abriéndonos «a la conversión y al cambio». Para ello se debe abandonar el clericalismo, la autosuficiencia y las ideologías, y alimentar la esperanza. Es preciso también combatir algunas tentaciones. Entre ellas, «querer dirigir» el proceso; «centrarnos en nuestras preocupaciones inmediatas», o mirar solo las estructuras o los problemas.
El documento preparatorio recuerda además que la consulta a todos los fieles «no implica que se asuman dentro de la Iglesia los dinamismos de la democracia radicados en el principio de la mayoría», pues no se trata de presentar «intereses en conflicto». Por ello debe trabajarse siempre desde el vínculo entre el «sensus fidei» y la función del magisterio de los pastores.